Dasha Petrov—¿Cuál te gusta? —preguntó la muchacha encargada de la tienda de celulares en la que me encontraba, mostrándome una variedad de los mismos. Alek había insistido en que debía tener un dispositivo móvil, por lo que luego de la íntima escena que tuvimos en aquella lujosa tienda de ropa, me trajo hasta una tienda de celulares para que escogiera uno que me gustara. Me había dejado sola desde hacía ya varios minutos, pues recibió una llamada importante y salió a atenderla, prometiendo volver lo antes posible y dejándome en compañía de uno de sus guardaespaldas, quién se encontraba a pocos pasos de mí cuidando cada uno de mis movimientos. —No lo sé, todos son muy bonitos —dije con duda al ver los hermosos dispositivos frente a mí. —¿Te gusta tomar fotos? —su pregunta me tomó desprevenida. —Eh… No lo sé —respondí sincera. —Mira, si te gusta tomar fotos este teléfono te conviene más —tomó entre sus manos uno de los celulares, el mismo era rojo y era algo grande y me lo tendi
Dasha Petrov Miré todo con atención y quise llorar al comprender que me encontraba en medio de un galpón abandonado, atada de manos a pies y siendo observada por más hombres de los que me podría imaginar. Todos estaban de pie en sitios estratégicos con armas en sus manos, apuntándome obviamente. El sitio olía a orine, nicotina y a polvo, y mirando todo a mi alrededor, pude confirmar que tal vez por aquí habían pasado más personas de las que podía imaginar.Hacía calor y, además, habían muy pocas ventanas y la luz era muy escasa, por lo que poder mirar a mi alrededor con claridad se estaba volviendo un reto. Mi cabeza dolía por los tantos golpes que había recibido en la misma y también por todo el rato que llevaba llorando y pidiéndoles que me dejaran irme a casa. Pero, para mí desgracia, ellos solo me ignoraban y me golpeaban cómo les daba la gana. Me encontraba sentada en una incómoda silla de metal, atada de pies y manos y con una mordaza en la boca, misma que me habían quitado
Alek Vólkov Le di una última calada al cigarro que tenía entre mis labios y con rabia lo lancé fuera de mis vista, sin importarme muy poco a donde había ido a parar la colilla del mismo. Sólo quería saber de Dasha, joder. Por culpa de un maldito error de parte de mi equipo, ese bastardo la tiene consigo y haciéndole quién sabe qué. ¡Maldición! Logan Romanov es un peligroso psicópata que, para mí m*****a desgracia, es uno de mis peores enemigos. Y, como guinda del pastel, le robé un gran cargamento de armas de todo tipo, logrando desatar toda su furia. Por lo que era obvio que buscaría la manera de atacar de alguna manera, teniendo en cuenta que había intentado recuperarlas sin éxito alguno, pues me encargué de eliminar todo rastro de las mismas. Pero, por un mínimo error de parte de mis hombres, Logan había descubierto que había sido yo quién le había arrebatado sus preciados juguetes, porque sí, el tipo creía que las armas de fuego eran juguetes y disfrutaba usarlas con s
Alek Vólkov Miré con furia la pantalla del enorme televisor que tenía frente a mí y quise tener en frente a Logan para poder estrangularlo hasta el cansancio. La imagen de Dasha se encontraba en la enorme pantalla, y lo que más me jodió fue ver cómo se encontraba atada de manos y pies, llorando sin consuelo y con varios golpes en su rostro. Mataría a los responsables de ello, lo juro. Me encontraba nuevamente en la sala de operaciones, por lo que todo mi equipo estaba observando el vídeo junto a mí, aunque más que observarlo, lo que hacían era tratar de rastrear la dirección IP para intentar descifrar de que lugar de Rusia estaba trasmitiendo en vivo. —Mataré a ese, Bastardo —murmuré para mí mismo con los dientes apretados. —El vídeo no se reproduce por la mala conexión que tiene el tipo, entonces eso solo quiere decir que debe estar en un lugar alejado de la civilización y, probablemente, abandonado —explicó con rapidez uno de los mejores hackers presentes en la sala. El m
Dasha PetrovMe sobresalté al sentir unos pasos cerca de donde me encontraba y abrí los ojos rápidamente para confirmar mis sospechas; Logan se encontraba a escasos pasos de mí, mirándome fijamente con una sonrisa siniestra en el rostro. Lo miré de vuelta asustada y él solo comenzó a hablar solo y a reírse de sus propias palabras. Sus hombres se encontraban de pie en los mismos sitios dónde los había visto la última vez. Y la verdad es que no sé si han pasado días o tan solo horas. Luego de la droga que me inyectó, desperté desorientada y luego me volví a dormir cuando me obligaron a hacerlo a fuerza de amenazas. Cómo cosa rara, no me habían vuelto a golpear más y únicamente se acercaban a mí solo para darme agua o comida, para nada más. Logan se perdió durante algunas horas o quizá días, la verdad no lo sé a ciencia cierta. Pero verlo de pie frente a mí, solo lograba ponerme los nervios de punta pues sabía que en cualquier momento podría arremeter en mi contra ya que por lo que
Dasha Petrov Al escuchar las palabras de Logan, y sin poder evitarlo, me ahogué con el gran bocado de comida que tenía en la boca y desesperada busqué con la mirada el vaso con agua que minutos antes había visto en la mesa. Continúe tosiendo ante la atenta mirada de los presentes, que cabe destacar apenas y me prestaban atención o se preocupaban en ayudarme a poder resolver mi pequeño problema. Pero, para mí buena suerte, Logan me tendió el vaso con agua a los pocos segundos y sin dudar demasiado, lo tomé rápidamente y me tomé un gran sorbo de agua, logrando aliviar mi más reciente malestar. —Gracias —susurré lo más bajo que pude, solo para que él pudiera oírme. Extrañamente, solo me sentía cómoda con él dentro de aquella habitación, por lo que no deseaba ni mirar a aquellos hombres que parecían querer matarme solo con la mirada. Me respondió con una sonrisa amable —que más bien parecía una mueca maliciosa— y me hizo señas para que continuara comiendo. Y así hice, pues aunq
Alek Vólkov —Y listo, eso sería todo —terminó de explicar Evan y lo miré de vuelta con cara de pocos amigos. —La idea parece descabellada, pero creo que tienes razón —comentó Vlad a mi lado, logrando que lo mirase de vuelta. Nos encontrábamos todos reunidos en el despacho de la mansión discutiendo sobre el maravilloso plan que Evan quería que llevaramos a cabo para poder traer a Dasha de vuelta a casa, sana y salva. —¿Se están escuchando? ¿Cómo pretenden que me convierta en socio de un tipo que tiene secuestrada a mi mujer? —Sé que tal vez para tí asimilarlo sea difícil, Alek. Pero es la única manera que tenemos para poder traer de vuelta a Dasha y, a su vez, mantener el cargamento de armas en nuestras manos. —Ese tipo no es de fiar, Vlad —murmuré con desconfianza —. Y sabes perfectamente que él en particular odia trabajar con nadie, por lo que ofrecerle que se convierta en nuestro socio me parece algo completamente loco y no estoy de acuerdo con ello. Prefiero recuperar a Das
Dasha Petrov—Un solo movimiento en falso y serás tú quién pagará las consecuencias, cielito lindo —amenazó Logan antes de arrastrarme consigo hasta la salida de la habitación. Hacía horas me había mandado a arreglar con al menos tres estilistas, cosa que me parecía demasiado raro, pues se suponía que estaba secuestrada, no de vacaciones. Los tres estilistas habían llegado muy temprano, diciendo que debían apurarse pues por órdenes de su jefe, en este caso Logan, yo debía estar lista antes del anochecer pues tenía un evento importante al que no podía ir como una huérfana. Mi cabello lo habían arreglado en un hermoso moño alto y elegante, tenía un vestido de gala color dorado, largo y con una enorme abertura a un lado de mi pierna izquierda. Los enormes tacones que me habían colocado no me permitían caminar con facilidad, pues no estaba acostumbrada a utilizarlos con frecuencia y era la primera vez que usaba unos tan altos. Aún así, decidí no mencionarle nada de ello a Logan y con