Mi nombre es Jack Black, un multimillonario bastante excéntrico pero que siempre está en las sombras. Soy dueño de innumerables empresas, casinos, hoteles y un sin fin de negocios bastante exitosos.
Pero mi mayor fuente de dinero es nada más y nada menos que el equipo de Fútbol Americano: Los Pittsburgh Steelers, de Pensilvania. Muchos creen que el dueño es otro, pero, eso es mera tapadera para mí.
Crecí en las frías calles de Nueva York, mi madre era una mujer drogadicta que siempre traía hombres a la casa, los cuales la golpeaban, abusaban de ella como querías y yo, siempre terminaba recibiendo lo mismo que ella. Abusos, maltratos, hambre, sed.
Siempre me pregunté ¿Por qué la vida era injusta? ¿Que había hecho yo para merecer ese trato? Muchas veces me arrincone en el pequeño armario que teníamos con tal de esconderme de sus abusos, muchas veces mendigue en la basura para obtener un pedazo de pan, algo de beber o simplemente mirar que podía encontrar.
¿Cómo llegué hasta dónde estoy? Bien les contaré, un día mi madre se drogo junto con su pareja que empezó a convulsionar, me asusté tanto que salí corriendo el apartamento, toqué en todas las puertas despertando a los vecinos. Unos 3 hombres salieron y yo con lágrimas en los ojos les supliqué.
― ¡Por favor mi mami no sé qué le pasa! ― grité a todo pulmón, era solo un niño de 6 años. Un señor algo gordo, pero bastante amable me tomo de la mano y me llevo a casa mientras mire que le decía algo a otro hombres.
― Vamos a ver chico, ¡Russel llama a la policía y una ambulancia! ― me cargó en sus brazos y fuimos a mi departamento ― Si te digo que no mires no lo hagas ¿Estamos?
― Si señor... ― respondí muy inocente.
― ¡Santo cielo! No mires pequeño... No mires ― el hombre me abrazo y las demás personas llegaron e hicieron la misma exclamación que él.
Me llevo a su casa y me dejó con su esposa quien me ofreció algo de comer, lo acepté pues tenía mucha hambre, pero, aún lloraba por mi mamá.
― ¿Mi mami estará bien? ― pregunté inocentemente.
― No lo sé cariño, no lo sé ― su voz sonaba algo triste, solo me abrazo y acarició mi espalda.
La policía llegó más tarde al igual que los médicos, en ese momento vi como sacaron a mi mamá en una camilla y yo corrí tras ella soltándome de la mano de la mujer policía que estaba hablando conmigo.
― ¡Mami! ¡Mami! ¿A dónde vas mami? ¿A dónde se la llevan? ― mis lágrimas caían a un más pues, como todo niño, amaba a mi madre con el corazón, aunque me lastimara físicamente.
― ¡Pequeño espera! ¡No corras así! ― la mujer policía corrió tras de mí y otro hombre con uniforme me agarró, intenté zafarme de su agarre, pero no pude.
― ¡Déjeme ir, quiero ir con mi mami! ¡Mami no me dejes por favor! ¡Mami despierta! ― el oficial intentaba calmarme, pero, era inútil. Llore y llore hasta que me quede abrazado el policía y estos me llevaron a la estación.
No entendía nada de lo que sucedía, yo solo quería ver a mi madre. Aunque me lastimara a veces y luego me abrazara. Aunque no hubiera comida en la casa y luego me llenará de ella, jamás entendí esa parte de mi madre, pero, la amaba así.
Tiempo después me llevaron a un orfanato, yo jamás he sido alguien atractivo como la mayoría de los de mi país. Era tímido, algo cerrado, casi no me gustaba entablar conversación con las personas y eso, era más que motivo para que los más grandes siempre me lastimaran.
Pero, tenía un arma a mi favor, nunca dejaba que se propasaran conmigo. Cuando me molestaban al principio era paciente, pero, si llegaban a mi límite, devolvía el golpe, aunque el otro niño o niña fuera más grande y fuerte que yo.
Cuando tenía 8 años unos señores muy elegantes me visitaron en el orfanato, la mujer sonreía mientras me acariciaba el rostro. Yo la miraba y podría jurar que era increíblemente hermosa, el hombre era bastante bien parecido y se notaba lo amable y buena persona que mostraba ser.
― Entonces ¿Les parece oportuno hablar en mi estudio? ― pregunto la Madre Mery, ella era una de las monjas que nos cuidaba y valla que lo hacía muy bien, hasta la fecha es una persona que amo demasiado.
― Si vayamos, pequeño vendremos más adelante ¿Sí? Recuerda mi nombre soy Scarlett Black y él es Frederick Black ― dijo la mujer rubia con una sonrisa que le iluminaba el rostro.
― Entiendo, lo memorizare ― sonreí y el hombre alboroto mi cabello.
― Buen chico, nos vemos campeón.
Esa fue la primera vez que vi a mis padres, ya que días después salí con ellos pues me habían adoptado. Aunque extrañaba a mi mamá, y siempre llevaba una foto de ella; había entendido que ella estaba muerta y yo no podía hacer nada.
Creo que, desde ese momento dejé mi niñez y me preocupé más por cosas de adultos. No jugaba con carritos o a las escondidas como muchos lo hacen, si no, ayudaba a mis padres en la casa, aunque era una mansión sentía que les debía esa parte por haberme acogido.
Cuando llegue por primera vez a la que es mi casa ahora, no pida creerlo, era gigante y tenía todo lo que un niño soñaría. Los señores Black siempre fueron la más cálida muestra de una familia feliz.
Podía sentir que me amaban con todo el corazón, con ellos crecí en un ambiente sano, lleno de amor, de paciencia. Mi madre cocinaba para mí y mi padre, me enseñaron a andar en bicicleta, a montar a caballo. Con ellos conocí las 8 maravillas del mundo, podría decirse que lo tenía todo.
Mi padre era el antiguo dueño del equipo de Football americano del que ahora yo estoy a cargo. Me enseñó como administrarlo, me enseñó cada jugada, cada fase de este deporte del que soy podría decirse, un fanático, pero no lo juego y nunca podré jugarlo.
Mi padre a parte tenía una empresa joyera la cual le daba millones y millones en ganancias cada año. Cuando cumplí 23 años me pidió que aprendiera de el pues ya me había graduado en Administración de empresas y negocios internacionales en la universidad de Harvard, desde chico mi madre me decía que tenía un gran cerebro y valla que lo comprobé.
Tristemente mi felicidad no duró para siempre, mi padre falleció en un accidente de auto en el que también estuvo involucrado un primo de mi padre y su esposa, dejándonos a mí y a mi madre solos. Fue un golpe duro para los dos, pero, juntos salimos adelante contra toda corriente.
A 24 años me hice cargo de las empresas de mi padre y, mi madre insistió en que debía buscar una buena esposa, y así lo hice.
En ese verano del 2008 conocí a la que creía, era el amor de mi vida, Jazmín Cárdenas. Una mujer colombiana muy hermosa con la que accidentalmente choque en una cafetería, valla decir que yo era en ese entonces una figura pública y todos me conocían. Cómo he dicho antes no tenía mucho atractivo, pero tampoco era de mal ver, mido 1.80, trataba de mantenerme en forma así que, bien podía llamar la atención de cualquier chica y justo en ese instante, fue ella la dueña de mi corazón.
Jazmín y yo comenzamos a platicar e hicimos click al instante, para mí era la mujer más hermosa del mundo. Morena, ojos cafés, delgada, un poco más bajita que yo, pero era muy muy bella.Iniciamos una relación a los 6 meses de conocernos, para mí ella era el ángel que llegó a mi vida en una época de tristeza y oscuridad. Mi madre la adoraba y, aunque no era de familia rica, la acepto con todo el cariño que una suegra puede dar.― Cariño deseo que me hagas tuya ― estábamos en su apartamento, se lo había regalado yo como obsequio de cumpleaños, al igual que se lo amueble y le compré un auto.― Mi amor yo también lo deseo ― le susurre al oído mientras nos besábamos en el sillón, la adoraba y quería que todo fuera correcto con ella, hasta quitarle la virginidad.― ¿Entonces por qué
Quería decir que me sentía bien pero no fue así, me sentí un completo perdedor quien había ido a buscar con quién desquitarse ante el engaño de la mujer que yo amaba. Me levanté sin siquiera mirar a la chica rubia quien estaba sumamente sonrojada y despeinada.― Retírate, dile a tu jefe que has hecho un buen trabajo, se te pagará bien ― aún desnudo tome mi pantalón y saqué mi billetera y le di uno fajo de billetes a la chica que se levantaba y tomaba su ropa mirándome como si quisiera decirme algo.― Pero señor...― ¡¿Que?! ¡¿No oíste?! ¡Lárgate mujer y toma los malditos billetes! ― enojado se los arroje y ella asustada los tomo, no sin antes darle una última mirada llena de molestia la cual paso de largo pues no estoy para conse
Mariel…Bueno de mí no hay mucho que pueda contarles, soy Mariel Lamberts, hija del increíble Magnate Russel Lamberts y Catalina Lamberts. Mis padres han forjado su imperio a lo largo de los años gracias a nada más y nada menos que; El football americano.Mis padres son los dueños de uno de los equipos mejor valorados en el mundo: Los Green Bay Parkers, con un valor estimado de más de $2,800,000,000.00 millones de dólares anuales así que, ya saben más o menos mi patrimonio familiar.Desde pequeña me intereso el manejo de esto pues soy sumamente aficionada al deporte, es el corazón de mi nación así que, por ende, debía aprender cómo era.Se que sonara extraño que, como mujer, busque dominar un mundo dónde solo los hombres han tenido acceso, pero, siempre hay una excepción. Mi único hermano, mi gemelo, nunca le ha i
Después de 4 largos años aún sigo al frente del equipo y aún me doy mi lugar como se debe. Me encanta vivir al límite de todo placer, de toda diversión, así que, ahora conocerán un poco de mí.― ¿Iremos hoy al Club Mable? ― pregunto Lena mientras estaba toda acostadita en el sillón de mi oficina.― Llama a Paola, quizás ella quería ir, además es viernes ― contesté sin mirarla, estaba revisando la agenda de los próximos partidos pues apenas empezaba la temporada para el Super Bowl 2018, teníamos que llegar a jugar en él, como siempre lo habíamos hecho.― Bueno, será emocionante. A no ser que quiera desperdiciar el tiempo con ese disque novio que tiene ― dice con tono burlón.― Bueno, supongo que coge bien. Una nunca sabe ― soltamos una risa algo fuerte, adoro a esta chica.
― ¿Qué crees que nos encontremos esta noche? ― pregunto Lena mientras subíamos las escaleras, contoneaba las caderas como toda una diva y como de hacerlo si estábamos por entrar al lugar donde cualquier fantasía podía ser hecha realidad.― No lo sé, quiero algo ligero pero poderoso está noche ― conteste con sinceridad, no estaba de humor para algo más intenso, solo, quería relajarme.― Tienes razón, hoy debe ser algo ligero pero que nos llene por completo ― llegamos a la puerta roja y la asistente nos pido nuestras entradas. Esta era custodiada por un hombre bastante fuerte pues, está zona era demasiado exclusivo y solo si tenías el dinero suficiente podías entrar. Aunque nunca faltaban lo que quisieran colarse y disfrutar de este suculento postre de manera gratuita.
El castaño comenzó a besar y devorar mis labios con fervor, sentía sus manos recorrer mi piel mientras Paolabesaba su cuello. Si algo teníamos es que en ocasiones compartíamos un hombre y solíamos disfrutar de ese tipo de experiencia así que, ya no era nuevo notar que él nos deseaba a las dos.Lena por su parte ya se había perdido con el pelinegro quien sabe dónde y la verdad no me importaba, el alcohol ya estaba haciendo su parte en mi organismo y el ambiente estaba bastante caliente y tentador.— Vallamos a un lugar más cómodo — mencioné mientras el castaño devoraba la boca de mi amiga con alevosía sin igual. Me levanté sin esperar a que ellos me siguieran y, como mi mente ya estaba nublada por la cantidad alocada de Whisky que había bebido, creí entrar a la puerta correcta.Cuando la abrí está me llevo a
Jack...Cuando Eric y Martín me convencieron de venir a este tonto club en Wisconsin, una tonta ciudad donde del frío es horrible aún en el mes de abril. Tengo una reunión con un Directivo de la NFL justo en esta ciudad, sede de los Green Bay Parkers, un poderoso equipo, pero, quien no le llega ni a los talones al mío.— Vamos hoy al Maple hermano — dice Eric cuando estamos en la camioneta que nos lleva al hotel donde se llevará a cabo la reunión el día de mañana por la tarde.— Ustedes vallan, yo tengo cosas que hacer — sin despegar la vista de mi computadora les confirme.— ¡Vamos Jack! No has salido con nosotros en un mes y de verdad que las nenas deben extrañart
Cuando reaccione ella ya estaba arriba de mí, sus labios probaron los míos y yo, solo podía mirar aquellos ojos azules y labios rojos como el carmín. Mi cuerpo, por alguna extraña razón, comenzó a sentir calor.— ¿Que estás haciendo? — pregunte, embelesado por esta mujer que me hacía sentir emociones que hace tanto no experimentaba.— Se que lo deseas tanto como yo, así que gocemos está noche y hazme tuya hasta el amanecer — sus labios se estamparon con los míos dándome una corriente de electricidad que hizo temblar todo mi cuerpo.Comenzó a menear sus caderas sobre mí y podía sentir la humedad de su feminidad. Cuando percibí que mi pene iba endureciéndose poco a poco la locura y la emoción me envolvieron que la acerqué más a mí besando sus labios con una alevosía sin igual.Su aroma era exquisito, su piel suave como la seda, el mero tacto de ella me producía mil sensaciones que hace tanto no experimentaba. Recorrí