Un par de manitas tibias se pasean por mi cara adormilada, mis ojos aún cerrados y las inmensas ganas de reírme están cavando un hoyo grande en mi estómago.

Litros y litros de baba cayeron en mi cara por lo que ya no aguante más y la risa salió en extremo escandalosa. Mi pequeña estrellita pegó un brinco asustada y no pude detener las carcajadas al verla.

— Hola estrellita.

Sus inmensos ojos miel me miraban atentamente con un poco de temor por el pequeño susto.

>> Buenos días preciosa de mamá.

Está vez su boquita se ensanchó en una pequeña sonrisa, reconoció la palabra y entre pequeños balbuceos la repitió. Me abalance a sostenerla entre mis brazos, me puse de pie con ella y los rayos tibios del sol de la mañana nos regocijaron dándonos un momento mágico.

La Toscana desde la ventana se observa en toda su magnificencia, pero lo que verdaderamente llamaba más mi atención fue ver la mesa repleta de comida y a los hombres de mi vida juntitos disfrutando del paisaje. Mi corazón brincó