3:30 am Iñaki ingresó a su residencia y comenzó a lanzar todo lo que se cruzaba en su camino, sillas, libros, adornos, plantas. Se dirigió a su gimnasio privado y comenzó a golpear el saco de box, durante mucho tiempo, sintiendo como los nudillos de sus manos ardían, hasta que comenzaron a sangrar. Se llevó las manos a su rostro, al tiempo que presionaba con fuerza sus párpados. Su móvil comenzó a vibrar, observó que era del número de Jacob, su corazón palpitó agitado. —¿En dónde estás hermano? Silencio. —¡Jacob! —exclamó. —¿Estás bien? —Iñaki cuestionó con preocupación. Una sonora carcajada se escuchó. —Lamento decirte que no soy Jacob. —¿Quién habla? ¿En dónde está Jacob? —cuestionó con dureza. —Soy Lisandro Bianchi —dijo aquella voz—, decidí quedarme con el móvil de tu amigo, luego de acabar con su miserable vida —mencionó—, porque deseaba comunicarme personalmente con el heredero de Benjamín Alvarado, para dejarte muy en claro, que no son bienvenidos en Italia —gruñó. —T
Sicilia, Italia.Semanas después.—Luces hermosa —dijo la peinadora que se encontraba retocando algunos rizos, sobre el peinado que lucía Antonella—. Eres la novia más guapa, que he arreglado —mencionó con honestidad—, no necesita de mucho maquillaje, para verse tan bella.—Gracias. —Antonella se puso de pie, sin atreverse a mirarse al espejo.—Su padre me pidió que le ayudara a colocarse el vestido de novia —informó la mujer.—Está bien —respondió con tal que no fuera a tener que pedirle ayuda a Sabina.—Su vestido debe ser muy costoso —mencionó la mujer distinguiendo la fina pedrería que tenía el bordado.Antonella se quejó al sentir como la mujer presionaba con demasiada fuerza el corsé.— ¿Tiene que estar tan ajustado? —indagó presionando el mentón.—A los hombres les enloquece ver lucir a una mujer un diminuta cinturita —expresó—. Don Bernardo estará deseoso de quitarselo —mencionó atando las cuerdas.Antonella rodó los ojos, en ese momento ingresó su padre.—Puedes retirarte —o
El corazón de Antonella se agitó con fuerza, al reconocer la voz de aquel hombre, giró en su eje, y todo se detuvo en instantes para ella, observó que la miraba y luego caminó a pasos firmes por el centro de la lujosa alfombra roja de la catedral. El corazón le latió con fuerza, de forma estruendosa.— ¡Iker! —murmuró sin poder creerlo.Sabina se puso de pie y se separó los labios en una gran O.— ¡Franco! —dijo para sí misma, sin poder creer que estuviera reclamando a su prima.—¿Qué quieres decir con que fue tuya? —Rinaldi cuestionó colérico y dirigió su fría mirada a la joven.—Ella sabe perfectamente lo que quiero decir. —Elevó su gélida mirada hacia él.—¿Te entregaste a este desconocido? —Lisandro se acercó a su hija y la confrontó, visiblemente afectado. —¡Responde! —ordenó.Antonella respiró agitada, intentando contener la perturbante marea de adrenalina que la estaba desestabilizando.—Sí —contestó con voz trémula—, preferí regalarle mi virginidad a un extraño, a que me tocar
Puerto Escondido, Oaxaca-México.—Tiene una vista maravillosa —Antonella dijo corriendo hacia la terraza de la mansión, para poder mirar hacia el océano.—Es… espectacular —Inaki se aclaró la garganta recorriendo con su mirada, su silueta por la espalda y ladeó los labios.—¿Aquí vives? —cuestionó.—No. Hace poco tiempo acabo de adquirir el inmueble —informó seco—. Eres mi primera invitada.—Gracias por el honor —respondió.—Vamos para que te muestre tu habitación. —Estiró su mano, no pudo evitar sentir que su cuerpo reaccionaba, al verla con su playera puesta, recordando la pequeña prenda íntima que llevaba, además de calzar sus finas zapatillas de tacón de aguja. Su vista se instaló en un sexy liguero en uno de sus muslos—, no recuerdo haberte visto usarlo— Señaló.Antonella carcajeó.—No pensarás que lo iba a modelar para ese hombre feo. —Guiñó un ojo y caminó delante de él contoneando sus caderas de manera sensual.El joven pasó la lengua por sus labios.—Está será tu habitación,
Horas más tarde. —¿Qué necesitas, Jackson? —cuestionó Iñaki luego de responder a su móvil. —Saber ¿Cómo van las cosas entre esa mujer y tú? —respondió con seriedad—, nuestros hombres, no te ven con muchas ganas de cobrarte lo que nos hizo Lisandro. Algunos aseguran que la mirada te cambia cuando estás frente a ella —gruñó. Iñaki presionó con fuerza sus puños. —No necesito que nadie me vigile —bramó—. Ellos no son tus hombres, son mi gente —clarificó. —Vaya que te has tomado el papel de boss, muy en serio en tu tierra —expresó con hostilidad—. Espero que no nos falles. En todos lados te conocen como un hombre que no tiene alma, como la temible bestia; después de que tu padre te dejó aquellas marcas, espero que el hecho de que don Jerónimo te ayudó, no te vuelvas un dulce gatito —se mofó. Iñaki presionó sus puños con fuerza. —Soy el jefe, te guste o no —indagó—. Fuí yo al que Benjamín Alvarado, le dejó todo lo que la policía no pudo encontrarle. El único al que se le entregó el te
Después de haber tomado una ducha, Antonella descendió luciendo un short de mezclilla azul cielo, un crop top blanco con finos tirantes y pequeñas flores y unos tenis blancos de plataforma.Se frenó en seco al percibir el delicioso aroma en la cocina. Mordió su labio inferior al observar por la espalda a aquel joven, luciendo una entallada bermuda en color oscuro, además de una camisa ajustada blanca de cuello redondo con las mangas arremangadas por debajo de sus codos.Su mirada se detuvo unos instantes en su atractivo y voluminoso trasero, sintiendo que se le secaba la garganta al instante.—¿Te gusta lo que ves? —Iñaki cuestionó observándola a través del cristal de la ventana.La chica se sintió sorprendida y abrió los ojos de par en par.—Un poco —respondió, se dirigió a la nevera y sacó un par de cervezas—. Espero no te moleste que hurgue en tus pertenencias.Iñaki no pudo evitar sonreír y agitó su cabeza negando.—Tienes una amplia lista de cualidades muy peculiares, que no habí
San Vito Lo Capo, Palermo-Italia.9:00 pm.Lisandro Bianchi descendió del helicóptero, y caminó hacia otra de sus residencias. Enseguida se acercó a la terraza y sonrió complacido al observar que estaba lista la mesa como la solicitó con velas, vino y algunas cosas más.Tomó asiento y miró su reloj.—La puntualidad, nunca ha sido una virtud —bufó y tomó un canapé.—Tampoco la paciencia es una cualidad en ti —dijo una escultural mujer.Lisandro se puso de pie, y la recorrió con su mirada, era alta, de largas piernas, además de lucir una piel blanca como el marfil, una mirada color avellana, justo como la de Antonella, además de lucir una cabellera a la altura de sus hombros, en color chocolate. De inmediato se acercó a ella sosteniendo un par de copas de vino.—Soy un hombre importante, no nací para esperar a ninguna fémina —inquirió.—Por eso nadie te soporta —ella se burló, tomó la copa y la bebió.Lisandro ladeó los labios.—Te tengo noticias, Gianna. —Dirigió su mirada hacia su pr
—Te he echado tanto de menos. ¡No imaginas cuanto! —Ivanna aproximó sus labios, y lo besó.Iñaki retiró sus manos y retrocedió.— ¿Qué estás haciendo aquí? —la miró con severidad.—Viene con nosotros —don Jerónimo ingresó con amplia sonrisa y giró para ver a su otro acompañante.Iñaki separó los labios en una gran O.—¡Connor! —exclamó y se acercó a él para saludarlo.—¡Hermano! —el joven lo estrechó con calidez. — ¿Cuándo llegaste? —Iñaki cuestionó.—Hace unos días —respondió él—, supe que estabas fuera del país, por eso llegué a casa de don Jerónimo —mencionó.—Luego que me llamaste para decirme que ibas a pasar un tiempo en la casa que recién habías adquirido, me atreví a darte una sorpresa, aunque sé que no son de tu agrado. —Se encogió de hombros.—Esta es muy especial —Iñaki dijo—. Eres un hermano para mí, al igual que… Jacobo. —Se aclaró la garganta—. Pasen a la sala, voy a ordenar que nos sirvan algo. —Miró hacia la cocina, entonces se acordó que Antonella, se había movido ha