Puerto Escondido, Oaxaca-México.—Tiene una vista maravillosa —Antonella dijo corriendo hacia la terraza de la mansión, para poder mirar hacia el océano.—Es… espectacular —Inaki se aclaró la garganta recorriendo con su mirada, su silueta por la espalda y ladeó los labios.—¿Aquí vives? —cuestionó.—No. Hace poco tiempo acabo de adquirir el inmueble —informó seco—. Eres mi primera invitada.—Gracias por el honor —respondió.—Vamos para que te muestre tu habitación. —Estiró su mano, no pudo evitar sentir que su cuerpo reaccionaba, al verla con su playera puesta, recordando la pequeña prenda íntima que llevaba, además de calzar sus finas zapatillas de tacón de aguja. Su vista se instaló en un sexy liguero en uno de sus muslos—, no recuerdo haberte visto usarlo— Señaló.Antonella carcajeó.—No pensarás que lo iba a modelar para ese hombre feo. —Guiñó un ojo y caminó delante de él contoneando sus caderas de manera sensual.El joven pasó la lengua por sus labios.—Está será tu habitación,
Horas más tarde. —¿Qué necesitas, Jackson? —cuestionó Iñaki luego de responder a su móvil. —Saber ¿Cómo van las cosas entre esa mujer y tú? —respondió con seriedad—, nuestros hombres, no te ven con muchas ganas de cobrarte lo que nos hizo Lisandro. Algunos aseguran que la mirada te cambia cuando estás frente a ella —gruñó. Iñaki presionó con fuerza sus puños. —No necesito que nadie me vigile —bramó—. Ellos no son tus hombres, son mi gente —clarificó. —Vaya que te has tomado el papel de boss, muy en serio en tu tierra —expresó con hostilidad—. Espero que no nos falles. En todos lados te conocen como un hombre que no tiene alma, como la temible bestia; después de que tu padre te dejó aquellas marcas, espero que el hecho de que don Jerónimo te ayudó, no te vuelvas un dulce gatito —se mofó. Iñaki presionó sus puños con fuerza. —Soy el jefe, te guste o no —indagó—. Fuí yo al que Benjamín Alvarado, le dejó todo lo que la policía no pudo encontrarle. El único al que se le entregó el te
Después de haber tomado una ducha, Antonella descendió luciendo un short de mezclilla azul cielo, un crop top blanco con finos tirantes y pequeñas flores y unos tenis blancos de plataforma.Se frenó en seco al percibir el delicioso aroma en la cocina. Mordió su labio inferior al observar por la espalda a aquel joven, luciendo una entallada bermuda en color oscuro, además de una camisa ajustada blanca de cuello redondo con las mangas arremangadas por debajo de sus codos.Su mirada se detuvo unos instantes en su atractivo y voluminoso trasero, sintiendo que se le secaba la garganta al instante.—¿Te gusta lo que ves? —Iñaki cuestionó observándola a través del cristal de la ventana.La chica se sintió sorprendida y abrió los ojos de par en par.—Un poco —respondió, se dirigió a la nevera y sacó un par de cervezas—. Espero no te moleste que hurgue en tus pertenencias.Iñaki no pudo evitar sonreír y agitó su cabeza negando.—Tienes una amplia lista de cualidades muy peculiares, que no habí
San Vito Lo Capo, Palermo-Italia.9:00 pm.Lisandro Bianchi descendió del helicóptero, y caminó hacia otra de sus residencias. Enseguida se acercó a la terraza y sonrió complacido al observar que estaba lista la mesa como la solicitó con velas, vino y algunas cosas más.Tomó asiento y miró su reloj.—La puntualidad, nunca ha sido una virtud —bufó y tomó un canapé.—Tampoco la paciencia es una cualidad en ti —dijo una escultural mujer.Lisandro se puso de pie, y la recorrió con su mirada, era alta, de largas piernas, además de lucir una piel blanca como el marfil, una mirada color avellana, justo como la de Antonella, además de lucir una cabellera a la altura de sus hombros, en color chocolate. De inmediato se acercó a ella sosteniendo un par de copas de vino.—Soy un hombre importante, no nací para esperar a ninguna fémina —inquirió.—Por eso nadie te soporta —ella se burló, tomó la copa y la bebió.Lisandro ladeó los labios.—Te tengo noticias, Gianna. —Dirigió su mirada hacia su pr
—Te he echado tanto de menos. ¡No imaginas cuanto! —Ivanna aproximó sus labios, y lo besó.Iñaki retiró sus manos y retrocedió.— ¿Qué estás haciendo aquí? —la miró con severidad.—Viene con nosotros —don Jerónimo ingresó con amplia sonrisa y giró para ver a su otro acompañante.Iñaki separó los labios en una gran O.—¡Connor! —exclamó y se acercó a él para saludarlo.—¡Hermano! —el joven lo estrechó con calidez. — ¿Cuándo llegaste? —Iñaki cuestionó.—Hace unos días —respondió él—, supe que estabas fuera del país, por eso llegué a casa de don Jerónimo —mencionó.—Luego que me llamaste para decirme que ibas a pasar un tiempo en la casa que recién habías adquirido, me atreví a darte una sorpresa, aunque sé que no son de tu agrado. —Se encogió de hombros.—Esta es muy especial —Iñaki dijo—. Eres un hermano para mí, al igual que… Jacobo. —Se aclaró la garganta—. Pasen a la sala, voy a ordenar que nos sirvan algo. —Miró hacia la cocina, entonces se acordó que Antonella, se había movido ha
Sicilia, Italia.Sabina caminaba tomada del brazo de su tío, para la importante reunión que tendrían. La chica lucía espectacular, enfundada en ese hermoso vestido verde oscuro, con tiras cruzadas, de espalda abierta, escote pronunciado y una abertura en uno de sus muslos.Su cabello lo llevaba completamente recogido, con mechones sueltos, además de usar unas zapatillas de tacón, con tiras.—Hai un aspetto incredibile —Lisandro dijo—. Serás la reina esta noche —auguró.—Molte grazie, zío. Me alegra complacerte —refirió—. También luces espectacular como siempre —dijo.Al llegar al interior de la casa Rinaldi, se encontró con los socios más importantes de su tío y algunos otros, que no conocía.—Benvenuti —Rinaldi —dijo acercándose—. Belle lucie, Sabina. (Luces hermosa)—Besó el dorso de su mano.—Es usted todo un caballero. —La joven sonrió.—Vamos a mi sala, para estar más cómodos —Bernardo mencionó—. Tenemos que brindar, la ocasión lo amerita. —Pasó la lengua por sus labios al ver ese
—No me gusta hablar de eso —Iñaki espetó de forma seca.—Por lo que veo no te gusta hablar de nada —Antonella habló—, sigo esperando que vayas a mi habitación para hablar sobre nuestra situación. —Lo miró a los ojos.Iñaki recordó que había quedado de subir a hablar, sobre lo que les dijo de su relación entre ellos, pero no lo hizo, ya habían pasado varios días de eso.—Voy a la playa un rato —Connor refirió—. Me recomendaron un restaurante para ir a almorzar, según lo que vi en las redes sociales, se ha convertido en un éxito en poco tiempo, ¿quieren acompañarme a conocerlo? —cuestionó.—Cuenta con ello —Iñaki respondió.—Voy a hacer reservaciones, para los tres —expresó sonriente.***Antonella se retiró a su habitación, mientras Connor y él seguían hablando, se lanzó sobre la cama, minutos después escuchó que tocaban a su puerta.—¿Puedo pasar? —Iñaki cuestionó.—Sí —respondió.Iñaki se acercó y tomó asiento a su lado.—Tiene razón, te debo una explicación.—Te escuchó —Antonella s
Antonella esbozó una amplia sonrisa al escuchar su propuesta, su mirada brilló.—Sí —respondió en el acto.Iñaki la tomó entre sus brazos y la estrechó.—Ahora ya tenemos claro lo que somos. —Acercó sus labios y la besó hurgando con urgencia, al encuentro con su lengua.Antonella se separó buscando poder respirar.—Me atraes mucho —confesó—, además que disfruto de tu compañía.—También yo —Iñaki comentó, buscando de nueva cuenta sus carnosos labios—. Connor desea que salgamos a comer —mencionó sintiendo como su estómago gruñía.Antonella carcajeó.—Parece que te comiste un puñado de gatos —se burló.Iñaki ladeó los labios.—Deberías cuidarte, podrías caer en mis garras —manifestó divertido, la tomó entre sus brazos y la llevó a la cama, volvió a besarla, luego descendió hacia su cuello y su clavícula, en donde ella se atacó de risa.—Me haces cosquillas —manifestó retorciéndose—, para por favor —suplicó con los ojos llenos de lágrimas de la risa.Iñaki se puso de pie.—Te veo abajo en