—Vale, me quedaré —había terminado de decirle el hombre antes de ubicarse en el asiento entonces la mujer abrió la caja y comenzaron a repartirse la pizza, en realidad hace mucho tiempo que no comía una pizza tan deliciosa como esa. La pequeña al poco tiempo también había despertado y comenzó a engullir en silencio, porque todavía estaba somolienta, aunque eso no quitaba el hecho de que tenía un apetito voraz. Sebastian cada vez se encontraba un parentesco similar a esa niña con alguien especial en su vida, una persona que no olvidaría jamás, que lo fue todo para él, sin embargo pensar de ese modo se volvía también algo erróneo, como si no debía llegar a ese tipo de conclusiones, que no tenían fundamento y llegaban a ser descolocadas. Cada cierto tiempo se formaba un silencio incómodo que se volvía incómodo, miradas repentinas, sus ojos hicieron contacto visual con el millonario y sintió esa ráfaga en su interior, otra vez volvía a experimentar un montón de emociones recónditas que
Sebastian se dejó caer sobre la sofá de la sala. Liberó el aire sonoramente antes de ubicarse en su imagen en esos atractivos ojos azules llenos de vida y curiosidad. ¿Cómo demonios podía ser alguien capaz de dejar un angelito solo o ignorarlo por completo? Incluso él, en tan poco tiempo, llegó a tener pensamientos como: hacer todo lo posible para que ella estuviera bien, él no permitiría que su pasado definiera su futuro y se prometió a sí mismo que sería su propio protector y guía.Pero era tan absurdo, seguía siendo algo que apareció de imprevisto, que de seguro lo abandonaría. Aún así, sabía que la pequeña merecía algo mejor que ese tipo, quien no lo merecía. Más allá de mirarse afectado por el engaño, ¿Realmente tendría que existir una diferencia si corría por sus venas la misma sangre o no? Se levantó al poco tiempo y se dirigió al minibar que había en su piso, no quería vivir esa noche, pero recurrió al alcohol para escaparse un poco de todo lo que lo aturdiendo, por esa nec
La llamada de Coral terminó por arruinarle la noche, después el tipo se quedó pensativo sobre el tema, uno que daba vueltas alrededor de su mente, por más de media hora en la cama se movió sin poder conciliar el sueño, el insomnio volvía a hacer de la las suyas, odiaba con toda su alma no poderse dormir con tranquilidad, era un completo desafío que lo envolvía. Por tal motivo tuvo que salir a regañadientes de la cama y dirigirse a la cocina, un vaso de agua no disiparía el problema, pero al menos lograría contrarrestar un poco la impotencia al no poderse dormir. No pasó demasiado tiempo cuando el abogado lo llamó. Además de eso, alguien cercano a él, un amigo. —¿Asthon? ¿Esperaba buenas noticias a esa hora tan tarde? Claramente no era nada bueno lo que ese hombre le debía decir, aún así, se hizo a la idea de que no había pasado nada preocupante. —Disculpa, Sebastian, no me lo vas a creer. Me he quedado varado, no sé qué le ha sucedido al auto, hace poco tiempo lo llevé al mecánico
Lo primero que hizo la mujer al abrir los ojos fue examinar la habitación en la que se encontraba, tan diferente a la anterior, pero en lugar de sentirse nostálgica por el cambio, ahora algo diferente florecía dentro de ella, ya no había un crudo de invierno en su interior, sentía que por fin la primavera llegaba a su mundo después de pasarla muy mal durante los días fríos, su florecita preciosa le sacó una sonrisa; seguía durmiendo a pierna suelta a su lado, no había una mejor compañía que tenerla, cambiaba su mundo y le hacía sentir mejor cuando pensaba que todo se podría caer encima de ella y le daba las fuerzas para continuar. —Cariño, sé que probablemente tienes demasiado sueño, pero deberías despertar, mamá preparará tu desayuno favorito, puedes ayudarme si eso quieres.Pero en respuesta la niña solo gruñó, no quería despertar todavía. Verónika suspiró y se inclinó dejando un dulce beso sobre su frente. Ella era tan hermosa, no le podía pedir nada más a la vida. Lo tenía todo
[Recuerdo] Dos años atrás... Sebastian sabía que se acercaba una fecha difícil para su madre, el aniversario de la partida de su hermano. Era consciente de cómo esos recuerdos dolorosos afloraban en ella, trayendo consigo emociones intensas y un profundo pesar. Quería estar allí para apoyarla y hacerla sonreír, incluso en medio de la inevitable tristeza.Con cada minuto que pasaba, Sebastian se esforzaba por encontrar maneras de alegrar el día de su madre, sabiendo que no podía desaprovechar ni un segundo. Buscaba pequeñas acciones y gestos que pudieran traer un poco de luz a su vida y recordarle que, a pesar de la tristeza, aún había momentos de alegría por vivir juntos.Decidió sorprender a su madre con un desayuno especial. Preparó su comida favorita y decoró la mesa con flores coloridas. Sabía que los detalles marcarían la diferencia y harían que su madre se sintiera amada y apreciada.Cuando Regina entró en la cocina y vio la mesa preparada con tanto esmero, sus ojos se llenaro
Él la tomó por el cuello con demasiada fuerza. Ella pensaba que en cualquier momento se quedaría sin oxígeno y sería su triste final, el hombre tenía los ojos inyectados de odio, las venas de su cuello se notaban cada vez más y comenzaba a creer que no la soltaría. La tensión se volvía cada vez más asfixiante. A medida que el hombre apretaba su agarre en el cuello de ella, su respiración se volvía entrecortada y desesperada. El miedo se apoderaba de sus pensamientos mientras luchaba por mantener la calma y encontrar una salida.El rostro del hombre reflejaba una furia descontrolada, sus ojos llenos de ira parecían arder con una intensidad amenazante. Cada segundo que pasaba, la certeza de que no la soltaría se afianzaba en su mente.En medio de la angustia y el pánico, ella buscaba desesperadamente alguna oportunidad para liberarse de aquel agarre opresivo. Su cuerpo se debatía entre la necesidad de defenderse y el miedo paralizante que le impedía actuar.El ambiente se cargaba con u
—Así que vas a esperar... Me gusta que pienses de esa manera, siempre debes tomar en cuenta la opinión de tu pareja. ¿Y que hay de los bebés? El hombre comenzó a toser de solo escuchar a su madre pronunciar una palabra acerca de los hijos. Pensó inevitablemente en la pequeña hija de su novia falsa y de solo imaginarse un escenario en el que toda la verdad saliera a la luz, se ponía mal. —Mamá, eso también sería demasiado pronto. ¿No lo crees? No digo que no vaya a tener hijos, no estoy seguro aún. Es algo que ella y yo deberíamos hablar. ¿Volvemos adentro? —cambió de tema y ella se quedó pensativa. —Vamos a quedarnos solo un rato más. ¿No te gusta el clima? Porque a mí sí. —En realidad me encuentro a gusto, solo creí que ya querías volver —declaró, a lo que ella negó.En ese momento su teléfono comenzó a sonar y se disculpó con su madre para alejarse tan solo algunos metros y así atender con tranquilidad la llamada entrante. —¿Sí? —Sebastian, lo siento... Tal vez te encuentras o
Verónika se encontraba en su acogedora casa, sentada frente a su portátil, con la mente llena de dudas y temores. El debate interno sobre si debía o no ir a la oficina de Sebastian por ee empleo la consumía por completo.Había pasado horas pensando en aquella llamada que le había hecho a Sebastian, casi rogándole que le diera una oportunidad de trabajo. Ahora, en retrospectiva, se arrepentía de haber sido tan desesperada. ¿Había arruinado sus posibilidades con su actitud?Suspiró profundamente mientras miraba fijamente la pantalla del ordenador. Las palabras de Sebastian resonaban en su cabeza: "Ven a mi oficina mañana y hablaremos". Aquella invitación había llenado de esperanza su corazón, pero ahora el miedo y la incertidumbre se apoderaban de ella.Verónika sabía que este empleo era importante para ella, no solo por la necesidad económica, sino también porque significaba una oportunidad para reinventarse y dejar atrás un pasado complicado. Pero, ¿valía la pena humillarse tanto por