Sebastian, Verónika y Sídney subieron al auto y se dirigieron al bullicioso parque de diversiones. El lugar estaba lleno de risas y emoción. Mientras caminaban por los senderos, Sídney corría de un lado a otro, saltando de alegría y tirando de la mano de Sebastián.—¡Estoy tan emocionada, Sebastián! ¡Nunca he estado en un parque tan grande antes! —exclamó Sídney con entusiasmo.Sebastian sonrió y asintió. —Estoy feliz de estar aquí contigo, Sídney. Va a ser un día lleno de diversión —le aseguró.Verónika, por su parte, observaba a la pequeña Sídney y a Sebastián con una sonrisa de ternura. Le encantaba la conexión tan especial que tenían.Al llegar al parque de diversiones, Sídney estaba encantada al ver los juegos mecánicos, las atracciones y los puestos de comida coloridos. No sabía por dónde empezar.—¿Qué quieres hacer primero, Sídney? —preguntó Sebastián, divertido por la emoción de la niña.Sídney miró a su alrededor, con los ojos brillantes. —¡Quiero montar en la montaña rusa
Saber eso le cayó mal. Por supuesto no era la primera vez que su madre le hacía algo como eso, pero en esa ocasión creyó que de verdad necesitaba el dinero. Sin embargo, no fue más que una farsa, solo le había mentido. —Así que te pidio dinero... Por eso hiciste la transferencia a su cuenta así que le diste los treinta mil dólares —repitió Vanessa con incredulidad. Lucía muy sorprendida. —Sí, es lo que hice. Ella soltó una risita amarga —Porque mencionó que un prestamista la había amenazado de muerte. Todo eso resultó ser una mentira, nuestra madre es una mentirosa experta. Y ahora debe estar disfrutando de ese viaje que le has financiado —repitió una vez más. —No puedo creerlo —murmuró, sintiendo la traición y la decepción inundar su cuerpo.La mujer elevó una ceja y chasqueó la lengua con exasperación. —No eres la única. Nuestra madre siempre encuentra una manera de manipularnos y aprovecharse de nosotros. Siempre cuenta historias dramáticas para conseguir dinero. Nunca hay pr
—¿Estás bien? —le preguntó al hombre cuando abordaron el auto durante todo el recorrido hacia el coche estuvo en silencio. Pero ahora cuestionaba al respecto, ella se volvió a verlo y sonrió débilmente. En el asiento trasero permanecía la niña durmiendo, por eso sabía que podría hablar con tranquilidad, sin que ella la escuchara. —Eso creo. Por si no lo sabes, ella es Vanessa, mi hermana y pareja de Arthur —recordó con pesar.—Aunque no lo creas me di cuenta cuando la vi, se parece demasiado a ti, ¿Te ha dicho algo que te ha molestado? —Sebastián... ¿Crees que debería perdonarla? a pesar de que me hizo mucho daño, yo sé que la vida continúa y uno tiene que dejar todo lo malo atrás y perdonar para poder avanzar, pero no es tan fácil cuando se trata de una persona tan cercana que te sonreía y fingía todo el tiempo, entonces cuando menos lo esperé me dio la estocada. Por eso es que me cuesta tanto perdonar a Vanessa. —¿La odias por lo que te hizo? ¿Aún sigues queriendo volver el tiem
Verónika al llegar a casa, se encargó de dejar a su niña en la habitación y cuando vio que estaba durmiendo plácidamente, salió de la recámara esa noche. Solo quería descansar pero no podía dejar pasar lo que su madre le hizo y por eso le escribió un mensaje en donde le dejaba muy claro que lo que hizo estaba muy mal. "Madre, me has mentido otra vez. Creíste que no me enteraría que el dinero que te di era para gastarlo en placeres y no para saldar una deuda. Así que, te pediré que no me vuelvas a pedir dinero porque no te lo daré". Dejó el teléfono sobre la mesita de noche y se quedó mirando el techo sin poder conciliar el sueño otra vez, de seguro tendría problemas para dormir. Una vez más, volvía a su mente la conversación con Sebastian sobre revelar la verdad. ¿Podría su familia aceptar a Sídney? Su teléfono sonó. Era la descarada de su madre. "¿Lo siento? Verónika, lo que me has dado no ha sido ningún sacrificio para ti. No se por qué te quejas". ***Sebastian se encontraba
Jasmine se la estaba pasando de maravilla. En medio de aquella travesía de ensueño, un hombre se acercó a ella con una sonrisa cautivadora y una mirada llena de intención. Su porte era refinado y su confianza irresistiblemente atractiva. Sin embargo, Jasmine pudo percibir desde el principio que había algo más en su juego de seducción, una especie de artificio tras su encanto.Comenzaron a charlar, y el hombre, hábil en el arte de la coquetería, desplegó sus dotes de conversador elocuente. Utilizaba sus palabras como anzuelo, creando un ambiente cargado de halagos y promesas tentadoras. Jasmine se sentía halagada por la atención recibida y, por un momento, se dejó llevar por el encanto de aquel extraño.Sin embargo, su intuición mantenía una pequeña llama de duda encendida en su corazón. Aunque el hombre hacía todo lo posible por ocultar sus verdaderas intenciones, Jasmine tenía el presentimiento de que se trataba de alguien que solo estaba interesado en su belleza y no en lo que real
Verónika acarició suavemente el cabello de su hijita mientras la acompañaba hacia la habitación. —Mamá, ¿por qué Sebastian no se queda aquí esta noche? —indagó la niña con curiosidad inocente.Verónika suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarle a su hija la situación. Sebastian probablemente no podría quedarse, además, puede que ni siquiera deseara pasar la noche allí. Y estaba en su derecho de negarse. —Él tiene que trabajar mañana, cariño. Pero te prometo que la próxima vez puedo hablar con él —fue lo primero que se le ocurrió decir —. Y vamos a encontrar algo divertido que hacer juntos. La niña pareció pensar por un momento y luego, con una expresión más sonriente, ya estaba inquiriendo otra vez. —Mamá, ¿crees que Sebas podría quedarse en casa con nosotras la próxima vez? Prometelo. Verónika no pudo evitar sonreír ante la adorable insistencia de su hijita. La idea de tener a Sebastian en casa cada noche era tentadora para ella, en secreto, pero tam
El sol ya estaba atravesando su rostro. Con una fatiga en el cuerpo se obligó a si misma a ponerse en marcha; se levantó de la cama y se dirigió hacia la habitación de su pequeña Sídney. Al abrir la puerta, una tierna imagen la recibió: su hija estaba tumbada en la cama, con su carita de ángel, tenía la cabeza recargada sobre la almohada y sus ojitos cerrados en el profundo sueño.Verónika se acercó sigilosamente a la cama y acarició suavemente el rostro de su hija. Sídney se removió ligeramente y finalmente, abrió los ojos. Su rostro se iluminó al ver a su madre y extendió sus bracitos hacia ella.—Espero hayas tenido un feliz descanso —saludó Verónika mientras tomaba a Sídney en sus brazos y la cubría de besos —. ¿Lista para un delicioso desayuno?Sídney asintió emocionada y Verónika la llevó en brazos hasta la cocina. Mientras encendía la estufa, observó a su pequeña hija, siempre estaba ansiosa por comer. —Mamá, ¿qué vamos a desayunar hoy? —averiguó Sídney mientras se sentaba en l
Verónika se sentó en el sofá de la sala de estar y contempló el collar de diamantes entre sus manos. Era una pieza de joyería deslumbrante, brillante y lujosa, pero Verónika no podía evitar sentir que su prometido se le había ido la mano al regalarle algo así de valioso.—¿Por qué siempre tiene que exagerar? —musitó Verónika para sí misma, sintiéndose perpleja por la magnitud del regalo. "Habría sido suficiente con un ramo de flores, tal vez un brazalete sencillo si es que quería regalarme una joya. Esto es demasiado". Pensó. Justo en ese momento, Lali, la niñera de Sídney, entró en la sala de estar y se sentó junto a ella. Notó las manos temblorosas de Verónika y su expresión de desconcierto.—¿Estás bien, Verónika? —quiso saber Lali, con una sonrisa amable en su rostro.Verónika suspiró nuevamente y le mostró el collar de diamantes. —Mira esto, Lali. Mi prometido me lo regaló el día de hoy y simplemente no puedo entender por qué fue tan exagerado. Hubiera preferido algo más senci