La partida de Mael me hacía sentir liberada y a la vez sola. Pasé los primeros días ayudando en los quehaceres del palacio para estar con Briana, pese a que me corrían de ahí con frecuencia. Mi antigua Nana no dejaba que me acercara a la cocina o los cuartos de la servidumbre y desde que el Rey se fue se la pasaba pegada a mi como una sombra.Recogí mis pinturas y pinceles, yendo a los jardines del palacio para concentrarme en mis dibujos, pero las flores siempre eran las mismas y los pájaros siempre cantaban la misma melodía. Terminé aburrida de buscar como no aburrirme.Tres lunas habían pasado apenas y sentía que no aguantaría mucho más tiempo así.—¡Helen! —el grito de Bri me hizo regresar de mis cavilaciones— Te es
Pasé la mayor parte de la tarde en la tina de baño, repasando mil veces lo que viví apenas hace unas horas en los jardines. Mis mejillas seguían ardiendo cada que observaba la mano en donde Nathaniel posó sus labios para besarla. Lancé un suspiró, no paraba de hacerlo. Mi corazón ardía mientras la boba sonrisa no abandonaba mi rostro. Así se sentía entonces… Sin duda alguna estaba enamorada y no tenía idea de que hacer ahora. El compromiso seguía en pie y pronto debía comenzar con los preparativos para la boda, aunque lo único que deseaba era pasar tiempo con el nuevo jardinero que mantenía mi mente ocupaba con sus palabras amables y su cálida mirada. Quise estar el resto de mi tarde a su lado, pero corríamos el riesgo de ser vistos al permanecer tan cerca del palacio, así que le sugerí vernos al anochecer en el quiosco al lado del lago, en donde nadie nos molestaría.Me enclaustré en mi cuarto hasta que el sol se ocultó y bajé con rapidez a cenar, ansiosa de que las horas pasaran con
El canto de las aves me despertó esa mañana. Esta vez el sol decidió permanecer oculto mientras las nubes lo apresaban, permitiendo apenas que su luz iluminase el día sin darle tregua a que sus rayos tocaran la tierra. El clima era fresco y pese a eso mi frente estaba sudorosa y mi corazón agitado. Agradecí que los pájaros irrumpieran en mi sueño con sus canticos y me trajeran a la realidad. Me puse de pie saliendo a mi balcón, encontrando la calma de la mañana. Mi ánimo estaba recaído, producto de una pesadilla en donde Mael aparecía sonriéndome, cabalgando con el viento, para caer finalmente al suelo, siéndome imposible despertarlo. Desperté sobresaltada, temiéndome que ese sueño significara un mal augurio.Al llegar mis mucamas les pedí prepararan mi baño y me sirvieran el desa
Al atardecer le pedí a mis damas que me dejaran sola y que no me molestaran para la cena, fingiendo que la comida me había caído mal. Por un lado, me ahorraría el disgusto de cenar con el Príncipe engreído y así podría escaparme temprano para poder ver a mi enamorado. Ansiaba verlo de nuevo. Intentaba ya no darle tantas vueltas al asunto y dejar de sobre pensar las cosas con la cabeza y empezar a escuchar más a mi corazón, que gritaba por su compañía. Esperé un tiempo hasta que las chicas se fueron para tomar mi capa oscura e ir a su encuentro. Esta vez fue difícil hacerlo, teniendo en cuenta que el sol aún no se ocultaba y los sirvientes iban y venían por todos lados. Para evitar ser vista bajé por las habitaciones de la servidumbre sabiendo que a esa hora los corredores estarían vacíos. Se notaba gran diferencia entre los
Dos semanas después…Kenneth se levantó del comedor con prisa como si en realidad tuviera algo urgente que arreglar, cuando se la pasaba perdiendo el tiempo creyéndose el importante. Comió más rápido de lo habitual y terminó cuando apenas yo iba por la mitad. Me puse de pie reverenciándome a su salida y él se fue sin decir ni una palabra, ignorando por completo mi compañía como de costumbre. El silencio entre ambos se incrementó al paso de los días, algo que en realidad no me preocupaba. Al poco tiempo de haberlo encontrado por las habitaciones de los sirvientes dejó de prestarme atención y yo a él. Solo nos veíamos en el comedor durante el desayuno y en la comida. Para la hora de la cena cada uno nos encerrábamos en nuestras habitaciones, considerando suficiente el tener que ag
Miré con atención uno de los tantos regalos que Mael me habia dado.Espadas adornando el dormitorio de una dama podría ser un poco rudo, pero mi padre no se opuso al ser un presente de su hijo. El Princioe me las dio para mi cumpleaños número 13, emocionandome tanto por poder conservar por fin algo que tanto me gustaba y aun mas que eso, tenian un valor muy especial al representar el apoyo incondicional de Mael hacia mí. A pesar de que nuestro padre se opuso a que yo utilizara un arma, mi prometido consiguió convencerlo para permitirme tenerla aunque fuera de adorno en mi habitacion. Ese par de afiladas espadas representaban ese compromiso de lealtad y comlicidad. Mael nunca dejaba de apoyar mis gustos y deciciones. A partir de ese día nuestros entrenamientos secretos comenzaron, hasta que conseguí manejar la espada tan bien como cualquier guardia en el pa
Estando en mi habitacion me senté debajo de una de las columnas que dividian el balcon del cuarto, recargandome en ella. Solté un suspiro y elevé la vista al cielo nublado, mirando con atencion sus tonos oscuros, como si se negaran a irse, amenazando con desatar otra tormenta. El viento soplaba todavia furioso, revolviendo la fina tela de mi falda y mi desaliñado cabello. Pensé en el accidente del día anterior y me reí torpemente al llegar a la conclusión de que a pesar del mal rato logré que mi nana dejara de presionarme con el tema de la boda, por lo menos por un día más.Levanté el porta pergamino recordando la carta y abrí la cubierta ansiosa. Desenrollé el papel y me concentré en la inigualable letra de Mael.Hermosa princesa Helen:
Caminé por el jardin disfrutando del clima fresco del atardecer al lado de Nathaniel, conservando mi capa y él acompañandome un par de pasos detrás, viendo en todas direcciones de vez en cuando para asegurarnos de que nadie nos siguiera. Para cuando llegamos a la glorieta me tomó de la mano. Ya estabamos lo sificientemente lejos como para que algun curioso nos viera por casualidad, asi que correspondí gustosa, ruborizandome cuando el recuerdo de nuestro primer beso me asaltó. Fue justo en ese lugar cuando uni sus labios a los mios y supe que estaba enamorada. La gloriera quedó destrozada por la tormenta, envuelta en maleza y escombros de la blanca madera, pero mis recuerdos de ese dia estaban intactos. Al ver nuestro lugar especial destruido pensé en las palabras de mi madre: Tras la tormenta viene la calma, o… todo mal viene acompañado de un bien. Esa fuerte tormenta se llev&oa