¡Holaa!
Un gusto poder volver a saludarlxs luego de unos largos días sin estar por acá. Les escribo esta nota para informarles el motivo de mi ausencia y por qué dejé el maratón que comencé el mes pasado a medias.
Primero que nada les ofrezco una disculpa por ello, pues me fui sin dar explicación de nada y recién aparezco, pero si lo hice fue por problemas de salud.
Tengo serios problemas con la cervical y columna, por lo que me vi muy delicada estos últimos días debido a un fuerte estrés, que cabe destacar, el mismo se reflejó en esas zonas. Por lo que los dolores y rigidez en la cervical, columna y cabeza me impedían siquiera poder levantarme.
Pero bueno, gracias a los relajantes musculares que tomé y el reposo absoluto que tuve, ya me encuentro mucho mejor y gracias a ello estoy acá escribiendo esto.
Quiero agradecer todo su apoyo y sobre todo los comentarios que dejaron en el último capítulo pidiendo más actualizaciones, de verdad que lloro de amor con ustedes. :3
Y bueno, a partir de hoy las actualizaciones seguirán siendo diarias, continuaré con el maratón y pronto tendremos por acá las historias de Vlad y Logan.
Gracias por su paciencia y amor con lo que escribo. Lxs tqm.
Venus Kozlov.
Dasha Petrov Me levanté del sofá como un jodido resorte y caminé hasta la puerta principal; dónde estaba Vlad sosteniendo a Alek por el torso, cuidando que el mismo pudiera caminar con éxito y sin obstáculos. —¿Qué ocurrió, Vlad? ¿Por qué traes a Alek en estas condiciones? —le pregunté preocupada una vez estuve a escasos pasos de ellos. Alek tenía una cara de dolor que decía más que mil palabras además de los ojos cerrados e intentaba respirar logrando hacerlo con mucha dificultad. En su hombro izquierdo tenía una enorme venda que arropaba el mismo, por lo que imaginé que lo que le ocurrió no fue un simple rasguño. —Dasha, por favor trata de calmarte —respondió Vlad de vuelta y eso solo logró ponerme aún más nerviosa de lo normal. Me pedía que me calmara y me quedara tranquila cuando frente a mí estaba Alek, con una herida en el hombro y sin poder valerse por sí mismo. —¿Tranquilizarme? ¿Me pides que me tranquilice cuando traes a Alek casi arrastras y con herida en el hombr
Dasha Petrov 2 Semanas después Paula me miraba a mí y luego la libreta que tenía en sus manos anotando todo. Nos encontrábamos en el jardín de la mansión creando un plan de acción para poder generar ingresos. Después de pensarlo demasiado, tomé la decisión de no seguir dependiendo de Alek, y más aun sabiendo que llevaba una vida en mi vientre y que probablemente la noticia no sería de su total agrado. O tal vez sí. Con la ayuda de ella y María, quien se encontraba en la cocina preparando algunos aperitivos para todas, me encontraba buscando ideas de qué hacer para poder generar ingresos sin tener que salir a trabajar a la calle, y gracias a Dios las opciones que ellas tenían eran geniales. Pero, como no las podíamos llevar a cabo todas, estábamos creando una lluvia de ideas para luego elegir la mejor. Estábamos aprovechando que Alek se encontraba en el despacho con Vlad, algunos de sus socios y Faddei, quién luego de largas semanas volvió a su puesto de trabajo luego de recuper
Alek Vólkov —¿Y bien, Dasha? —pregunté nuevamente al notar como se formó un silencio en el ambiente luego de mi llegada. Me encontraba en el despacho junto a mis socios discutiendo temas importantes y armando un plan de venganza contra Lukyan, el hijo de perra que había mandado a balear mi auto semanas atrás. Fueron largas horas que estuvimos allí dentro, por lo que el encontraba algo ansioso por ver nuevamente a Dasha y poder estar con ella. Intenté darle una sorpresa al llegar sin avisar hasta el área de la piscina, dónde se encontraba. Y lo logré, la sorprendí, pero no como yo esperaba. —A-alek, creí que estabas en el despacho —volteó a verme y su nerviosismo pasó desapercibido para mí. Tanto ella, como María y Paula se encontraban en las mismas; nerviosas a más no poder. Desde hacía días la actitud de Dasha no había pasado desapercibida para mí, pues cada vez se encontraba más distante, ida, secreteaba con María a cada rato, dormía más de la cuenta y hacia hasta lo impo
Alek Vólkov Miré con una sonrisa en el rostro todo a mi alrededor y, posteriormente, volteé a ver a Dasha, quién se encontraba a mi lado observando todo también. La miré con ternura y la traje hasta mi pecho, dejé un suave beso en su cabeza y apreté mi agarré en su cintura. Observé cómo las personas iban y venían, como todos los empleados caminaban a pasos apresurados de un lado a otro terminando de acomodar todo y sonreí. —¿Te gusta? —le pregunto con cautela esperando su reacción. Había ordenado que todo saliera a la perfección para que ella pudiera estar feliz, hoy se suponía debía ser el mejor día de nuestras vidas y, me había encargado de hacerlo posible. La pequeña celebración se llevaría a cabo en el jardín de la mansión, ya que habia podido observar que era uno de los sitios favoritos de Dasha, quién se merecía el cielo entero y yo estaba dispuesto a darselo. Como se lo prometí, con una llamada había logrado que en tan solo horas organizaran nuestra boda. Era algo p
Dasha PetrovLo sabía.Alek sabía de mi embarazo y, como lo imaginé, su reacción no fue lo que yo esperaba.Terminé de bajar las escaleras y continúe caminando dispuesta a salir de la mansión de una vez por todas. Me importaba un carajo la jodida boda, porque mi corazón dolía como los mil demonios y no había nada que pudiera aliviar ese malestar.—¡Dasha, maldita sea! —el grito de Alek se escuchó por toda la casa, logrando captar las miradas de los empleados que se encontraban cumpliendo con sus labores.Mismos que al notar las escena, abandonaron la estancia sin decir ni una sola palabra y sin siquiera mirarnos. Sabía que si lo hacían él sería capaz de mandarlos al carajo. Detuve mis pasos y me volteé a verlo porque sabía que sería inútil que pudiera salir de la casa sin antes escucharlo. Alek tenía el control y siempre que podía me lo hacía saber.—No estoy dispuesta a seguir con la conversación, así que te pido la olvides y me dejes salir en paz.—De aquí no saldrás hasta que term
Dasha Petrov—¿Necesita que la ayude en algo más, señorita? —preguntó con amabilidad el chófer y quise llorar al oírlo. Sí, necesito que me ayudes a aliviar el inmenso dolor que siente mi corazón. —No, gracias —respondí como pude con un jodido nudo en la garganta. —¿A qué hora paso por usted? —preguntó nuevamente y miré el centro comercial frente a mí con una leve sonrisa en el rostro. Él creía que yo venía de compras porque estaba triste, cuando en realidad lo que iba a hacer era esperar que se fuera y largarme a quién sabe dónde, pues no sabía ni qué rumbo tomar. Quería caminar y tomar aire fresco, tenía demasiadas cosas qué pensar y no quería tener ni a Alek ni a sus hombres detrás de mí siguiendo mis pasos. Así que se me ocurrió mentirle al chófer diciéndole que me encontraba triste y que venía al centro comercial a comprar para sentirme mejor. Y él obviamente me creyó, pues dijo que no era la primera mujer que conocía hacia lo mismo.Sí él tan solo supiera. —Yo te llamaré
Dasha PetrovMiré las paredes del departamento y sujeté mis manos entre sí intentando calmar y no dar a demostrar mis nervios. Sergei se encontraba en la cocina preparando café para, según él, ponernos al día con el chisme. Luego de que me hubiera ido a buscar a la cafetería, me había traído a su departamento para que pudiéramos conversar a gusto y sin interrupciones. —¿Te sientes mejor? —su pregunta me sacó de mis pensamientos. Lo miré con atención y asentí. Me tendió la taza de café y la acepté gustosa. Al instante la llevé hasta mis labios y al notar lo caliente que estaba, soplé hasta que finalmente pude darle un sorbo al café. El líquido amargo llegó hasta mi paladar dejando un saber agridulce. Luego, quemó ligeramente mi garganta al pasar por la misma, pero ligeramente por lo que continúe tomando hasta que sentí que era suficiente. Dejé la taza de café encima de la mesita que tenía frente a mí y le presté atención a Sergei, quién se había sentado a mi lado también. —Sí, af
Alek Vólkov(Maratón 1/13)Tiré la puerta del despacho con fuerza y me acerqué hasta el mini bar que se encontraba allí, me serví un trago, me lo bebí de un solo golpe y maldije en voz alta al sentir como el jodido Vodka quemó mi garganta. Dasha se había ido a quien sabe dónde a correr para despejar su mente porque ya no se sentía segura a mi lado, porque la hice sentir mal con mis palabras y jodida actitud. ¡Maldita sea! De mal humor y sin poder controlar mi furia, lancé el vaso de mi vista logrando que el mismo se convirtiera añicos en el piso de mármol. Grité, comencé a golpear y desordenar todo intentando calmar mis demonios, esos que me susurraban al oído que si seguía con mi jodida actitud podía perder a Dasha. Sabía que había sido muy duro y más teniendo en cuenta que ella más que nadie deseaba ese embarazo, pero no podía evitar sentirme furioso conmigo mismo por no poder aceptar a mi hijo, fruto de nuestro amor y, quién además de todo, no tenía la culpa de mis jodidos tra