Jasmine se la estaba pasando de maravilla. En medio de aquella travesía de ensueño, un hombre se acercó a ella con una sonrisa cautivadora y una mirada llena de intención. Su porte era refinado y su confianza irresistiblemente atractiva. Sin embargo, Jasmine pudo percibir desde el principio que había algo más en su juego de seducción, una especie de artificio tras su encanto.Comenzaron a charlar, y el hombre, hábil en el arte de la coquetería, desplegó sus dotes de conversador elocuente. Utilizaba sus palabras como anzuelo, creando un ambiente cargado de halagos y promesas tentadoras. Jasmine se sentía halagada por la atención recibida y, por un momento, se dejó llevar por el encanto de aquel extraño.Sin embargo, su intuición mantenía una pequeña llama de duda encendida en su corazón. Aunque el hombre hacía todo lo posible por ocultar sus verdaderas intenciones, Jasmine tenía el presentimiento de que se trataba de alguien que solo estaba interesado en su belleza y no en lo que real
Verónika acarició suavemente el cabello de su hijita mientras la acompañaba hacia la habitación. —Mamá, ¿por qué Sebastian no se queda aquí esta noche? —indagó la niña con curiosidad inocente.Verónika suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicarle a su hija la situación. Sebastian probablemente no podría quedarse, además, puede que ni siquiera deseara pasar la noche allí. Y estaba en su derecho de negarse. —Él tiene que trabajar mañana, cariño. Pero te prometo que la próxima vez puedo hablar con él —fue lo primero que se le ocurrió decir —. Y vamos a encontrar algo divertido que hacer juntos. La niña pareció pensar por un momento y luego, con una expresión más sonriente, ya estaba inquiriendo otra vez. —Mamá, ¿crees que Sebas podría quedarse en casa con nosotras la próxima vez? Prometelo. Verónika no pudo evitar sonreír ante la adorable insistencia de su hijita. La idea de tener a Sebastian en casa cada noche era tentadora para ella, en secreto, pero tam
El sol ya estaba atravesando su rostro. Con una fatiga en el cuerpo se obligó a si misma a ponerse en marcha; se levantó de la cama y se dirigió hacia la habitación de su pequeña Sídney. Al abrir la puerta, una tierna imagen la recibió: su hija estaba tumbada en la cama, con su carita de ángel, tenía la cabeza recargada sobre la almohada y sus ojitos cerrados en el profundo sueño.Verónika se acercó sigilosamente a la cama y acarició suavemente el rostro de su hija. Sídney se removió ligeramente y finalmente, abrió los ojos. Su rostro se iluminó al ver a su madre y extendió sus bracitos hacia ella.—Espero hayas tenido un feliz descanso —saludó Verónika mientras tomaba a Sídney en sus brazos y la cubría de besos —. ¿Lista para un delicioso desayuno?Sídney asintió emocionada y Verónika la llevó en brazos hasta la cocina. Mientras encendía la estufa, observó a su pequeña hija, siempre estaba ansiosa por comer. —Mamá, ¿qué vamos a desayunar hoy? —averiguó Sídney mientras se sentaba en l
Verónika se sentó en el sofá de la sala de estar y contempló el collar de diamantes entre sus manos. Era una pieza de joyería deslumbrante, brillante y lujosa, pero Verónika no podía evitar sentir que su prometido se le había ido la mano al regalarle algo así de valioso.—¿Por qué siempre tiene que exagerar? —musitó Verónika para sí misma, sintiéndose perpleja por la magnitud del regalo. "Habría sido suficiente con un ramo de flores, tal vez un brazalete sencillo si es que quería regalarme una joya. Esto es demasiado". Pensó. Justo en ese momento, Lali, la niñera de Sídney, entró en la sala de estar y se sentó junto a ella. Notó las manos temblorosas de Verónika y su expresión de desconcierto.—¿Estás bien, Verónika? —quiso saber Lali, con una sonrisa amable en su rostro.Verónika suspiró nuevamente y le mostró el collar de diamantes. —Mira esto, Lali. Mi prometido me lo regaló el día de hoy y simplemente no puedo entender por qué fue tan exagerado. Hubiera preferido algo más senci
Sebastián estaba emocionado por pasar otro rato agradable junto a Verónika y su hija. Mientras conducía de camino a su casa, recibió una llamada inesperada de su padre. Su mente se llenó de preocupación, temiendo que algo malo le hubiera ocurrido a su padre. Sin embargo, decidió permanecer en un estado de positividad y no sacar conclusiones negativas antes de siquiera descolgar la llamada.—Padre... —dijo Sebastián.—No vendrás hoy tampoco, ¿no es cierto? —cuestionó su padre con cierta frustración.—Lo siento, pero tengo un compromiso previo. Sin embargo, planeo visitar a mamá más tarde. Te avisaré cuando esté en camino —expresó Sebastian intentando tranquilizar a su padre.—¿La amas? —preguntó su padre de repente, sujetando con fuerza las hojas que tenía en las manos. La expresión de su rostro denotaba sorpresa y preocupación.—¿Qué? —exclamó Sebastián, confundido por la pregunta repentina de su padre.—Que si amas a Verónika —insistió su padre, apretando aún más las hojas. Era evide
A medida que avanzaba la película, Sebastián tomó el teléfono y envió un mensaje a su padre, diciéndole que que hablaría con él despues. Aunque todavía tenía dudas sobre lo que su padre sabía, decidió dejar de lado esos pensamientos por el momento y concentrarse en el presente.Mientras tanto, lo que no sabía es que la maldad era astuta, aún estaba ese sujeto anónimo... Y continuaba moviéndose en la sombra, preparándose para revelar verdades incómodas y desafiar el amor y la confianza que Sebastián y Verónika habían construido. El destino de su relación estaba en juego y solo el tiempo podía decidir que pasaría. Aunque quería quedarse allí, no pudo hacerlo, ya que debía trabajar al siguiente día. Así que, con cuidado dejó el lugar, no sin antes dejar un beso sobre la mejilla de Verónika y un beso en la frente de Sídney, pero procurando no despertarla de su plácido descanso, se miraba tan hermosa durmiendo. No pudo evitar sonreir, inconsciente.***Una vez más, cuando estaba en su pi
Vanessa se quedó mirando el contenido de su taza, no le provocaba beber ni una sola gota de la bebida caliente. Miraba a su alrededor y enfocaba la vista en todos aquellos que llegaban en la cafetería en pareja sonriendo. Al parecer todos la estaban pasando bien y ella era la única con una mueca en lugar de una sonrisa en la cara. —¿Mamá? Era la llamada repentina que recibió su madre, quién sabe dónde estaba, se atrevía a llamarla después de lo que había hecho, era una descarada en todo el sentido de la palabra, no tenía vergüenza alguna, actuaba como si no hizo nada malo. —Hija —chilló, ¿por qué tanta emoción? Se preguntó la muchacha —. No te imaginas todo lo bueno que me ha pasado por estos lares, te voy a devolver el dinero, lo haré en este preciso instante. —¿Qué? —bufó —. ¿debería creerte? Además, ¿por qué le has pedido 30 mil dólares a Verónika? —¿Cómo lo sabes? No me digas que ustedes se hablan. ¡Vaya milagro! —No, deja de decir tonterías que nosotras seguimos distantes.
Ese otro día también estuvo pensando en la conversación que tuvo con su padre no salía de su cabeza las mismas palabras, ves tras vez estaba repitiendo dentro de su cabeza el cuestionamiento y todo el señalamiento que lo puso en a caminar sobre la cuerda floja. Sin embargo cambió la expresión para que su madre no se diera cuenta de sus preocupaciones, en su lugar se obligó a forzar una sonrisa mientras le tendía una bebida humeante. Regina sonrió, siempre lo hacía cuando estaba cerca de él. —¿Le has dado el collar a Verónika? No creí que podría regalarlo, pero ella es la indicada. —Lo hice. A esas alturas, Sebastian sabía que se apresuró demasiado al darle el collar a Verónika. Pero, su madre quería que lo usara para el enlace matrimonial. —Se lo dí. Me comentó que le ha gustado bastante —expresó —. Verónika es una mujer llena de sencillez y habría preferido cualquier otra cosa, pero el collar le ha gustado de todos modos. —Mira nada más como hablas de ella, se te iluminan los