Capítulo dedicado a: Martita de Quijada, Evy Pal y Luz negron. Gracias por leer, las tqm.
Alek Vólkov Las manos me sudaban peor que cualquier otra cosa, mis nervios estaban a mil por hora y Dasha solo me miraba con cara de sorpresa. Aunque no la culpo, pues no todos los días uno va por ahí pidiéndole matrimonio a la mujer de su vida. —Y-yo… —vaciló al responder y aunque no quise interrumpirla para que siguiera hablando, la sonrisa de mi rostro se borró de inmediato al ver como se levantaba de la silla con intención de querer irse. Bajé las manos y me levanté yo también al ver como comenzaba a llorar desconsoladamente, como si le hubiera dicho que alguien importante había muerto o algo parecido, por lo que sin entender nada, decidí acercarme a ella. Pero, para mí sorpresa, dió varios pasos lejos de mí y comenzó a alejarse, como si mi tacto le quemara. —¿Dasha qué te ocurre? —le pregunté confundido al notar cómo comenzó a respirar con dificultad y el llanto aumentaba cada vez más. Un jodido ataque de pánico, eso era lo que tenía Dasha. Sin pensarlo demasiado, gua
Alek Vólkov —Me alegra mucho saber que estás mejor, Faddei. Ahora solo queda que sigas al pie de la letra las instrucciones del médico para que puedas salir rápido del hospital. —Creo que no es necesario seguir esperando más, señor. Yo me siento bien como para poder irme a casa y continuar con mis labores —replicó y reí al oirlo. A pesar de todo, era uno de mis mejores trabajadores, por lo que me encontraba en el hospital velando por su salud y asegurándome de que estuviera recibiendo la mejor atención médica. —Eso no será posible, al menos no por ahora ya que el médico te mandó reposo absoluto al menos por unas cuantas semanas —lo regaño su esposa, quién se encontraba en una esquina de la habitación observandonos hablar. —Tonterías, el médico no me dirá qué hacer. Eso sí, Faddei era más terco que una jodida mula. —Hazle caso a tu esposa y tomate los días que sean necesarios, sabes que por mí no hay problema y más aún al saber que está como prioridad tu salud. Podría ser
Alek Vólkov —Dasha, cariño —la llamé para que pudiera verme y en cuánto lo hizo, comenzó a intentar levantarse de la camilla aún con la vía en el brazo. La enfermera que se encontraba a su lado al instante replicó y le dijo que no podía moverse, por lo que decidí acercarme más a ella y estar más a su lado. Sin esperar demasiado, tomé sus mejillas entre mis manos y la miré fijamente a los ojos, encontrándome con su rostro demacrado y pálido. —A-alek —dijo en un susurro apenas audible. —Estoy aquí, ángel —susurré contra sus labios y dejé un suave beso en los mismos antes de separarme de ella y quedarme a su lado. Ella a duras penas intentó sonreírme en respuesta, pues a simple vista no podía ni con un gramo de su alma, pero le salió más una mueca que otra cosa. Dejé un beso en su frente y decidí no hacerla hablar, pues no la veía del todo bien y no quería que se esforzara más de la cuenta. —¿Usted quién es? —preguntó con desdén la enfermera luego de unos segundos al verme
Alek Vólkov —...Y por eso te llamé, Vlad —terminé de hablar y le di un sorbo a mi vaso de vodka mirándolo con atención. Nos encontrábamos en el despacho de la mansión discutiendo sobre el plan que quería llevar a cabo en contra del bastardo de Sergei, pues aunque intenté buscarlo con la mirada en la jodida universidad al salir en brazos con Dasha, no lo encontré. Por lo que aún no había podido recuperar las cosas de Dasha ni el anillo de compromiso. Así que llamé a Vlad para que viniera a ayudarme a estructurar un plan para así poder darle una lección. Por otro lado, Dasha se encontraba en la habitación aún dormida, pues según me explicó la enfermera, eso era algo normal ya que los efectos del medicamento que le habían inyectado le harían ese efecto. Desde que habíamos llegado se encontraba durmiendo, así que le pedí a María que se quedará con ella en la habitación mientras yo resolvía unos pendientes y atendía a Vlad, quién llegó minutos después de mi llamada. —¿Me estás jo
Dasha Petrov Desperté desorientada y con un jodido dolor de cabeza, miré a mi alrededor y al notar todo oscuro, me asusté al pensar que tal vez me encontraba nuevamente en las manos de Logan. ¡Maldición! Me levanté rápidamente de la cama y posé mis pies en el piso, arrepintiéndome al instante al sentir como un intenso mareo me hizo tambalearme hasta caer nuevamente en la cama sentada. Posé mis manos en mi cabeza, cerré los ojos intentando calmar el intenso dolor que sentía en la misma y comencé a masajear con suavidad mi cuerpo cabelludo, sintiendo alivio casi a los pocos segundos. No recordaba casi nada, solo que pasé de estar en el salón de clases dando una exposición, a estar en la enfermería en los brazos de Alek. Comencé a ver nuevamente a todos lados y al confirmar que efectivamente me encontraba en su casa, esta vez con un poco más de delicadeza me levanté de la cama y fui hasta la puerta de la habitación. La abrí y me sorprendí al notar como del otro lado de la mis
Dasha Petrov (Maratón 1/6) Mi estómago rugió en cuanto el exquisito olor de la sopa que estaba haciendo María entró por mis fosas nasales. Sin poder evitarlo, eché un vistazo a la cocina a ver si ya estaba lista, sabiendo que no era así pues desde que habíamos llegado María me había dicho que aún le faltaba hervir un poco. Decidí no preguntarle nada y tratar de concentrarme en otra cosa que no fuese la comida, pero se me hizo casi imposible, por lo que decidí preguntar otra cosa. —¿Ahora sí me vas a decir quién es Eleggua, María? —le pregunté con interés. —Ah, sí, se me había olvidado —dijo al escucharme y reí. —Definitivamente los años no pasan en vano —bromeé y ella rió por mi comentario. —Ja, ya te veré en unos años, niña —se burló nuevamente y sacó del bolsillo trasero de su pantalón su pequeño teléfono y buscó hasta que me mostró la foto y pude apreciarla detalladamente. En la misma se encontraba un niño moreno, pequeño y vestido de color rojo y negro. Sonreí al ver
Alek Vólkov (Maratón 2/6) Le di una última calada al cigarrillo que tenía entre mis manos y tomé el teléfono para responder la llamada entrante. —Diga —respondí sin ver el remitente y de mal humor por la interrupción. Me encontraba supervisando uno de los cargamentos más importantes que iban a salir directo para Estados Unidos y por obvias razones no podía tener distracciones de ningún tipo. No podíamos permitirnos ni un solo error, pues las autoridades estaban tras nuestros pasos y eran millones de dólares lo que iban en ese jodido container. —Señor, es María —dijo ella del otro lado de la línea e inmediatamente las alarmas se encendieron en mi cabeza. Dasha. —¿Qué ocurre María? ¿Dasha está bien? —pregunté rápidamente tirando el cigarrillo que tenía entre mis manos al sueño y pisandolo con mi zapato. —Sí, todo está bien no hay de qué preocuparse —dijo de vuelta y escuché cómo soltó un suspiró antes de volver a hablar —. Pero lo estoy llamando porque acaba de llegar alg
Alek Vólkov (Maratón 3/6) Miré con atención los movimientos de Logan y me desesperé al notar como al pasar los minutos, él no decía absolutamente nada y solo jugaba con el jodido cigarro encendido entre sus manos. —¿Para eso viniste a mi casa, Logan? —le preguntó de mal humor. Recosté mi espalda en la cómoda silla en la que estaba y crucé mis dedos encima del escritorio, mirándolo fijamente esperando una jodida respuesta de su parte. —A veces la impaciencia no lleva a nada bueno, socio querido —comentó con calma y eso solo logró ponerme más furioso aún. —Déjate de mariconadas y termina de hablar, imbécil. Dejé de hacer cosas importantes por tu jodida visita que, al parecer, no es tan importante como así lo decían. —Estoy esperando que mi asistente te pase toda la información por correo, si te esperas un poco más, quizás no te salgan cañas verdes por tu desespero —se burló y quise acortar la poca distancia que nos separaba pero para partirle la cara por imbécil. Respiré ho