Aunque hace más de un mes uno de sus amigos lo había invitado a su museo, nunca leyó la tarjeta lo suficiente. Solo supo que era un evento elegante y que debía ir acompañado. Pero a Noah se le pasó por alto, que era la restauración de un museo y lo habían convertido en galería de arte. Él solo creyó que era una galería nueva. De igual manera, su amigo cada mes hacía una locura nueva con algún lugar abandonado.—Es bueno verte de nuevo, O'Brien —lo saludó su mejor amigo.—Sé que no me esperabas. Para que después no digas que no te quiero y te mantengo en el olvido, Carter —bromeó, dándole un abrazo.Ian era uno de los empresarios más cotizados en varias partes de Europa. Tenía dos años de haberse convertido en CEO de todas las galerías y museos importantes de su familia. Había renovado los más viejos y los convirtió en un éxito total.—No me hagas quedar como si fuera una llorica. Los chicos están por aquí, vamos —antes de poder llevarlo con sus amigos, Noah lo detiene.—Ian, ella es E
Como pudo se levantó del suelo y limpió su trasero. Suspiró y guardó en lo más profundo de su ser las ganas de llorar y regresó al baño.Otra vez había sido humillada y no pudo defenderse lo suficiente. Todos creían tener el derecho de tratarla mal por algo que no había hecho. Lamentó nuevamente haber estado tanto tiempo con Alexis. Ella lo justificó y siempre encontró lógica para sus reacciones y lo amó muchísimo, pero el desprecio que sentía por él, era más grande que cualquier cosa.—¿Elizabeth? —Gianna la miró con preocupación cuando entró al baño.¿Será que escuchó a Karen? No... Ellas estaban hablando en voz baja. Nadie podía haberlas escuchado aunque quisieran.—Te vi en el suelo. ¿Todo está bien contigo? —se acercó y se sorprendió al ver su mejilla roja.—Fue una equivocación...—¿Quién se equivocó contigo? Debo decirle a Noah...—¡No! —la tomó de su brazo al verla que iba a salir del baño—. Por favor, no le digas nada. Esa persona se confundió y creyó que era...—¿Y se dió cu
Noah miró a su padre sin entender su reacción ante la presentación de Elizabeth. Él creía que se enojaría por traer a una nueva mujer a su vida. No era un tipo malo, pero sí muy quisquilloso cuando se trataba de mujeres.Arthur, se había casado con su primer amor cuando tenían veinte años, él y su madre, Madeline, querían que su amado hijo viviera lo mismo que ellos. El latir del corazón, el deseo de ver y cuidar a su pareja. El amar, ser amado y que por fin lograra la felicidad que un día Noah perdió.Sus padres casaron a su hijo con Aurora creyendo que era un amor para toda la vida, pero la mujer solo fue un lobo vestido de cordero.Por eso, a Noah le pareció irreal la reacción de su padre al ver a Elizabeth.—¿Todo bien, Arthur? No es lo que esperaba —se sintió incómodo frente a su padre.—Todo bien. Entonces, ¿Qué tal te va con mi nieto y mi hijo, Elizabeth? —frunció el ceño al ver la mejilla de la chica y se cruzó de brazos.—Damian es un niño muy inteligente y alegre. Para tener
Elizabeth no supo por qué Noah actuó tan extraño esa noche, pero trató de no darle muchas vueltas al asunto. Tenía algo más importante por lo que debía pensar.Quitarse el vestido.Todo le dolía y ni siquiera podía intentar bajar la cremallera. Recordó que la señora Gabriella le había dicho que buscara vestidos que fueran fáciles de quitar, pero como la joven rubia era tan sabia, decidió usar el que tenía la cremallera en la parte de la espalda.«Debí hacerle caso y utilizar uno normal», se quejó, revisando su celular.No tenía más opción que buscar a una persona para que la ayudara. Obviamente, no sería Noah porque ya era muy tarde y él quería estar con Damian. Habían pasado quince minutos desde que solicitó ayuda y esa persona no vivía muy lejos, así que lo estaba esperando ansiosa para darse una ducha, tomar sus calmantes e irse a dormir.La puerta del departamento es abierta y la figura de un hombre aparece en ella.—Iba a morir esperando por ti —se quejó, mirando a Liam.—Vine lo
Estaba esta persona en su oficina viendo alguna información sobre la vida de la persona que más odiaba en su vida. No podía esperar verlo destruido o muerto. Tenía sed de sangre, tenía ganas de hacerlo sufrir, aunque fuera una cuarta parte de lo que él había sufrido. Odiaba a Noah de una manera exagerada. Cualquier persona podría decir que era envidia, pero no. El odio simplemente fue creciendo día a día y esa mañana, lo había odiado mucho más. Supuestamente, era el hombre más importante de Inglaterra, pero nadie sabía que Noah era un bastardo infeliz. Un asesino vestido de traje y corbata. Deseaba hacerlo pagar por todo lo que vivió y lo haría por donde más le dolía. Su hijo. Un mocoso que se había convertido en un estorbo inalcanzable. Tenía más seguridad y dañaba todo su plan perfecto. Meses y meses de preparación de posibles accidentes y nada que podía sacarlo del medio. Estuvo tan cerca de lograrlo, pero apareció un estorbo mayor. —¿Qué descubriste de ella? —preguntó, a una
Elizabeth había disfrutado mucho de su domingo en casa. Era la primera vez en mucho tiempo que lograba dormir lo suficiente sin temor a ser echada. Su cuerpo dolía menos y su brazo le daba pequeños corrientazos que la hacían sentir incómoda.Descubrió que era muy difícil intentar rascarse el codo.Aun con todo eso, limpió el departamento con ayuda de Liam y las órdenes de Ethan. Echaba de menos a su mejor amiga, pero no la había vuelto a llamar y Jessica tampoco la había buscado. Le gustaba tener amigos hombres porque eran más chismosos que las mujeres y le enseñaban el arte de conquistar a Noah.—Como quisiera que conocieran a Jessica. Ella es muy divertida y como persona es un sol —se lamentó, entregándole un vaso de agua a Ethan.—¿Y por qué no la llamas? ¿Es bonita? Dile que tienes un amigo soltero —ella lo miró mal.—No le gustan los babosos —se sentó en el sofá con una sonrisa, al ver la cara de Ethan, con la boca abierta.Liam puso la cena en la mesa de café que Elizabeth había
Elizabeth miraba a Noah con rabia y él, bueno, él solo la miraba como siempre. Eso la hacía molestar mucho más. Ella podía aguantar muchas cosas, pero le molestaba muchísimo el hecho de que justamente él, la tachara de infiel.No podía siquiera pensar que algo como eso hubiese salido de su boca. Elizabeth no le había dado motivos para que la llamaran así.Para empezar, ellos no tenían nada.—¿Y eso para ti es una respuesta? —le preguntó con desdén.—Sí, Elizabeth, porque justamente eso es lo que está sucediendo —tragó grueso.—Nosotros somos jefe y empleada. No nos une ningún tipo de relación. ¿Qué te dio a suponer que yo era infiel? Somos personas libres e independientes. Mi documento de identidad dice que soy soltera, Noah —respondió con tranquilidad.Él rió de lado, pero realmente lo hizo por cortesía.—Te recuerdo que nunca me has mostrado tu documento de identidad, así que no, no sé qué dice —ella se quiso reír, pero no era el momento.Noah la había ofendido y sí, tal vez fue por
Elizabeth había ido al hospital para una consulta de rutina y checar el avance en su cuerpo después del accidente. Según los exámenes, todo estaba bien y los pequeños corrientazos que le daba su brazo, era porque tenía inflamados los tendones que unían los músculos al hueso. La doctora le había explicado que eso sucedía comúnmente entre los deportistas o el uso excesivo del codo, pero debido a su accidente, también le tocó a ella.Ella había dejado de caminar hacia la mansión después de conseguir un guardaespaldas, así que le prestó muy bien hacerlo en ese momento. Demoraría más, pero despejaría su mente.De todas maneras, lo necesitaba. Ya no podía hacer nada. Su agobio le estaba comiendo sus pensamientos.—Dios, Elizabeth, al fin llegas a casa. Estábamos asustados porque no aparecías. ¿Estás bien? ¿Todo salió bien en el hospital? —la señora Gabriella la recibió en la entrada de la casa.—Caminé, por eso he llegado tan tarde, pero todo salió bien. Solo debo seguir teniendo reposo —co