Había sido el día más feliz para todos. Las fotos familiares y grupales no dejaron de aparecer en los celulares. Muchas selfis para los grupos familiares y aunque Elizabeth quiso enviarle a su familia lo bien que se la estaba pasando, prefirió esperar. Ella debía primero hablar la situación con sus padres.No se iban a enojar por el repentino cambio de trabajo. Era obvio que ese tipo de cosas sucedieran y mucho más, si era fuera del pueblo, de donde creció, pero, siempre existía un pero en ese tipo de situaciones.Su familia no sabía que ella era la niñera de un millonario y que ese día se encontraba de viaje en Disney con la familia de su jefe.—Papá, quiero llevarme a ese perro. Elizabeth no tiene mascota y él, si la va a cuidar —la vocecita de Damian, la hizo regresar a la realidad.—¿Sabes si a ella le gustan los perros? Pluto es una mascota muy grande. ¿Y si mejor le regalas a Minnie Mouse? —Noah señalaba el estante frente a ellos.Aunque todos estaban en su mundo, llegaba un mom
Noah tuvo que esperar a que su miembro dejara de estar despierto, cosa que le hizo gracia a Elizabeth, más que todo porque nunca por su mente pasó que él se sintiera de la misma manera que ella. El deseo era evidente, solo que los miedos a ambos les ganaba. Pero todo en la vida tenía un límite y ellos habían llegado al suyo. El beso que se dieron en el restaurante había sido especial para los dos, sus carnosos labios se habían vuelto en una adicción por la que daría lo que fuera por volver a tenerlo sobre los de él. La llevó a su habitación después de unas horas de conversación. Igualmente, todo fluía con ella. El alivio de Noah era grande porque Sebastian le envió un mensaje para informarle que Damian se había dormido con Gabriella y lo llevaría en la mañana con él. Su guardaespaldas le estaba concediendo un minuto más con Elizabeth. —Gracias por traerme. Estuvo muy divertido todo y la comida, aunque fue poquita, me llenó —sonrió. Realmente ninguno pudo comer más nada porque su
Todo parecía una mentira. Ambos habían deseado ese momento por tanto tiempo, que simplemente era un sueño en ese instante. Como por arte de magia, los nervios y la ansiedad desaparecieron, dando lugar a la calma y a esa agradable sensación que afloraba cada vez que ellos se acariciaban. Esa dulce paz, en la que Elizabeth envolvía a Noah, cuando sus manos se entrelazaban y cada uno buscaba refugio en la mirada del otro, sabiendo que allí nada malo podía pasar.La respiración agitada de los dos y el sonido del aire acondicionado, era lo único que rompía el silencio de la habitación. Al principio, Noah solo logró apreciar su torneado cuerpo y su cabello rubio, que, parecía flamear por sobre su hombro derecho. Con una mezcla de excitación, se acercó y sin mediar palabra, se fundieron en un apasionado beso. La pequeña mano de Elizabeth, recorrió con delicadeza la espalda de Noah y se posaron alrededor de su nuca, mientras él acariciaba y apretaba sus suaves muslos. Después de besar su cue
Elizabeth había pasado la mejor noche de su vida. Le dolía todo el cuerpo, pero juró a los cielos que había valido la pena. Aunque empezó como una locura, no fue solo sexo. Noah era un experto en lo que hacía y no mentía. De la misma manera en la que él te cuidaba, te llevaba a las estrellas rápidamente. Habían pedido servicio a la habitación porque pronto debían regresar a Londres. El viaje fue suspendido porque apareció un problema en la compañía y necesitaban de Noah con urgencia. Todo estaba preparado para ir directamente al aeropuerto y saldrían después de desayunar. Solo que Elizabeth no sabía en ese instante mientras se terminaba de poner un vestido largo de verano, qué tipo de relación tendría con su jefe. A diferencia de Noah, que recibió el desayuno típico americano, entre los miles de pensamientos sobre Elizabeth. Se sentía un poco culpable por haber sido tan rudo con ella, pero había dormido completamente relajado. Era la primera vez en mucho tiempo que dormía con una mu
Dieciocho horas después, ellos seguían enojados el uno con el otro, la diferencia fue que habían estado cansados por lo poco que durmieron la noche anterior y durante el vuelo de regreso a casa, Noah no dejó que ella se sentara en otro lado, que no fuera el de él y ambos se quedaron dormidos.Era una escena bastante adorable para la vista de sus empleados. Aunque Noah no les dijera nada y mucho menos confirmara una relación con la niñera, ya había una nueva señora en la mansión.—¿En dónde está Elizabeth ahora? —le preguntó a Gabriella, entrando a la cocina.La mansión estuvo bajo el cuidado de sus guardaespaldas en su ausencia.El viaje de regreso a Londres fue bastante duro. Lo único divertido fue ver a su hijo hablar de lo increíble que se lo pasó.—Ella iba a llamar a sus padres. Debe estar en su habitación. ¿Quieres que vaya a verificar? —le respondió.—No —miró unas galletas que Gabriella estaba metiendo en un frasco—. Damian descubrió en donde las escondes. Puedes cambiarlas de
Noah y Elizabeth esperaron durante mucho tiempo porque algún doctor saliera a darle noticias de Damian, pero al parecer, se les había olvidado que en ese pasillo estaban ellos. Nadie salía a informales algo y ya habían pasado varias horas. Noah le había pedido a Liam que buscara a Jessica. Elizabeth estaba muy mal y un poco de compañía de sus amigos la haría sentir mejor. La vió llegar con Ian, cosa que le pareció bastante extraño, pero supuso que se encontraron en el pasillo de algún lugar. Con mucho cuidado para no asustar a Elizabeth, que se había dormido, él la despertó con pequeñas caricias y besos. —Bonita, llegó Jessica... —susurró en su oído, ella empezó a abrir los ojos lentamente y se acomodó en el asiento—. Pedí que trajeran a Jessica, estar con tus amigos te hará sentir mejor. —Gracias por traerla y por dejarme dormir un poco. No sabía que tu pecho sería tan cómodo —le habló ronca, dándole una leve sonrisa. —No pasa nada... —respondió, pero Elizabeth no escuchó porque y
Alexis era una persona perfecta y amable para quien no lo conocía, de hecho, el único de su familia que sabía la perfección quién es ese hombre, es su padre. Lamentablemente, cuando se dió cuenta, ya era demasiado tarde. Alexis era un hombre ambicioso y envidioso. Siempre deseo tener cosas, pero nunca hizo nada para conseguirlas. Quería ser inteligente, se consiguió una novia que lo fuera y de esa manera poder presumir, pero, también era de las personas que se dejaba llevar por lo que decían los demás. Así que, Elizabeth merecía su odio. Él no podía creer que la mujer que humilló y quiso hundir, estuviese viviendo bien y sin rastro de sufrir. Ellos terminaron su relación y, en la mente de Alexis durante el tiempo que no la vió, creyó que ella estaría destruida y llorando por él. No entendía y le parecía imposible que ella ya no lo amara. Eso le perturbaba. —¿Alguien te vió? Alexis, en ese colegio hay cámaras de seguridad en todo su alrededor. ¿Alguien se dió de cuenta que tú empe
Elizabeth fue ingresada al hospital por el fingido desmayo y aunque el doctor que la atendió, se dio cuenta al revisarla que todo era mentira, guardó silencio hasta salir de la habitación y poder hablar con Noah. No podían intervenir a menos que el paciente pidiera ayuda, pero él era el médico de la familia. —Damian vendrá a esta misma habitación en unos minutos y no hay ningún daño en él. No tragó humo porque lo sacaron a tiempo. El desmayo fue por la impresión de las llamas, pero vendrá el pediatra que lo trató y comentará mejor las cosas —le informó el doctor. —Vale, me alegra saber que está bien. Fue algo bastante duro —tensó la mandíbula, de solo imaginar el temor de su pequeño—. En cuanto a Elizabeth, ¿Ella está bien? Mira, presiento que algo anda mal y por la manera en que la encontré en el baño... —Ella está despierta, puedes preguntarle mejor las cosas, pero el desmayo fue provocado por la impresión o cansancio. Ella me comentó que vinieron de un viaje de dieciocho horas y