Mitchell: Sus labios sabían a vainilla y su piel era tan suave que podría compararla con las nubes, tan cálida como un sol en verano y su forma de tocar mi rostro era simplemente sensacional. Y cada fibra de su piel vibraba bajo mis dedos, cada línea sanguínea se alborotaba y entonces sonreí.Puse mi frente contra la suya. —Vaya, me ha gustado —sonreí y ella también lo hizo.—A mí me gustas tú, Mitchell Walker.No obstante, la felicidad, o más bien. Mi dicha suele durar muy poco, una visión atravesó mis ojos hasta revelarme una película de terror; mi hermana y ese joven Mason peleando con varios hombres con rasgos que no la podía comparar como la humana por más que tuvieran su aspecto. Recordé al hombre que succionaba a una mujer en Londres, pero no solo eso, sino que varios lobos extraños de un tamaño descomunal. Sin embargo, eso no es lo que me hacía llamarlo pesadilla, eran aquellos demonios horribles que habían atravesado las paredes gracias a un ser oscuro que les había abierto
Demian: Todo lo que había sentido se había esfumado mucho antes de que supiera que ella seguía con vida. Incluso si la hubiese amado en verdad, la había dejado fuera y sus recuerdos solo eran recordatorios de cuan cierto era el lema de los Esencia.“No eres tú, soy yo” había dicho Micaela como despedida cuando pensé que se dejó llevar por aquel enorme demonio hace ya varios años y cuando la vi hacía meses atrás solo pensé en crear un demonio igual al que se la había llevado, pero que esta vez sí se la llevase en serio a manera de que todo quedara como antes. Conocía bien sus habilidades y sabía bien que era peligrosa, y no por la invocación que antes tenía, sino que poseía la Esencia y bien combinándolo con poderes demoniacos, la hacía más cruel y vil de lo que ya había sido antes.La veía enfrentarse contra Irianna e inmediatamente sabía que no estaba del todo inmiscuida en la batalla, sino más bien se dedicaba solo a esquivar los ataques y cuando ya no le quedaba opción daba una se
Los cristales de la ventana eran completamente blancas, las paredes se mantenían cálidas gracias a los Cuervos y a las velas gruesas en los candelabros a cada cinco metros y detrás de las ventanas podía adivinar que todo estaba cubierto de nieve blanca, como un manto que había caído sobre el instituto y sus terrenos. Pero apenas estábamos a iniciando diciembre o iniciaría en dos días, había perdido la cuenta de los días y meses. Me quedé por un rato absorta ante todo, de lo que había pasado y de lo que podía suceder en un futuro no muy lejano. Y entonces me di cuenta de que Demian estaba al frente de la cama, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Tenía el cabello plateado alborotado, y la mitad de su rostro amoratado, su mejilla izquierda estaba inflamada y un ojo cerrado, el labio partido y rojo. Rápidamente me puse en guardia, el único recuerdo que tenía de él por el momento es que tenía sus manos en mi pecho, y no precisamente de una forma amistosa o como la vez
Mitchell: — ¿Hiciste qué? —Exclamó Le François, nunca lo había visto tan furioso. Su rostro pálido ahora despedía un color rojizo, sus ojos igual estaban rojos por la Esencia activa, sus dientes chocaban entre ellos. Había acabado ya con el escritorio de caoba del director, había golpeado sin usar su poder contra Schlunk, pero su fuerza había sido tan impresionante que había logrado tirar y despedazar un librero. Al igual que él, sentía una furia que sobrepasaba todo, solo que este Cuervo me mantenía quieto con una cuerda que relajaba todos los músculos. —Son órdenes del Alto Mando —respondió pasivamente Schlunk, intentando calmar al francés. —PATRAÑAS… ESO ES LO QUE ES —gritaba, su aura, su sangre, todo él era ira pura—. Es solo una niña, Jaime, ¡una niña que jugaste proteger! —No le harán daño, solo… —una bofetada más. Pero ni eso hacía que el director perdiera sus cabales y luchara contra él, porque según él y las órdenes del Alto Mando eran inapelables. —Schlunk —hablé, hac
Narra Demian: Fuego, un poco de luz. El fuego negro me lamía la piel. Mi brazo izquierdo había sido el causante de todo —no podía verlo, pero lo sentía, eran rugosos— algo nadaba dentro de él. Por supuesto. Éste brazo había tenido la oportunidad de estrangular el corazón de Elisa. No sabía lo que había pasado para llegar a ese punto, pero nunca había sido intención mía llegar a lastimarla de esa manera. Romper su corazón, literalmente. Había visto el fuego, el fuego blanco. Un ojo de dragón. Un gato negro, no, no era un gato; había sido una pantera negra, con una espada negra y un veneno rojo. La espada de Goth. Sumido en la negrura y el fuego, sabía que había hecho algo imperdonable. Que todo se había ido por la borda por más que luchara por controlarlo, pero los planes del enemigo habían sido llevados a cabo con éxito. Pues en realidad había sido uno de sus juegos favoritos; poner a los Exorcistas unos contra otros, deshacerse de grandes lazos de amistad y cariño por artilugios o
Estaba rodeada, sonreían de una manera maliciosa. Sus brillantes ojos me hacían escocer los míos. Se reían y gruñían como si se dijeran algo entre esos gruñidos. Pero además de preocuparme por ellos, no sabía realmente donde me encontraba, podía ser Reino Unido, pero algo no cuadraba. Los bosques eran mucho más espesos, sombríos y fríos. Los goblins eran escasamente inteligentes para repartirse por el mundo, por lo que según había leído eran de Alemania y parte de Austria. Sin embargo, eso había sido mucha antes de que mi padre hubiera decidido usar sus cuernos para una cura. Ellos habían huido hacia las islas. Debía estar en una isla. Me erguí completamente, esperando a que atacaran. Podía ser que no me sintieran o no me vieran, pero sabía que ellos tenían un olfato muy desarrollado y que su velocidad no era tan buena como su fuerza, pero en mi estado no estaba segura de poder confrontarlos a todos. Con demasiada lentitud dirigí mi mano hacia los bolsillos de mi jean, no tenía ning
Mitchell:Las sabanas seguían sin cambiarse, sus cosas aún se encontraban en la mesa de noche, pero no había nada que avisara que él estaba dentro de la habitación. La puerta del baño estaba cerrada y no había rastros de él. —Tiene que haber una explicación —El director le susurró a Le François. Yo seguía atado y el Cuervo me llevaba como si fuera una mascota—. Mason no lo haría…Schlunk también se había quedado pasmado, mientras la herida de su frente y sus labios se iban cerrando. Pero el francés no mostraba nada de lo que había visto antes, era una piedra. No sabía si era por el simple hecho de que su pupilo fuera un traidor o porque también él era un traidor ¿en quien confiar ahora? Nadie. La Orden Negra sin duda era un lugar donde podías pelear contra el mal, y nunca dejar que entre a sus terrenos, pero, en sus corazones, la oscuridad era demasiado tentadora.—Mason Arthur Collins. —Llamó Le François mientras se aproximaba a la cama de la que nadie quería acercarse, hasta que se
Demian:Sí, estaban hablando de ella. Luego de que Micaela me dejara y el Cuervo sonara la alarma, decidieron que me llevarían a la enfermería y que ahí estaría vigilado por los Cazadores. Sin embargo, cuando llegué caminando por mi propia voluntad, atado con una cuerda que dormía todo mis dones, oí cómo Mitchell decía que la habían enviado a su muerte, también se encontraba atado, aunque deducía que se encontraba furioso, así en cuanto escuché eso, pude saber inmediatamente de quien hablaban, aunque esperaba a que no fuera cierto. Mason también se hallaba ahí y por alguna razón me molestó verlo, más bien era una furia.—Demian —habló Mitchell, noté por ahí alivio en su voz de niño que le han quitado a su madre, una pizca de remordimiento y dos cucharadas de culpa y había visto en mí alguien que podía a darle una paliza al director —. Se han llevado a Elisa.—No me lo tienes que recordar niño —respondí tajante—. ¡Schlunk hijo de perra, si me dices que enviaste a Elisa con el Concej