CAPÍTULO 8. DESPEDIDA

Eran las 12:30 de la madrugada cuando Iñaki llegó a la cocina de la casa, miró su reloj y esperó a que apareciera Sabina, recorrió con su mirada el exterior de la mansión, deseando averiguar cuál era la habitación que buscaba.

De pronto la puerta se abrió y la muchacha alumbró con una pequeña linterna que sostenía.

—Dude que estarías aquí —susurró y lo abrazó, besándolo.

—No puedo negarle algo a la sobrina de mi jefe —murmuró correspondiendo a ese beso.

—Eso me agrada. —Acercó su mano a su entrepierna una vez más—. Te voy a hacer pasar una noche estupenda —susurró y entrelazó sus manos para guiarlo hacia la planta de arriba, por las escaleras de servicio.

Al llegar a la habitación, observó la cama con un edredón en flores rodeada de grandes cojines, con el tocador y las mesas de noche, haciendo juego, todo estilo clásico. Su vista se enfocó en las velas encendidas que había por varios lugares de los muebles, además de una una botella de vino con un par de copas.

—Parece que tienes tod
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