Mitchell: — ¿Hiciste qué? —Exclamó Le François, nunca lo había visto tan furioso. Su rostro pálido ahora despedía un color rojizo, sus ojos igual estaban rojos por la Esencia activa, sus dientes chocaban entre ellos. Había acabado ya con el escritorio de caoba del director, había golpeado sin usar su poder contra Schlunk, pero su fuerza había sido tan impresionante que había logrado tirar y despedazar un librero. Al igual que él, sentía una furia que sobrepasaba todo, solo que este Cuervo me mantenía quieto con una cuerda que relajaba todos los músculos. —Son órdenes del Alto Mando —respondió pasivamente Schlunk, intentando calmar al francés. —PATRAÑAS… ESO ES LO QUE ES —gritaba, su aura, su sangre, todo él era ira pura—. Es solo una niña, Jaime, ¡una niña que jugaste proteger! —No le harán daño, solo… —una bofetada más. Pero ni eso hacía que el director perdiera sus cabales y luchara contra él, porque según él y las órdenes del Alto Mando eran inapelables. —Schlunk —hablé, hac
Narra Demian: Fuego, un poco de luz. El fuego negro me lamía la piel. Mi brazo izquierdo había sido el causante de todo —no podía verlo, pero lo sentía, eran rugosos— algo nadaba dentro de él. Por supuesto. Éste brazo había tenido la oportunidad de estrangular el corazón de Elisa. No sabía lo que había pasado para llegar a ese punto, pero nunca había sido intención mía llegar a lastimarla de esa manera. Romper su corazón, literalmente. Había visto el fuego, el fuego blanco. Un ojo de dragón. Un gato negro, no, no era un gato; había sido una pantera negra, con una espada negra y un veneno rojo. La espada de Goth. Sumido en la negrura y el fuego, sabía que había hecho algo imperdonable. Que todo se había ido por la borda por más que luchara por controlarlo, pero los planes del enemigo habían sido llevados a cabo con éxito. Pues en realidad había sido uno de sus juegos favoritos; poner a los Exorcistas unos contra otros, deshacerse de grandes lazos de amistad y cariño por artilugios o
Estaba rodeada, sonreían de una manera maliciosa. Sus brillantes ojos me hacían escocer los míos. Se reían y gruñían como si se dijeran algo entre esos gruñidos. Pero además de preocuparme por ellos, no sabía realmente donde me encontraba, podía ser Reino Unido, pero algo no cuadraba. Los bosques eran mucho más espesos, sombríos y fríos. Los goblins eran escasamente inteligentes para repartirse por el mundo, por lo que según había leído eran de Alemania y parte de Austria. Sin embargo, eso había sido mucha antes de que mi padre hubiera decidido usar sus cuernos para una cura. Ellos habían huido hacia las islas. Debía estar en una isla. Me erguí completamente, esperando a que atacaran. Podía ser que no me sintieran o no me vieran, pero sabía que ellos tenían un olfato muy desarrollado y que su velocidad no era tan buena como su fuerza, pero en mi estado no estaba segura de poder confrontarlos a todos. Con demasiada lentitud dirigí mi mano hacia los bolsillos de mi jean, no tenía ning
Mitchell:Las sabanas seguían sin cambiarse, sus cosas aún se encontraban en la mesa de noche, pero no había nada que avisara que él estaba dentro de la habitación. La puerta del baño estaba cerrada y no había rastros de él. —Tiene que haber una explicación —El director le susurró a Le François. Yo seguía atado y el Cuervo me llevaba como si fuera una mascota—. Mason no lo haría…Schlunk también se había quedado pasmado, mientras la herida de su frente y sus labios se iban cerrando. Pero el francés no mostraba nada de lo que había visto antes, era una piedra. No sabía si era por el simple hecho de que su pupilo fuera un traidor o porque también él era un traidor ¿en quien confiar ahora? Nadie. La Orden Negra sin duda era un lugar donde podías pelear contra el mal, y nunca dejar que entre a sus terrenos, pero, en sus corazones, la oscuridad era demasiado tentadora.—Mason Arthur Collins. —Llamó Le François mientras se aproximaba a la cama de la que nadie quería acercarse, hasta que se
Demian:Sí, estaban hablando de ella. Luego de que Micaela me dejara y el Cuervo sonara la alarma, decidieron que me llevarían a la enfermería y que ahí estaría vigilado por los Cazadores. Sin embargo, cuando llegué caminando por mi propia voluntad, atado con una cuerda que dormía todo mis dones, oí cómo Mitchell decía que la habían enviado a su muerte, también se encontraba atado, aunque deducía que se encontraba furioso, así en cuanto escuché eso, pude saber inmediatamente de quien hablaban, aunque esperaba a que no fuera cierto. Mason también se hallaba ahí y por alguna razón me molestó verlo, más bien era una furia.—Demian —habló Mitchell, noté por ahí alivio en su voz de niño que le han quitado a su madre, una pizca de remordimiento y dos cucharadas de culpa y había visto en mí alguien que podía a darle una paliza al director —. Se han llevado a Elisa.—No me lo tienes que recordar niño —respondí tajante—. ¡Schlunk hijo de perra, si me dices que enviaste a Elisa con el Concej
— ¡Eli? ¿Eli! —Llamaba mi abuelo, estaba encima de un árbol de roble, la tarde ya casi caía, el sol iba a ocultarse pronto, pero no me importaba; me habían suspendido del colegio por haber cortado el cabello a Melisa, porque ella se había burlado de las trenzas que mi abuelo me había hecho viendo tutoriales en YouTube y me había enviado el almuerzo en con formas de animales como los que acostumbran en Japón. Sin embargo, el osito a mi abuelo no le había salido a la perfección y se había deformado en el camino.Lo había abrazado esa mañana al entregármelo y así me fui al colegio junto a Nery con una felicidad que desapareció cuando vi la boca torcida de mi compañera. Tenía nueve años, seguía oyendo las voces que intentaba ignorar jugando y tomando el medicamento que mi abuelo decía que debía tomar para no soñar con cosas feas.— ¡Vete! —Le había gritado sorbiendo moco.Alzó la mirada y me vio, sonrió.— ¡Pero mira! —exclamó—. Ya eres toda una mono araña —no sonaba enfadado.Quería
El frío recorría toda mi columna vertebral, la ausencia de sentimiento era algo extraño pero no incomodo, simplemente era la sensación de no tener ni un peso encima, ningún recuerdo ni mucho menos dolor. Quizás hasta podía decir que era más fuerte que antes, y mientras caminaba de vuelta al instituto en medio de bosque que rodeaba la Fortaleza de los Cuervos, podía sentir la presencia de todos los seres que lo habitaban, los pequeños pasos, las mordidas que las ardillas a las bellotas, las luces mucho más brillantes y coloridas. Sin embargo, esa sensación que pude haber percibido antes ya no me provocaba nada, y sabía que era bueno y malo y así lo había decidido. Caminaba por el camino bordeado de arbustos y flores, y debía sentir paz, no la sentía. Así que cuando llegó Louis a mi hombro tampoco me sobresalté. —Ha funcionado —comentó.—Sí —respondí gélida.—Eso es bueno, porque El Duque ha atacado el instituto de Nueva York intuyendo que ahí podría encontrar un ojo fuerte, no lo
Nery:—No lo sé —suspiré—. Solo, siento que alguien me falta, al ver esa chica en el café en Richmond.—No había nadie ahí, —recalcó Cam— buscamos por todos lados y no había nadie, aun no estoy ciego.—Pero es que ¡Desapareció! Justo ante nuestros ojos.No es que él no entendiera o que yo estuviera loca, hubiera querido estarlo, pero cada día sentía que me faltaba algo, como una extremidad que sabías que había estado y ahora ya no. No podía asegurar lo que me hacía falta ni porque no quería volver a casa, mamá me decía que la había abandonado por ese hombre y casi mencionaba a alguien pero no lograba terminar eso y me dejaba ir en casa de Cam que le había heredado el viejo Jhonny. Pero en esta casa había aparecido una chica con otra chica pelirroja que tenía una extraña marca en la frente y habían desaparecido, como si algún vacío se las hubiera tragado. Creí haber visto otra vez a la misma chica en una cafetería hacia días, pero ella estaba con un chico guapo y ella tenía el cabel