CAPÍTULO 85 – Te amo, Camila.

Cuando el tiempo de Alex con sus tres hijos recién nacidos llegó a su fin, salió de la sala de neonatología tras el médico. Antes de dejar la habitación, se detuvo un momento para contemplar a los pequeños, sintiendo una mezcla de alegría y preocupación; y volvió a prometerse a sí mismo ser el mejor padre posible para ellos, aunque la incertidumbre sobre el futuro con Camila lo invadía.

Una vez fuera, se despojó con cuidado de la bata estéril y la depositó en un cesto de basura designado para ese fin. Cada paso que daba hacia la salida lo alejaba de la seguridad que había sentido al lado de sus hijos, y se vio obligado a experimentar una angustiante sensación de vacío.

Al regresar al pasillo, Alex se encontró con un entorno hospitalario que parecía ajeno a la alegría que acababa de vivir. El bullicio de las conversaciones, el tintineo de las máquinas y el constante trasiego de personal médico y visitantes creaban un contraste palpable con la calma de la sala de neonatología.

Mientras
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