Dasha Petrov(Maratón 1/3)—Miráme, Dasha —exigió Alek y lo obedecí. Al instante me topé con el hermoso azul de sus ojos y me sentí embrujada por los mismos, pues eran tan hipnotizantes que se me hacía imposible dejar de mirarlos. —¿Qué te hizo ese tipo además de golpearte? Quiero saberlo todo —exigió nuevamente.Inmediatamente mi corazón comenzó a latir frenéticamente al ser consciente de su pregunta, pero aún así y por segunda vez; lo obedecí y decidí responderle. —Para mi sorpresa y buena suerte, me trato mejor de lo que me esperaba, pues según él le había caído bien a su tal amigo Peter y que por complacerlo, me trataría como a una reina —expliqué rápidamente y noté como la expresión de Alek cambió completamente, se tornó oscura y llena de ira, si es que eso aún era posible, pues había podido observar que desde hacía rato su humor no era el mejor y que cada vez su furia aumentaba aún más. Nos encontrábamos en la habitación de la mansión, pues desde que habíamos llegado no me h
Dasha Petrov (Maratón 2/3) —Quiero intentar algo contigo esta noche, ángel —dijo Alek besando mi cuello. Y justo cuando iba a preguntarle qué era eso que quería intentar conmigo, de un solo movimiento se volteó y me acostó en la cama, quedando así encima de mí. Lo miré sorprendida por su más reciente acto y enredé mis piernas en su cintura, pues yo también moría por intentar cosas con él. Y no precisamente cosas de Dios. —¿Esta noche seré tuya? —En cuanto la pregunta salió de mis labios, quise reírme y, a su vez, golpearme por no pensar en lo que decía. —Ya eres mía, ángel —respondió con seguridad aún mirándome a los ojos —. Esta noche simplemente disfrutaré de tu cuerpo, que por cierto, ya me pertenece —añadió y mi excitación creció aún más, si es que eso era posible. Y sin más, me quitó la camisa que ya estorbaba entre ambos. Alcé los brazos y noté como su mirada se tornó oscura al ver mis pechos ya expuestos ante él. Su mirada se asemejaba a la de un depredador a pun
Dasha Petrov (Maratón 3/3) —¿Y a dónde fuiste de vacaciones, Dasha? —preguntó Sergei y lo miré confundida. Aún con comida en la boca, le pregunté: —¿Vacaciones? —Sí, vacaciones —replicó con voz queda. Dejó la hamburguesa que tenía entre sus manos en la pequeña mesa de la cafetería, tomó el refresco que tenía enfrente, le dió un sorbo y luego me miró esperando una respuesta de mi parte. —No entiendo de qué me hablas, Sergei —respondí aún más confundida. Imité su acto y dejé mi hamburguesa encima de la mesa, pues ya no podía seguir comiendo más. Como cosa rara, tenía ganas de devolver la comida y la sensación era cada vez más fuerte, por lo que intentando detenerla, le di un gran sorbo a la botella de agua que se encontraba junto a mí y limpié la comisura de mis labios al terminar. Ambos nos encontrábamos en la cafetería de la universidad almorzando, pues ninguno trajo comida y nos tocó quedarnos un poco más de la cuenta ya que a última hora nos confirmaron que sí tendría
Dasha Petrov Miré con detenimiento el exquisito plato que tenía frente a mí y luego a Alek, quién ya se encontraba degustando el suyo. Comencé a revolver el espagueti con el cubierto intentando relajarme y no ceder ante las ganas inmensas que sentía de devolver la comida. Nos encontrábamos almorzando en aquel lujoso restaurante al que Alek me había traído, pues según él tenía una sorpresa muy importante que darme y el lugar debía ser perfecto. —¿No te gusta la comida, ángel? —preguntó mirándome con detenimiento. —Sí, solo que está algo caliente —mentí. Era una excusa muy mala, pues la comida no estaba lo suficientemente caliente como para no poder comerla, pero al ser lo primero que se me ocurrió y salió de mis labios, decidí mantener la mentira. Pues no quería decir que en realidad lo que sentía era unas inmensas ganas de vomitar que no me las quitaba ni una jodida pastilla. Comer aquella hamburguesa en la universidad fue muy mala idea, definitivamente. Pero al parecer m
Alek Vólkov Las manos me sudaban peor que cualquier otra cosa, mis nervios estaban a mil por hora y Dasha solo me miraba con cara de sorpresa. Aunque no la culpo, pues no todos los días uno va por ahí pidiéndole matrimonio a la mujer de su vida. —Y-yo… —vaciló al responder y aunque no quise interrumpirla para que siguiera hablando, la sonrisa de mi rostro se borró de inmediato al ver como se levantaba de la silla con intención de querer irse. Bajé las manos y me levanté yo también al ver como comenzaba a llorar desconsoladamente, como si le hubiera dicho que alguien importante había muerto o algo parecido, por lo que sin entender nada, decidí acercarme a ella. Pero, para mí sorpresa, dió varios pasos lejos de mí y comenzó a alejarse, como si mi tacto le quemara. —¿Dasha qué te ocurre? —le pregunté confundido al notar cómo comenzó a respirar con dificultad y el llanto aumentaba cada vez más. Un jodido ataque de pánico, eso era lo que tenía Dasha. Sin pensarlo demasiado, gua
Alek Vólkov —Me alegra mucho saber que estás mejor, Faddei. Ahora solo queda que sigas al pie de la letra las instrucciones del médico para que puedas salir rápido del hospital. —Creo que no es necesario seguir esperando más, señor. Yo me siento bien como para poder irme a casa y continuar con mis labores —replicó y reí al oirlo. A pesar de todo, era uno de mis mejores trabajadores, por lo que me encontraba en el hospital velando por su salud y asegurándome de que estuviera recibiendo la mejor atención médica. —Eso no será posible, al menos no por ahora ya que el médico te mandó reposo absoluto al menos por unas cuantas semanas —lo regaño su esposa, quién se encontraba en una esquina de la habitación observandonos hablar. —Tonterías, el médico no me dirá qué hacer. Eso sí, Faddei era más terco que una jodida mula. —Hazle caso a tu esposa y tomate los días que sean necesarios, sabes que por mí no hay problema y más aún al saber que está como prioridad tu salud. Podría ser
Alek Vólkov —Dasha, cariño —la llamé para que pudiera verme y en cuánto lo hizo, comenzó a intentar levantarse de la camilla aún con la vía en el brazo. La enfermera que se encontraba a su lado al instante replicó y le dijo que no podía moverse, por lo que decidí acercarme más a ella y estar más a su lado. Sin esperar demasiado, tomé sus mejillas entre mis manos y la miré fijamente a los ojos, encontrándome con su rostro demacrado y pálido. —A-alek —dijo en un susurro apenas audible. —Estoy aquí, ángel —susurré contra sus labios y dejé un suave beso en los mismos antes de separarme de ella y quedarme a su lado. Ella a duras penas intentó sonreírme en respuesta, pues a simple vista no podía ni con un gramo de su alma, pero le salió más una mueca que otra cosa. Dejé un beso en su frente y decidí no hacerla hablar, pues no la veía del todo bien y no quería que se esforzara más de la cuenta. —¿Usted quién es? —preguntó con desdén la enfermera luego de unos segundos al verme
Alek Vólkov —...Y por eso te llamé, Vlad —terminé de hablar y le di un sorbo a mi vaso de vodka mirándolo con atención. Nos encontrábamos en el despacho de la mansión discutiendo sobre el plan que quería llevar a cabo en contra del bastardo de Sergei, pues aunque intenté buscarlo con la mirada en la jodida universidad al salir en brazos con Dasha, no lo encontré. Por lo que aún no había podido recuperar las cosas de Dasha ni el anillo de compromiso. Así que llamé a Vlad para que viniera a ayudarme a estructurar un plan para así poder darle una lección. Por otro lado, Dasha se encontraba en la habitación aún dormida, pues según me explicó la enfermera, eso era algo normal ya que los efectos del medicamento que le habían inyectado le harían ese efecto. Desde que habíamos llegado se encontraba durmiendo, así que le pedí a María que se quedará con ella en la habitación mientras yo resolvía unos pendientes y atendía a Vlad, quién llegó minutos después de mi llamada. —¿Me estás jo