Verónika se encontraba en su acogedora casa, sentada frente a su portátil, con la mente llena de dudas y temores. El debate interno sobre si debía o no ir a la oficina de Sebastian por ee empleo la consumía por completo.Había pasado horas pensando en aquella llamada que le había hecho a Sebastian, casi rogándole que le diera una oportunidad de trabajo. Ahora, en retrospectiva, se arrepentía de haber sido tan desesperada. ¿Había arruinado sus posibilidades con su actitud?Suspiró profundamente mientras miraba fijamente la pantalla del ordenador. Las palabras de Sebastian resonaban en su cabeza: "Ven a mi oficina mañana y hablaremos". Aquella invitación había llenado de esperanza su corazón, pero ahora el miedo y la incertidumbre se apoderaban de ella.Verónika sabía que este empleo era importante para ella, no solo por la necesidad económica, sino también porque significaba una oportunidad para reinventarse y dejar atrás un pasado complicado. Pero, ¿valía la pena humillarse tanto por
—¿Estás lista? Coral se limpió con rapidez las lágrimas que desbordaban sus ojos y tomó una bocanada de aire tratando de contrarrestar ese sentimiento de asfixia que la agobiaba y ese odio desmedido que sentía por ese sujeto lo empeoraba todo. —¿Cómo podría aparecer y decir que estoy embarazada? A pesar de que estoy dispuesta a hacerlo, todavía me surgen dudas. No podría hacer algo así. Él sabrá que es mentira. Coral se encontraba sumida en una profunda preocupación mientras consideraba la idea de mentir sobre su embarazo. Sabía que era una decisión arriesgada y que podría tener consecuencias negativas. El peso de la mentira la atormentaba, pero sentía que no tenía otra opción para salvar su vida.Temía que Sebastian descubriera la verdad y todo se desmoronara.A pesar de sus dudas, Coral se aferraba a la idea de que esta mentira podría ser su salvación. Necesitaba el dinero de Sebastian para pagar un salvarse, era urgente y no tenía otra forma de obtenerlo. Sentía una mezcla de cu
Sebastian miraba fijamente a Coral, tratando de controlar su ira. No podía creer lo que estaba viendo. La mujer estaba sentada en el sofá, todavía fingiendo estar embarazada.—No puedes seguir con esta mentira, Coral. Ya te dije que no te creo —dijo Sebastian con voz firme.Pero Coral seguía aferrada a su historia.—Pero es verdad, Sebastián. Ya te mostré los resultados del test de embarazo.Sebastian frunció el ceño, incrédulo.—Eso no prueba nada. Puedes haber manipulado los resultados.Coral se levantó del sofá, molesta.—¿Cómo puedes decir eso? Yo nunca haría algo así.Sebastian la miró con desconfianza antes de responder:—Lo siento, Coral. Pero no puedo confiar en ti después de lo que hiciste.La noticia del supuesto embarazo era una pésima noticia para Sebastian. Sabía que eso cambiaría todo entre ellos, y no precisamente para bien. Además, ella ya no era su novia, sino su exnovia. La situación era aún más incómoda.Terrible, en otras palabras. Coral intentó acercarse a él, pe
Verónika se paró frente al espejo, nerviosa pero emocionada por su primer día en la oficina. Se puso una blusa elegante de color blanco, que resaltaba su tono de piel, y unos pantalones negros ajustados que realzaban su figura. A medida que se abrochaba los botones de su blazer azul marino, sentía una mezcla de confianza y ansiedad en el aire. A pesar de los nervios, se sentía orgullosa de sí misma por dar este gran paso en su vida. Sus manos temblaban ligeramente mientras se colocaba unos pendientes elegantes y se cepillaba el cabello. ¡Ya casi estaba lista. Y cuendo se miró en el espejo, Verónica notó que su expresión había cambiado. La inseguridad inicial estaba siendo reemplazada por una sonrisa decidida. Se recordó a sí misma que trabajaría duro y apreciaría la oportunidad que le estaba dando Sebastian. Al colocarse unos tacones negros elegantes, sintió cómo su postura se enderezaba y su paso se volvía más firme.A pesar de los nervios que aún la acompañaban, Verónica sabía qu
—Sebastián, necesito hablar contigo. Ha sido necesario despedir a esa muchacha. Ella no lo hizo adrede, solo es una prenda de vestir, una vez llegue a casa la voy a lavar y se solucionará el problema. Es todo —resolvió, a lo que él negó furibundo. —Sus constantes faltas de puntualidad y su falta de compromiso son las razones. No es lo solo lo que pasó contigo —mencionó, a lo que ella suspiró. —Entiendo, pero ¿no podrías haberle dado una segunda oportunidad? Sé que se equivocó pero se miraba bastante afectada, y eso inevitablemente hace que me sienta un poco culpable por ella.—Ya le di varias oportunidades y no mostró mejoras. Por otra parte no debes dejar que te afecte su despido, ni siquiera la conoces. Ella no quería seguir diciendo nada, pero se sentía mal por la chica, pensando que debía hacer algo. No sabía qué, con exactitud. —Sebastian, antes de continuar me gustaría ir al baño. —Puedes usar este —señaló sin más, pero ella negó con la cabeza. —No, iré afuera, te lo agrad
—Le pediré a mi secretaria que te consiga una nueva ropa, no puedes estar así por la oficina, tu atuendo está estropeado, lo que lo hace de mal gusto y no aceptaré que me digas que no —expresó y ella qué intentaba o tenía la intención de negarse, se quedó boquiabierta abierta porque él siempre estaba buscando que se hiciera lo que dijera y nada más que eso. Bufó. —De acuerdo, muchas gracias. ¿Ocurre algo? —cuestionó capturando toda la atención del hombre quién la miró entre cerrando la mirada. —¿A qué te refieres exactamente con eso? —Pues, parece que algo realmente te tiene afectado, me estuve tratando de contener pero finalmente la curiosidad me ha ganado. No le gustó para nada la intromisión de la mujer prefería mantener sus asuntos en privado que abanicarlos. —¿Podrías dejarme a solas? Deberías comenzar a trabajar, tengo asuntos pendientes por resolver. Y no puedo seguir perdiendo el tiempo—solicitó de forma repentina y Verónika se quedó un poco de sorprendida por su cambio
Desesperado, Sebastián intentaba mantener la calma mientras escuchaba las amenazas cada vez más intensas de su exnovia al otro lado de la línea. El sudor le perlaba la frente y su corazón latía acelerado. No podía permitir que su reputación y su carrera se vieran afectadas por este chantaje.Decidido a encontrar una solución, Sebastián se detuvo frente a la ventana de su oficina y observó el bullicio de la ciudad. Sabía que no podía ceder a las exigencias de su exnovia, pero tampoco quería que el embarazo se convirtiera en un escándalo mediático.—No te saldrás con la tuya. ¡Me estás difamando! —¡¿Difamando?! ¡Estoy embarazada de ti, Sebastian! No sé qué más necesitas ver para creer que te estoy diciendo la verdad. —No me vuelvas a contactar —le colgó. Tomando una profunda respiración, Sebastián decidió que era momento de actuar. Marcó el número de su abogado y le explicó la situación en detalle, solicitando su asesoramiento legal para enfrentar esta difícil situación.Mientras es
La mujer se sorprendió cuando el hombre salió de volada de allí, parecía tener demasiada prisa y no tenía idea de a dónde iba, pero estaba segura de que algo le había pasado o eso le dijo su intuición. O sea cuál fuera la razón de su salida, no tenía derecho a saberlo y prefería sumergirse de lleno en las actividades que todavía debía hacer. De hecho eran cuestiones en las que tenía que prestar mucha atención para hacer su trabajo de la mejor manera posible. Suspiró. Ni siquiera había volteado a mirarla. ¿Es que estaba molesto por el café? Ay, fue demasiado ilusa al creerle a esa mujer, pensó que por su amabilidad, no habían malas intenciones, pero se equivocó por completo. Maritza volvió a presentarse, la muy mala mujer actuaba como si nada terrible había hecho. —¿Debería preguntar cómo te ha ido con el jefe? —Estuve a punto de revelar que fuiste tú la que me indicó que a nuestro jefe le gustaba el café con azúcar, pero pensé: tal vez puede que la despida como lo hizo hace algun