Está congelado en su sitio, como si no pudiera creer lo que vio y bueno, si lo consideramos en total, creo que es algo normal, después de todo, se supone que soy Mailena, una niña mimada y delicada que no levantaría una pila de tres libros siquiera, por temor a romperse una uña. Y en contraste, acabo de matar a tres hombres frente a sus ojos sin siquiera dudarlo... Supongo que acabo de poner las cosas más complicadas todavía, pero en mi defensa, se suponía que él ya no llegaría, pasó casi media hora de la "cita" que hice con J.J., por lo que no creí que fuera a aparecer de la nada como ahora.
Matarlo no es una opción, ¿no?
No, no, no, no, es un alumno, demasiado escándalo y se supone que debo pasar desapercibida. No puedo exponerme tanto. ¡DEMONIOS! Gruño molesta y, siempre controlándolo con la mirada (aunque no se mueve, pareciera como si sus pies estuvieran anclados o fundidos con el suelo), arranco uno de los cinturones de tela que llevan los cadáveres para
Gruño frustrada mojándome el rostro con agua fría en el baño de mujeres de la universidad, intentando mantener bajo control mi temperamento. Los hombres del presidente son tan incompetentes, pero TAN incompetentes, que me dan ganas de agarrarlos uno por uno y ahorcarlos yo misma con mis propias manos, viendo en cada uno, cómo su alma escapa de sus cuerpos por culpa de mi agarre.Cuando volví ayer a la Casa Blanca, dije que yo sería quien interrogaría al idiota que atrapé, que yo le sacaría hasta de qué talle de zapatos o marca de calzones estaba usando Demetrius actualmente, sin embargo, esos idiotas que se creen muy machos del Servicio Secreto, dijeron que no, que ellos se encargarían, que sabían exactamente cómo tratar a "escorias como él", y lo encerraron en una celda, para encargarse ellos luego, porque primero tenían un evento al cual prestarle atenci&oac
Son las cinco de la tarde, las clases han terminado y estoy en el café que hay a dos calles de la universidad, esperando a que J.J. decida aparecerse. Claramente le dije que tenía hasta hoy para traerme información que pudiera serme útil, para mostrarme que es un hacker que vale la pena y considerar el utilizar sus servicios, a cambio de responderle sus dudas. No todas, no pienso decirle ni la mitad de lo que él quiere, primero porque no me interesa que lo sepa, y segundo, porque si es tan bueno como dice, seguramente será capaz de averiguar las cosas por su propia cuenta, mas él aún no tiene por qué saber eso. Por el momento, le responderé algunas preguntas y lo haré de forma vaga, dependiendo de qué sea lo que me muestre y "dispare" contra mí con sus ansias de respuestas. Cuando mi pedido es dejado sobre la mesa en la que me encuentro y le doy el primer sorbo a mi café, la puerta del lugar suena y, bajo el umbral, esa mirada de tormenta recorre el espacio hasta que d
-¿En serio me estás diciendo que tú eres ella? ¿Tú eres una de las asesinas más buscadas a nivel mundial? Por Dios, si tienes más de doscientas muertes confirmadas hasta la fecha, un récord impecable... -Y el gobierno de éste país solo sabe de unas setenta y no puede constatar ninguna. -Dios mío, no puedo creer que tengo literalmente a una leyenda del bajo mundo frente a mí. Ni se me hubiera ocurrido siquiera que sería alguien como tú, sin ofender. No hay siquiera una descripción tuya, ni una foto o retrato hablado, nada, no hay forma de identificarte, ni tampoco cómo contactarte. He visto montones de personas buscando contratar tus servicios, preguntando cómo poder encontrarte, y nadie sabe la respuesta, solo que la forma de llegar a ti es por aquellos que han tenido contacto contigo, o si tú sabes que te buscan y su motivo despierta tu interés. -Bueno, parece que, al menos, sabes algo sobre mí. Sí, no aparezco precisamente en el directorio, mi cliente
Mientras él considera sus opciones, yo me permito, aunque sea por un momento, abandonar internamente mi postura de "asesina seria" y dejarme ser la chica de veintiuno que físicamente soy y admirar, disimuladamente, al espécimen de chico que tengo frente a mí. Me guste admitirlo o no, él tiene algo... No sé cómo explicarlo, que me atrae. Es sexy, sí, casi todo lo que me gusta de un hombre, lo veo en él, y tiene un aura que no puedo descifrar todavía, pero que me resulta intrigante.Y eso, precisamente, es lo que lo hace peligroso. Cuando la intriga tiene siquiera un espacio, las preguntas empiezan, el interés se acumula y la mente divaga, haciendo que uno pierda el enfoque que necesita para, en mi caso, cumplir con mi trabajo. Los líos adolescentes no son algo útil para alguien como yo, y sé perfectamente todo eso, no obstante, aquí estoy, observando a un chico sin qu
En cuanto los pasos se escuchan acercándose, reviso el reflejo del parabrisas del auto estacionado a un par de metros, constatando que es el infeliz, por lo que me separo del muro y me encamino hacia el interior del callejón, sabiendo que él me sigue mientras me adentro más y más en el estrecho espacio, directo hacia la parte trasera del local. Si tengo que encargarme de un idiota, mejor que no sea con público expectante. Los de seguridad están esperando en el auto que está en la esquina, me aseguré de que no me vieran, no me interesa que intervengan luego de lo que pasó la última vez. Por suerte, por orden del Presidente, a raíz de mis condiciones, tengo mi espacio para maniobrar con tranquilidad, como ayer en el gimnasio, cuando estuve sola esperando.En cuanto llego al final, doblo para salir de su vista y, rápidamente, dejo el bolso a un costado, esperándolo a que apare
Revisando rápido que no hay audios, aprovecho y respondo como si fuera él, sonriendo mientras lo hago."La estoy siguiendo"Pasan un par de segundos, cuando el "escribiendo" aparece bajo el nombre y su respuesta aparece."Avisa en cuanto la tengas, te daré el punto de encuentro. Que nadie te siga, asegúrate de eso, o tu familia podría ser la que pague tus errores"La respuesta, puntualmente esas últimas diez palabras, me hacen fruncir el ceño con ira y aprieto el teléfono en mi mano al punto de que los nudillos se me ponen blancos de la presión que ejerzo sobre el aparato. No me sorprende el que mandara eso, me esperaba algo así, y aun así, el que lo hiciera me hace enojar tanto... Le arrancaré las bolas con una tenaza al rojo vivo cuando lo tenga en frente. Maldito imbécil...Guardo el celular sin responder y saco el mío, enviando un simple mensaje con la palabra "cuerpo" y la dirección del lugar, para luego ocultar el cadáver para que no lo encuentren a simple vista.Tomo mi bolso y
-¿Cómo es que...?-¿Que sé quién eres? Sé mucho más que eso, muchísimo más, y puedo exponerte si así lo quiero con absoluta facilidad, casi con apretar un simple botón, así que, yo que tú, bajaría las armas, mandaría a mis hombres afuera, y aceptaría hablar calmadamente. De lo contrario, mi dedo podría temblar involuntariamente y quién sabe lo que podría salir a la luz... -Mientes.-¿Eso crees? ¿Tan seguro estás? ¿Realmente quieres arriesgarte? -No soy alguien con quien puedas jugar...-¿Y crees que conmigo sí? No tienes idea de con quién estás hablando, por lo que te convendría tener más cuidado. Te daré un consejo gratis: si no sabes a quién te enfrentas y de lo que es capaz, entonces no te arriesgues, porque no sabes lo que puede pasar. Ahora, ¿les dirás que se vayan, o tendré que encararme yo misma de ellos?En silencio, observo el evidente nerviosismo que han causado en el idiota mis palabras, las dudas que he generado en él, y aunque no está seguro de si hacerlo o no, finalmen
En cuanto entro a mi habitación en la Casa Blanca, me quito la máscara y respiro profundo, aliviada de ya no tener nada que me haga sudar como langosta al vapor. Hacía mucho que no la usaba, me he desacostumbrado, mas eso no implica que no volveré a utilizarla, es solo cuestión de terminar esto, y volveré a mi vida normal. De todas formas, se siente bien volver a portar mi traje negro, digamos que me trae buenos recuerdos...Sacudo la cabeza y me siento en la computadora, tomando un cable y enchufando el teléfono para que la computadora empieza a descargar todo lo que pueda serme de utilidad. Mientras lo hace, me meto al baño y me doy un baño, saliendo ya seca, solo vestida con un pijama compuesto de un pantalón de franela negro y una camiseta del mismo material. Vuelvo a sentarme frente al escritorio y, mientras termina la descarga completa, reviso la dirección que conseguí del cobarde, utilizando una herramienta muy útil, o sea, el Street View de Google. ¿Quién hubiera pensado que,