La tarde siguiente al desmayo que Camila había sufrido y que la había llevado al hospital, esta, pese a las recomendaciones del médico de hacer reposo, se encontraba en la empresa. —¿Tengo que ir? —preguntó Camila, sorprendida—. ¿Tú irás conmigo? Alex la miró fijamente y suspiró: —Sí, es obligatorio que vayas. No puedes faltar. Es una cena muy importante y no puedes perder ese negocio. Y no, no iré contigo. A partir de ahora no solo eres mi secretaria, sino que también estás a cargo de todo lo relacionado con World TV. Acto seguido, bajó la mirada. Quería probar hasta qué punto podía seguir confiando en Camila, después del cambio que ella había dado con respecto a cómo reaccionaba ante él. Además, colocarla en ese puesto, quizás haría que se suavizara, aun cuando sabía que esto quizá traería más problemas, debido a la promesa que le había hecho a Irina. Sin embargo, si todo salía según lo que tenía en mente, esta podría llegar a ser una jugada maestra, en pos de mantener su plan d
En un gesto repentino, Camila posó sus manos sobre el pecho de Alex, y lo apartó de ella de un empujón firme pero suave. Su expresión era una mezcla de sorpresa y de rabia contenida.—¡No! —exclamó, apartándose un paso hacia atrás—. No puedes simplemente besarme así, Alex. No después de todo lo que ha pasado.Alex frunció el ceño, sorprendido por la reacción de Camila. Había esperado que cediera ante el beso, que se dejara llevar por el momento. Pero Camila ya no era tan fácil de manipular como lo había sido tiempo atrás.—¿Qué pretendes? ¿Por qué te empeñas en jugar conmigo, Alex? —insistió Camila, con una mirada desafiante, mientras apretaba los dientes, llena de impotencia—. Ya no soy tu títere, ya no puedes manipularme a tu antojo.La voz de Camila temblaba ligeramente, pero su determinación era clara. No iba a permitir que Alex la tratara de esa manera, no iba a dejar que la hiciera sentir vulnerable ni jugara con ella a su antojo.Alex, por su parte, guardó silencio por un momen
Al ver a Camila con Thomas, su rostro se transformó en un gesto que la muchacha no fue capaz de comprender, y se acercó a ellos con firmes y decididos. Su mirada estaba fija en Camila, como si fuera capaz de atravesarla con la intensidad de sus ojos. Su mandíbula estaba tensa, y sus ojos brillaban con una mezcla de ira y desdén.La había visto salir de la empresa y adentrarse en la cafetería. Pensando en que quizás se ausentaría para prepararse para la cena de esa noche, con sus abuelos, salió rápidamente en su búsqueda, con la intención de decirle algo que olvidó de inmediato al entrar en la cafetería y ver que Camila se encontraba charlando animadamente con Thomas Jefferson.En ese momento, no pudo evitar sentir que el enojo se apoderaba de él. ¿Qué hacía Thomas allí? ¿Acaso no lo había despedido? Pero, sobre todo, ¿por qué se encontraban reunidos?Al llegar junto a Camila, se detuvo, irguiéndose en toda su altura, antes de dirigirse hacia su esposa.—¿Qué estás haciendo aquí, Camil
Luego del enfrentamiento con Alex y de lograr deshacerse de él y de sus celos, los cuales no tenían ni el más mínimo sentido para ella, Camila se encaminó hacia el centro comercial más cercano.Necesitaba dos vestidos nuevos, uno para esa noche y otro para la cena de negocios a la que tendría que asistir en dos días.Sabía que podía esperar para comprar ese último, teniendo en cuenta que su cuerpo podría cambiar mucho en tan solo siete días, pero, contrario a su hermana, a ella no le gustaba para nada la idea de ir de compras, por lo que decidió matar dos pájaros de un tiro, tal y como solía decir su padre.Para su fortuna, ese día, las náuseas la habían dejado bastante en paz, por lo que esperaba que no la atacaran durante la cena. Durante el último tiempo, se había percatado de que había pocos alimentos que podía tolerar. Entre ellos, la carne. Así que esperaba que a los abuelos de Alex no se les ocurriera preparar nada por el estilo.Una vez en el centro comercial, se encaminó haci
Esa misma noche.Camila aún se sentía ofuscada por el encontronazo que había tenido con Irina y se sentía angustiada por lo que aquella mujer sabía. No la conocía y no sabía de qué era capaz de hacer con esa información.Desde que se había metido en el vestidor, después de la respuesta que le había dado, el corazón le latía con fuerza, producto de la ansiedad que le producía el miedo y la incertidumbre de no saber cuáles serían sus siguientes pasos.Ahora no solo tenía que preocuparse por lo que tenía que enfrentar con respecto a Alex, sino que, además, tenía que estar atenta a los movimientos de Irina.Inspiró profundamente y se miró en el espejo, luciendo uno de los dos vestidos que había escogido aquella tarde, a pesar de que al ver a Irina lo último que quería había querido hacer era continuar de compras.Se trataba de un vestido azul, acampanado y finamente bordado.Después de mirarse en el espejo de cuerpo entero de su habitación y de asegurarse de que estaba perfecto, corroboró
Luego de la cena, Elizabeth se puso de pie, con elegancia, y miró a Camila.—¿Me acompañarías a la biblioteca, cariño? —preguntó, esbozando una sonrisa—. Dejemos a los hombres hablar a solas.Aquel último comentario sorprendió a Camila, quien no estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento. Sin embargo, no dijo nada y simplemente asintió, mientras se ponía de pie.Acto seguido, ambas mujeres salieron del comedor y atravesaron el pasillo que se encontraba junto a la escalera, de camino hacia la biblioteca.Al llegar a aquella habitación, Elizabeth se adentró, encendiendo las luces a su paso, permitiendo que Camila observara la estancia con la boca abierta. Si bien en la villa en la que vivía con Alex había una biblioteca enorme, era completamente inferior a aquel recinto en el que se encontraban en ese momento.Las estanterías no solo estaban repletas de libros, sino que abarcaban prácticamente todas las paredes, a lo ancho y a lo alto, dejando únicamente espacio libre para un gran
—¿Esperaban a alguien más? —preguntó Camila, ladeando la cabeza, con las cejas en alto.—No. Solo los invitamos a ti, a Alex y a Gabriel —respondió Elizabeth, frunciendo el ceño—. Pero es mejor que vayamos a ver quién es.Tras decir esto, Camila y Elizabeth se pusieron de pie a la par y se encaminaron hacia la sala, con la intención de averiguar quién había llegado a la mansión a tan altas horas de la noche.Cuando ambas mujeres llegaron a la sala, vieron como una mujer rubia y delgada, les daba la espalda, mientras se acercaba a Alex.Al ver aquello, Camila apretó los dientes y sintió que su corazón comenzaba a latir frenéticamente, como si quisiera salirse de su pecho.«Irina», pensó, mientras sus manos se cerraban en puños a ambos lados de su cuerpo.¿Qué hacía aquella mujer allí?—Alex, ¡qué sorpresa verte por aquí! —exclamó la mujer con voz aparentemente inocente.Sin embargo, todos eran conscientes de que aquello estaba lejos de ser una simple casualidad.Camila bufó. No la cono
Cuando Camila abrió los ojos, se encontró en una lujosa habitación, que se encontraba tenuemente iluminada. Sorprendida, intentó incorporarse en la cama, preguntándose qué hacía ahí y tratando de recordar qué había pasado. Sin embargo, hacerlo fue mucho peor y la angustia volvió a apoderarse de ella.Al recordar lo que Irina había dicho frente a Alex, Gabriel y sus abuelos, el alma volvió a salirse de su cuerpo y no pudo evitar llevarse una mano al pecho, sintiendo que la ansiedad la invadía una vez más. —Señora, no se esfuerce —dijo una voz masculina que no conocía. Camila abrió los ojos de par en par y, automáticamente, giró la cabeza en la dirección de dónde provenía la voz. Al ver a un hombre vestido de bata blanca y con un estetoscopio rodeando su cuello, la alerta de Camila se intensificó. Temía que el hombre hubiera podido o pudiera comprobar que lo que había dicho Irina era verdad y lo descubriera ante Alex y su familia. —Doctor, ¿q-qué…? —comenzó a preguntar, a duras pen