Primer aviso

Estaba molesta, mucho muy molesta, que Schlunk decidiera sobre mi equipo era algo inapelable, era el director del instituto, pero no podía soportar que no me dejara decidir sobre quién sería el reemplazo de Frederick. Sabía perfectamente su estado crítico de salud, lo había visto vomitar sangre oscura, perderse en una laguna de recuerdos que lo atormentaban, en crisis existenciales más complicadas que de las de un humano promedio.

Lo había visto gritar, cubrirse los oídos como si alguien le estuviera rasgando los tímpanos, perderse ante esa droga llamadas Fenills.  

— ¿Estás enojada porque teniéndolo cerca no podrás lograr sacarlo de tu mente, no es así? —Preguntó Louis, y tenía razón.

Así que mejor no respondí, solo seguí viendo al frente hacia el lago. El lago era verde oscuro y el viento que corría era frío, mi piel se enchinó; era algo infantil de mi parte que saliendo del despacho del director me convirtiera en cuervo sin importarme el qué dirán, ni aunque algunos me tacharán de presumida, era lo que decían mucho. “La Presumida Lisa Walker”. Los que sabían lo que había pasado podían entender mi soledad e individualidad en el entrenamiento y cuando me pedían que peleara con un estudiante trataba de ser lo más suave que podía. Meses de entrenamiento con Le François me había vuelto fuerte, según él, casi indestructible. Lo cual no estaba totalmente segura, había visto el poder de El Duque para comparar fuerzas, aunque más bien, peleé con mi hermano que no era mi hermano, supe que aunque el enemigo pareció ser absorbido, nada lo había dañado lo suficiente para que yo pudiera ser más fuerte que él.

—He adivinado —continuó Louis que se posaba en mi rodilla, él era el único que sabía todo de mí; era como si sintiera todo lo que yo, a veces me asustaba saber que él era mi otro yo.

Me mordí los labios y corté el pasto bajo mi cuerpo.

— ¿Qué quieres que te diga?

—Lo que sientes por dentro. Lo que te está ahogando, lo que hace que sientas esa frustración, cuéntale todo al viejo Louis. Las penas amargan el alma, las vuelve gris y poco a poco sin darte cuenta, se estará ahogando en la negrura de las lágrimas que no quisiste derramar por intentar ser fuerte y útil para los demás.

Me miró con esos profundos ojos negros cual pozo sin fondo ¿Y cómo negarme a responder si él lo sabía perfectamente?

—No quiero que él esté en mi equipo. Ya ¿Satisfecho?

—Un poco —miró hacia al frente, era pequeño pero era más sabio que todos los hombres que conocía—, pero recuerda, Lisa querida, que un corazón protegido sufre más que un corazón expuesto.

Hice un mohín, probablemente él tuviera la razón, pero… no quería volver a sufrir de nuevo, traté de mantener alejado a Cam y a Nery de mí con la Persuasión (un poder exclusivo de la Sempiternal que había aparecido desde la muerte de mi abuelo) pero esa vez no funcionó y no supe por qué. Y por eso acepté que Schlunk enviara a los del Clan Cruz para hacer el trabajo sucio por mí. Y los extrañaba tanto que dolía, dolía que ellos no me extrañaran, que no supieran de mí, pero era culpa mía, de nadie más.

—No podré salvarlos a todos —fue lo único que dije y él me miró sorprendido, viéndolo bien no parecía un cuervo viejo, sino uno joven con el corazón de un viejo.

—El amor no duele; es hermoso, lo más bello que podría existir en este mundo, pero no amar te vuelve un ser sin corazón. ¿Piensas que amar a las personas te hará débil? —Cuestionó, bajé la mirada, no era exactamente eso.

—No, siento que amar a las personas será la causa de mi destrucción en algún momento.

— ¿Por eso la insistencia en ingresar a las Fuerzas Especiales? —Preguntó, él les llamaba así a los Cazadores, ya que era eso exactamente lo que significaba en la Orden.

Asentí.

—A donde tú vayas, yo iré.

—Eso significa mucho para mí —dije tratando de no llorar, pero cuando venía a este lugar, tan silencioso, con el viento bailando sobre tus manos y el canto de las aves inundando tus sentidos era fácil dejarte llevar por los sentimientos y sacar todo lo que tenías dentro sin que nadie viera lo débil que eras. Dejando que el muro que cubría tu corazón se desmoronara ante un llanto que llevaba preso durante varios días, quitándote la máscara que cubría tu verdadero aspecto.

—Era esa especie de aura que me gustaba ver siempre —señaló.

— ¿Qué quieres decir? —Pregunté sorbiendo mis mocos.

—Tu aura se ha tornado un poco oscura, del purpura claro al purpura obscuro, algunas veces se vuelve muy tenue y otras casi rojo sangre, hubo una ocasión en que estuvo como añil, varias veces estuvo de un color verde musgo al cobre.

— ¿Eso qué significa? —Inquirí.

—Tu bipolaridad —se rio de su propio chiste.

Entorné los ojos viéndolo como se reía de mí.

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—Extraño a Irianna —dijo Seth mientras se comía una pierna de pavo.

—Yo no suelo extrañar a nadie, pero Seth tiene razón —repuso Taka mientras se bebía el café.

—Pero, debemos alegrarnos por ella ¿No? —Intuyó Andy quien no dejaba de comer al igual que aquellos dos.

Durante mi ausencia, él había logrado trabajar con su don, y formaba parte del equipo de Will y Mason.

Irianna había sido aceptada por los Cazadores Especiales después de haber demostrado su fuerza y determinación en aquella pelea, pero se había ido a la Fortaleza, dentro del bosque, aunque a veces venía de visita, no era lo mismo. Y solo estábamos nosotros, los tres chicos y yo. Fred siempre estaba con Shesina, comía con él, dormía con él, entrenaba con él. Hasta Seth decía que cagaba con él, pero, era porque el viejo brujo era el único que podía cuidarlo y darle seguimiento mientras el veneno demoniaco lo consumía por dentro.

Era la cena, los Exorcistas, tanto nuevos como los que ya estaban, se encontraban sentados en las largas mesas, comiendo la mejor comida preparado por las chicas, y Shu, quien era mimado por ellas, se encontraba en mi regazo.

—Esa bola de pelos algún día te hará enfermar —la voz socarrona de Mason a un lado hizo que detuviera la albóndiga que iba a mi boca—. Y no es que me interese mucho, pero no quiero pasar un día vigilándote en la enfermería.

—Nadie pidió tu servicio de niñera —mascullé metiéndome la albóndiga en mi boca, masticando, saboreando.

Oí una leve sonrisa de su aterciopelada y seductora voz.

—Le François quiere hablarnos antes de partir a Londres. Te esperamos a las veintiún horas. Lo que significa —miró a su reloj—, en diez minutos.

Y se fue caminando con parsimonia, sonreí al verlo, mientras se topaba con Will, quien traía una bandeja llena de comida y detrás de él venía Demian, con un aspecto de estar molesto. No me sorprendía. Siempre parecía molesto.

Me levanté de la mesa y llevé mi bandeja, yendo al lado contrario donde debía estar. Caminé por los pasillos desiertos y una vez cerciorándome de que no hubiera nadie, me convertí en cuervo, había aprendido a convertirme en un solo cuervo —en el cuerpo de Louis o de otro— sin la necesidad de inundar el lugar con todos mis hermanos, y aterricé en el dintel de la ventana de Le François quien se encontraba desparramado en su butaca favorita, bebiendo un vino francés mientras disfrutaba de su sabor con los ojos cerrados.

Su oscuro cabello había crecido un poco, enmarcando más su pálido rostro y las líneas de expresión eran más notables aun habiendo matado a Grandes Demonios aquella vez, al verlo noté que su “inmortalidad” hacía que su cabello se oscureciera más e incluso sus ojos, que según me habían contado; eran verdes pero conforme pasaba el tiempo el tono oscuro siempre ganaba. Tenía tres anillos de oro antiguo adornando sus delgados dedos.

—Me gusta tu fogma de pensag —dijo aun sin abrir los ojos—, pego debes seg silenciosa al momento de batig esas alas.

—Lo tendré en cuenta —repliqué sentándome al frente de él, sirviéndome una copa del vino que se encontraba en la mesilla cuando Mason tocó, supe que era él.

—Pasa —dijo mi Mentor.

Cuando se abrió la puerta, Mason me miró casi cayéndosele la mandíbula.

—Llegas tarde —anuncié echándole una mirada a mi reloj y bebiendo del vino, reprimiendo la risa al ver su rostro.

Su sonrisa moja bragas me molestó un poco. Se sentó en la otra butaca, tomándose la molestia de prender un cigarrillo, ya que nuestro mentor nos daba la libertad de beber y fumar si quisiéramos, siempre que lo hiciéramos bajo su consentimiento y presencia.

Le dio un sorbo a su vino y me miró a mí.

—Bien, en la mañana pagto hacia Londgues. No sé pog cuanto tiempo, voy a la Congregación de Exogcistas en nombre de Jaime Schlunk y como Lideg del Clan Esencia, ya que, estamos en alegta goja.

—Entiendo —hablé—, pero eso no es de lo que quiere que hablemos o ¿Sí?

—No, toma —dijo sacando una pequeña carta que tenía en el bolsillo de su chaqueta—. Busca en esas direcciones, pregunta pog Ludwig, él sabe cosas y podría sabeg el pagadero Lana Bernadelle quien podría dar con Ville. Y Mason, quiego que la acompañes, me interesaguía sabeg pog qué Alan Walker pidió que ocultagan a Elisa de la Ogden.

—No pienso formar equipo con él —espeté.

—No está en discusión o tu pegmiso paga salir de la Ogden se anula. Eso es todo, se pueden retigag.

Mason se levantó con una mirada que interpreté como que estaba disfrutando ser la astilla de mis manos, y sin decir nada cerró la puerta mientras que yo me quedé bebiendo del vino. Esperando a que mi mentor me dijera que era broma, cosa que jamás sucedió.

—Le François, por favor, él no. Puedo cuidarme sola, sabes que soy capaz.

— ¿Prefieres a Demian Passmogue? —Cuestionó sin verme, mientras veía a la ventana—. Sé perfectamente que egues capaz, lo has hecho bien, pego no me arriesgaré.

— ¿Por qué quieres ayudarme de repente?

Esta vez se giró para verme, y con un suspiro, soltó.

—Expeguimentos en la Base Dos, Siete y Cinco —susurró, la Base 2 significaba Richmond, Siete, los Ángeles y Cinco Toronto—. Me páguese que esta vez ya no es solo el Duque quien hace estas cosas sucias. El nuevo Lídeg del Concejo Internacional de Exorcistas, Oliveg Mabbit fue el que ideó todo esto. Lo que antes se hacía, o lo que sigue haciendo son que los Cuervos implantan los ojos de un Esencia o de cualquier otro Clan que la necesite a un Elegido, aquel quien posea los Ojos Azules, pego no todos, sino solo aquellos quienes puedan sopogtag la Transición. Sí, eso se hace. Pego —se pausó—, lo que Oliveg ha ideado es hacer el uso de los demonios paga implementag nuestga fuegza. Y eso es lo que iré a veg. Solo que, de esto no debe salig de esta habitación.

—Soy una Tumba es mi segundo nombre.

—Bien, ahoga, desapaguese.

—Como el maestro lo desee —hice una reverencia y salí de la habitación, pero antes de que bajara por la escalera de caracol, mi maestro llamó por la puerta.

—Lo que Ville os diga, no debe afectagte, ni aunque te diga que Mitchell está vivo.

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