CAPÍTULO 13. ME OPONGO

Sicilia, Italia.

Semanas después.

—Luces hermosa —dijo la peinadora que se encontraba retocando algunos rizos, sobre el peinado que lucía Antonella—. Eres la novia más guapa, que he arreglado —mencionó con honestidad—, no necesita de mucho maquillaje, para verse tan bella.

—Gracias. —Antonella se puso de pie, sin atreverse a mirarse al espejo.

—Su padre me pidió que le ayudara a colocarse el vestido de novia —informó la mujer.

—Está bien —respondió con tal que no fuera a tener que pedirle ayuda a Sabina.

—Su vestido debe ser muy costoso —mencionó la mujer distinguiendo la fina pedrería que tenía el bordado.

Antonella se quejó al sentir como la mujer presionaba con demasiada fuerza el corsé.

— ¿Tiene que estar tan ajustado? —indagó presionando el mentón.

—A los hombres les enloquece ver lucir a una mujer un diminuta cinturita —expresó—. Don Bernardo estará deseoso de quitarselo —mencionó atando las cuerdas.

Antonella rodó los ojos, en ese momento ingresó su padre.

—Puedes retirarte —o
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