Él la tomó por el cuello con demasiada fuerza. Ella pensaba que en cualquier momento se quedaría sin oxígeno y sería su triste final, el hombre tenía los ojos inyectados de odio, las venas de su cuello se notaban cada vez más y comenzaba a creer que no la soltaría. La tensión se volvía cada vez más asfixiante. A medida que el hombre apretaba su agarre en el cuello de ella, su respiración se volvía entrecortada y desesperada. El miedo se apoderaba de sus pensamientos mientras luchaba por mantener la calma y encontrar una salida.El rostro del hombre reflejaba una furia descontrolada, sus ojos llenos de ira parecían arder con una intensidad amenazante. Cada segundo que pasaba, la certeza de que no la soltaría se afianzaba en su mente.En medio de la angustia y el pánico, ella buscaba desesperadamente alguna oportunidad para liberarse de aquel agarre opresivo. Su cuerpo se debatía entre la necesidad de defenderse y el miedo paralizante que le impedía actuar.El ambiente se cargaba con u
—Así que vas a esperar... Me gusta que pienses de esa manera, siempre debes tomar en cuenta la opinión de tu pareja. ¿Y que hay de los bebés? El hombre comenzó a toser de solo escuchar a su madre pronunciar una palabra acerca de los hijos. Pensó inevitablemente en la pequeña hija de su novia falsa y de solo imaginarse un escenario en el que toda la verdad saliera a la luz, se ponía mal. —Mamá, eso también sería demasiado pronto. ¿No lo crees? No digo que no vaya a tener hijos, no estoy seguro aún. Es algo que ella y yo deberíamos hablar. ¿Volvemos adentro? —cambió de tema y ella se quedó pensativa. —Vamos a quedarnos solo un rato más. ¿No te gusta el clima? Porque a mí sí. —En realidad me encuentro a gusto, solo creí que ya querías volver —declaró, a lo que ella negó.En ese momento su teléfono comenzó a sonar y se disculpó con su madre para alejarse tan solo algunos metros y así atender con tranquilidad la llamada entrante. —¿Sí? —Sebastian, lo siento... Tal vez te encuentras o
Verónika se encontraba en su acogedora casa, sentada frente a su portátil, con la mente llena de dudas y temores. El debate interno sobre si debía o no ir a la oficina de Sebastian por ee empleo la consumía por completo.Había pasado horas pensando en aquella llamada que le había hecho a Sebastian, casi rogándole que le diera una oportunidad de trabajo. Ahora, en retrospectiva, se arrepentía de haber sido tan desesperada. ¿Había arruinado sus posibilidades con su actitud?Suspiró profundamente mientras miraba fijamente la pantalla del ordenador. Las palabras de Sebastian resonaban en su cabeza: "Ven a mi oficina mañana y hablaremos". Aquella invitación había llenado de esperanza su corazón, pero ahora el miedo y la incertidumbre se apoderaban de ella.Verónika sabía que este empleo era importante para ella, no solo por la necesidad económica, sino también porque significaba una oportunidad para reinventarse y dejar atrás un pasado complicado. Pero, ¿valía la pena humillarse tanto por
—¿Estás lista? Coral se limpió con rapidez las lágrimas que desbordaban sus ojos y tomó una bocanada de aire tratando de contrarrestar ese sentimiento de asfixia que la agobiaba y ese odio desmedido que sentía por ese sujeto lo empeoraba todo. —¿Cómo podría aparecer y decir que estoy embarazada? A pesar de que estoy dispuesta a hacerlo, todavía me surgen dudas. No podría hacer algo así. Él sabrá que es mentira. Coral se encontraba sumida en una profunda preocupación mientras consideraba la idea de mentir sobre su embarazo. Sabía que era una decisión arriesgada y que podría tener consecuencias negativas. El peso de la mentira la atormentaba, pero sentía que no tenía otra opción para salvar su vida.Temía que Sebastian descubriera la verdad y todo se desmoronara.A pesar de sus dudas, Coral se aferraba a la idea de que esta mentira podría ser su salvación. Necesitaba el dinero de Sebastian para pagar un salvarse, era urgente y no tenía otra forma de obtenerlo. Sentía una mezcla de cu
Sebastian miraba fijamente a Coral, tratando de controlar su ira. No podía creer lo que estaba viendo. La mujer estaba sentada en el sofá, todavía fingiendo estar embarazada.—No puedes seguir con esta mentira, Coral. Ya te dije que no te creo —dijo Sebastian con voz firme.Pero Coral seguía aferrada a su historia.—Pero es verdad, Sebastián. Ya te mostré los resultados del test de embarazo.Sebastian frunció el ceño, incrédulo.—Eso no prueba nada. Puedes haber manipulado los resultados.Coral se levantó del sofá, molesta.—¿Cómo puedes decir eso? Yo nunca haría algo así.Sebastian la miró con desconfianza antes de responder:—Lo siento, Coral. Pero no puedo confiar en ti después de lo que hiciste.La noticia del supuesto embarazo era una pésima noticia para Sebastian. Sabía que eso cambiaría todo entre ellos, y no precisamente para bien. Además, ella ya no era su novia, sino su exnovia. La situación era aún más incómoda.Terrible, en otras palabras. Coral intentó acercarse a él, pe
Verónika se paró frente al espejo, nerviosa pero emocionada por su primer día en la oficina. Se puso una blusa elegante de color blanco, que resaltaba su tono de piel, y unos pantalones negros ajustados que realzaban su figura. A medida que se abrochaba los botones de su blazer azul marino, sentía una mezcla de confianza y ansiedad en el aire. A pesar de los nervios, se sentía orgullosa de sí misma por dar este gran paso en su vida. Sus manos temblaban ligeramente mientras se colocaba unos pendientes elegantes y se cepillaba el cabello. ¡Ya casi estaba lista. Y cuendo se miró en el espejo, Verónica notó que su expresión había cambiado. La inseguridad inicial estaba siendo reemplazada por una sonrisa decidida. Se recordó a sí misma que trabajaría duro y apreciaría la oportunidad que le estaba dando Sebastian. Al colocarse unos tacones negros elegantes, sintió cómo su postura se enderezaba y su paso se volvía más firme.A pesar de los nervios que aún la acompañaban, Verónica sabía qu
—Sebastián, necesito hablar contigo. Ha sido necesario despedir a esa muchacha. Ella no lo hizo adrede, solo es una prenda de vestir, una vez llegue a casa la voy a lavar y se solucionará el problema. Es todo —resolvió, a lo que él negó furibundo. —Sus constantes faltas de puntualidad y su falta de compromiso son las razones. No es lo solo lo que pasó contigo —mencionó, a lo que ella suspiró. —Entiendo, pero ¿no podrías haberle dado una segunda oportunidad? Sé que se equivocó pero se miraba bastante afectada, y eso inevitablemente hace que me sienta un poco culpable por ella.—Ya le di varias oportunidades y no mostró mejoras. Por otra parte no debes dejar que te afecte su despido, ni siquiera la conoces. Ella no quería seguir diciendo nada, pero se sentía mal por la chica, pensando que debía hacer algo. No sabía qué, con exactitud. —Sebastian, antes de continuar me gustaría ir al baño. —Puedes usar este —señaló sin más, pero ella negó con la cabeza. —No, iré afuera, te lo agrad
—Le pediré a mi secretaria que te consiga una nueva ropa, no puedes estar así por la oficina, tu atuendo está estropeado, lo que lo hace de mal gusto y no aceptaré que me digas que no —expresó y ella qué intentaba o tenía la intención de negarse, se quedó boquiabierta abierta porque él siempre estaba buscando que se hiciera lo que dijera y nada más que eso. Bufó. —De acuerdo, muchas gracias. ¿Ocurre algo? —cuestionó capturando toda la atención del hombre quién la miró entre cerrando la mirada. —¿A qué te refieres exactamente con eso? —Pues, parece que algo realmente te tiene afectado, me estuve tratando de contener pero finalmente la curiosidad me ha ganado. No le gustó para nada la intromisión de la mujer prefería mantener sus asuntos en privado que abanicarlos. —¿Podrías dejarme a solas? Deberías comenzar a trabajar, tengo asuntos pendientes por resolver. Y no puedo seguir perdiendo el tiempo—solicitó de forma repentina y Verónika se quedó un poco de sorprendida por su cambio