Luego del enfrentamiento con Alex y de lograr deshacerse de él y de sus celos, los cuales no tenían ni el más mínimo sentido para ella, Camila se encaminó hacia el centro comercial más cercano.Necesitaba dos vestidos nuevos, uno para esa noche y otro para la cena de negocios a la que tendría que asistir en dos días.Sabía que podía esperar para comprar ese último, teniendo en cuenta que su cuerpo podría cambiar mucho en tan solo siete días, pero, contrario a su hermana, a ella no le gustaba para nada la idea de ir de compras, por lo que decidió matar dos pájaros de un tiro, tal y como solía decir su padre.Para su fortuna, ese día, las náuseas la habían dejado bastante en paz, por lo que esperaba que no la atacaran durante la cena. Durante el último tiempo, se había percatado de que había pocos alimentos que podía tolerar. Entre ellos, la carne. Así que esperaba que a los abuelos de Alex no se les ocurriera preparar nada por el estilo.Una vez en el centro comercial, se encaminó haci
Esa misma noche.Camila aún se sentía ofuscada por el encontronazo que había tenido con Irina y se sentía angustiada por lo que aquella mujer sabía. No la conocía y no sabía de qué era capaz de hacer con esa información.Desde que se había metido en el vestidor, después de la respuesta que le había dado, el corazón le latía con fuerza, producto de la ansiedad que le producía el miedo y la incertidumbre de no saber cuáles serían sus siguientes pasos.Ahora no solo tenía que preocuparse por lo que tenía que enfrentar con respecto a Alex, sino que, además, tenía que estar atenta a los movimientos de Irina.Inspiró profundamente y se miró en el espejo, luciendo uno de los dos vestidos que había escogido aquella tarde, a pesar de que al ver a Irina lo último que quería había querido hacer era continuar de compras.Se trataba de un vestido azul, acampanado y finamente bordado.Después de mirarse en el espejo de cuerpo entero de su habitación y de asegurarse de que estaba perfecto, corroboró
Luego de la cena, Elizabeth se puso de pie, con elegancia, y miró a Camila.—¿Me acompañarías a la biblioteca, cariño? —preguntó, esbozando una sonrisa—. Dejemos a los hombres hablar a solas.Aquel último comentario sorprendió a Camila, quien no estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento. Sin embargo, no dijo nada y simplemente asintió, mientras se ponía de pie.Acto seguido, ambas mujeres salieron del comedor y atravesaron el pasillo que se encontraba junto a la escalera, de camino hacia la biblioteca.Al llegar a aquella habitación, Elizabeth se adentró, encendiendo las luces a su paso, permitiendo que Camila observara la estancia con la boca abierta. Si bien en la villa en la que vivía con Alex había una biblioteca enorme, era completamente inferior a aquel recinto en el que se encontraban en ese momento.Las estanterías no solo estaban repletas de libros, sino que abarcaban prácticamente todas las paredes, a lo ancho y a lo alto, dejando únicamente espacio libre para un gran
—¿Esperaban a alguien más? —preguntó Camila, ladeando la cabeza, con las cejas en alto.—No. Solo los invitamos a ti, a Alex y a Gabriel —respondió Elizabeth, frunciendo el ceño—. Pero es mejor que vayamos a ver quién es.Tras decir esto, Camila y Elizabeth se pusieron de pie a la par y se encaminaron hacia la sala, con la intención de averiguar quién había llegado a la mansión a tan altas horas de la noche.Cuando ambas mujeres llegaron a la sala, vieron como una mujer rubia y delgada, les daba la espalda, mientras se acercaba a Alex.Al ver aquello, Camila apretó los dientes y sintió que su corazón comenzaba a latir frenéticamente, como si quisiera salirse de su pecho.«Irina», pensó, mientras sus manos se cerraban en puños a ambos lados de su cuerpo.¿Qué hacía aquella mujer allí?—Alex, ¡qué sorpresa verte por aquí! —exclamó la mujer con voz aparentemente inocente.Sin embargo, todos eran conscientes de que aquello estaba lejos de ser una simple casualidad.Camila bufó. No la cono
Cuando Camila abrió los ojos, se encontró en una lujosa habitación, que se encontraba tenuemente iluminada. Sorprendida, intentó incorporarse en la cama, preguntándose qué hacía ahí y tratando de recordar qué había pasado. Sin embargo, hacerlo fue mucho peor y la angustia volvió a apoderarse de ella.Al recordar lo que Irina había dicho frente a Alex, Gabriel y sus abuelos, el alma volvió a salirse de su cuerpo y no pudo evitar llevarse una mano al pecho, sintiendo que la ansiedad la invadía una vez más. —Señora, no se esfuerce —dijo una voz masculina que no conocía. Camila abrió los ojos de par en par y, automáticamente, giró la cabeza en la dirección de dónde provenía la voz. Al ver a un hombre vestido de bata blanca y con un estetoscopio rodeando su cuello, la alerta de Camila se intensificó. Temía que el hombre hubiera podido o pudiera comprobar que lo que había dicho Irina era verdad y lo descubriera ante Alex y su familia. —Doctor, ¿q-qué…? —comenzó a preguntar, a duras pen
Media hora después de que Alex recibiera la llamada de uno de sus empleados para comunicarle que alguien había violado la seguridad de la empresa central, y de que se marchara a ver que sucedía, Camila se levantó de la cama y bajó las escaleras en busca de Xavier, para que la llevara de regreso a la villa de Alex. Para su fortuna, Elizabeth no le preguntó nada acerca de lo que había dicho Irina, a pesar de que Camila sabía que tenía la necesidad de asegurarse si era cierto o no. Sin embargo, la dejó marchar sin más, bajo la promesa de que la mantendría al tanto de su estado de salud y que la llamaría en caso de que necesitara algo. Cuando llegó a la villa, treinta minutos más tarde, Camila se adentró en la mansión, comprobando que no había ni el más mínimo rastro de Alex, lo que la llevó a deducir que él aún se encontraba en la mansión; por lo que se encaminó hacia su habitación, sintiéndose agotada física y mentalmente, Odiaba a Irina con todo su ser y, por mucho que lo pensara, n
Después de cortar la comunicación, Camila guardó su teléfono en el bolsillo de su chaqueta y se puso de pie, mientras se bebía el té de un sorbo. —¿Señora? ¿Qué sucede? ¿A dónde va? —preguntó Mary, abriendo los ojos de par en par. —Tengo que ir a la comisaría. Si Alex llama, dile que he ido porque he tenido que hacer unos trámites con respecto al accidente de mi hermana —mintió, sin siquiera titubear. Mary frunció el ceño, pero no dijo nada y se limitó a asentir, mientras observaba cómo Camila salía de la cocina, rumbo al vestíbulo.Camila temblaba de pies a cabeza, aunque esto no fuera real. El nerviosismo y la ansiedad que se había instalado en la boca de su estómago hacían que no pudiera respirar con normalidad. Sin perder tiempo, tomó su bolso, se calzó los zapatos de calle y salió hacia el exterior, en busca de Xavier; a quien encontró encargándose del mantenimiento de un Mustang de color rojo que se encontraba prácticamente al final del enorme garaje en el que Alex guardaba
Xavier parpadeó un par de veces, mientras alternaba la mirada entre la carretera y el espejo retrovisor. —¿A qué se refiere, señora? —preguntó el hombre, con cautela. —Pues a eso —respondió Camila en un suspiro, mientras se sentaba erguida contra el respaldo del asiento trasero—. ¿Qué sabes de los negocios de Alex, y qué relación hay entre él y Gabriel? —Pues, a ver, señora, sé lo que todo el mundo sabe. El señor Alex Johnson se dedica a un gran número de empresas, desde empresas de inversiones, pasando por tecnología y terminando en la moda. Todos los rubros que existen en la ciudad poseen una gran empresa que es propiedad del señor —respondió el hombre con sinceridad. —¿Estás seguro? —preguntó—. ¿No sabes si ha hecho tratos sucios?—No, señora, el señor no me cuenta sus negocios, realmente. No sé si ha hecho algo ilegal o no —contestó, sin rodeos—. Sin embargo, si me lo permite, ¿por qué lo pregunta? Por lo que sé, el señor es sumamente honesto y no le gustan los tratos que se s