Capítulo 37 —No estáNarrador:Las noches eran más largas sin él. Aylin no lo veía desde aquella vez. No lo buscaba, no lo evitaba. O quizás sí.La mansión era lo suficientemente grande como para que no se cruzaran. Y él, al parecer, tampoco hacía el intento de encontrarse con ella.Pero algunas noches, cuando se quedaba en la cama, con el pecho apretado y la mente revuelta, se asomaba por la ventana.Y ahí estaba. El destello naranja de un cigarrillo encendiéndose en la oscuridad. En su rincón, su refugio, su escondite. La banca en el jardín que, por un tiempo, fue de ambos.Aylin apoyaba la frente en el cristal, sintiendo el frío morderle la piel, pero sin apartar la mirada.Lo veía apenas. Una sombra entre sombras. Fumando, con el cuerpo recostado contra el respaldo de la banca, una pierna apoyada sobre la otra, el brazo colgado con una languidez que en él no era descuido, sino cansancio reprimido.—¿Está pensando en mí? —se preguntó. —La idea era absurda. Ilógica. Roman Adler no e
Capítulo 38 —La jaula fríaNarrador:Las horas se habían convertido en días, y la locura lo estaba consumiendo.Roman no dormía, no comía, no hacía otra cosa que buscarla, que mover contactos, que revisar cámaras, que interrogar a cualquiera que pudiera tener una mínima pista. Pero no había nada. Nada.Esa era la parte que lo estaba matando.Porque si alguien la hubiera secuestrado, ya habrían pedido un rescate.Si alguien se hubiera atrevido a tocarla, ya habría encontrado el primer rastro de sangre.Pero no. Era como si Aylin se hubiera desvanecido de la faz de la Tierra.Dominic entró a su despacho sin anunciarse. Roman apenas levantó la mirada, con el ceño fruncido y el cigarro casi consumido entre los dedos.—¿Qué? —gruñó, la voz áspera de tanto callarse el tormento.Dominic cruzó los brazos, inclinando la cabeza.—¿Y si la raptaron?Roman se quedó en silencio un momento.Luego, soltó una risa seca, sin rastro de humor.—Nadie se atrevería a hacerme eso, Dominic.Dominic entrecer
Capítulo 39 —Dorian LangdonNarrador:El despacho estaba en penumbra. Solo el resplandor de la ciudad, más allá de los ventanales, iluminaba la expresión severa de Roman.Dominic entró con el teléfono aún en la mano, la mandíbula tensa, el ceño marcado con el peso de la frustración.—Nada —soltó de golpe—. Ni con todos mis contactos podemos sacarla. Al menos no por los canales regulares.Roman no respondió enseguida. Se pasó una mano por el rostro, tratando de contener la furia que ardía bajo su piel.Aylin seguía allí, encerrada, sola. A la espera de un destino que no merecía.Él no iba a permitirlo. No tenía muchas opciones. Y odiaba eso.Odiaba sentir que el control se le escurría de entre los dedos, que no había un solo movimiento en su tablero que pudiera ejecutarse sin arriesgar algo.Pero no iba a perderla.Se ajustó la chaqueta, exhaló con lentitud y tomó el teléfono.Dominic lo observó desde el otro lado del escritorio, con el ceño fruncido.—¿Qué vas a hacer?Roman no respon
Capítulo 40 —Te dio, papáNarrador:Roman entró a su despacho en la mansión como un huracán. Se quitó el abrigo y lo lanzó sobre el sofá de cuero con un gesto brusco, antes de servirse un trago de whisky y vaciarlo de un solo golpe.Dominic, que estaba sentado en el sillón frente al escritorio, lo observó en silencio, dejando que el jefe procesara su frustración antes de hablar.—¿Y bien?Roman apoyó las manos sobre la mesa, exhaló despacio y, sin mirarlo, murmuró:—Dorian dice que no puede hacer nada.Dominic enarcó una ceja.—¿Nada de nada?Roman negó con la cabeza, echándose contra el respaldo de la silla con los ojos cerrados.—Dice que es tarde. Que al ser deportada, no podrá volver.Dominic tamborileó los dedos en el apoya brazos, observándolo con atención.—Pero...Roman abrió los ojos, oscuros y afilados.—Pero podría quedarse si se casa con un ciudadano.Dominic soltó un silbido bajo y cruzó los brazos.—¿Y qué vas a hacer?Roman tomó la botella de whisky y se sirvió otro tra
Capítulo 41 —Solo por SashaNarrador:Días después…Roman estaba sentado en su despacho, el vaso de whisky intacto en su mano, la mandíbula apretada con una tensión peligrosa.—Dime que tienes buenas noticias —su voz era un filo de acero.Al otro lado del teléfono, el contacto que había conseguido dentro del centro de reclusión exhaló con incomodidad.—Hicimos todo lo posible, señor Adler. Usamos cada contacto, cada recurso… pero ya es tarde.Roman sintió un vacío abrirse en su pecho, un vacío que odiaba sentir.—¿Qué significa eso? —preguntó, aunque en el fondo ya lo sabía.El silencio al otro lado fue más elocuente que cualquier palabra.Finalmente, la respuesta llegó como una sentencia.—Significa que ya no está aquí. Se la llevaron hace dos días.El whisky se derramó sobre sus dedos cuando Roman apretó el vaso con fuerza.—Dos días, dos mald*itos días. —Había estado moviendo cielo y tierra para sacarla de ese infierno, y ella ya ni siquiera estaba allí. —¿Por qué nadie me avisó?—
Capítulo 42 —Bienvenidos al infierno.Narrador:El movimiento en la mansión fue inmediato.Dominic tenía todo bajo control. Llamadas, logística, tiempos. Estaba todo listo en menos de 48 horas. Pero la noticia se filtró antes de lo previsto.Sasha entró al despacho de su padre como un huracán, con los ojos brillando de emoción, con la energía que no había tenido en semanas.—¿Es cierto?Roman levantó la vista de la pantalla de su móvil, mirándola con calma.—¿Qué cosa?Sasha dio un paso más, con la respiración agitada, como si temiera que su ilusión se rompiera en cualquier momento.—Que vas a buscar a Aylin.Roman no respondió de inmediato. Esa chispa en los ojos de su hija, la que había desaparecido en las últimas semanas, estaba de vuelta y lo jodía saber que, tal vez, no podía sostenerla. Apoyó los codos en el escritorio, entrelazando los dedos, y la miró con la seriedad calculada de siempre.—Sí.Sasha soltó una risa entrecortada, casi un sollozo de alivio.Se llevó las manos a l
Capítulo 43 —Los coches ne*grosNarrador:El calor pegajoso la golpeó en cuanto bajó del avión.El aire denso, lleno de polvo y humedad, se coló en sus pulmones con la primera bocanada de realidad. Había vuelto. Pero no como lo imaginó. No con la frente en alto, con éxito, con un futuro brillante por delante. Regresaba con las manos vacías. Como una fracasada.Caminó por el aeropuerto sin mirar a nadie. Solo quería salir de allí, desaparecer.La bolsa con sus pocas pertenencias pesaba en su hombro, pero el verdadero peso estaba en su pecho.El auto de su familia no la esperaba. No había nadie para recogerla.Su abuela estaba demasiado enferma para moverse, su hermano… ¿Sabía siquiera que ella llegaba hoy?Apretó los dientes, avanzando entre la multitud. La gente hablaba, reía, se reencontraba con sus seres queridos.Aylin estaba sola. Cerró los puños, sintiendo la rabia en la garganta.No iba a llorar, no aquí, no en este mal*dito aeropuerto que la escupía de vuelta como si nunca hubi
Capítulo 44 —CasaNarrador:Aylin seguía sin moverse. Era irreal. Roman Adler, sentado a la mesa de su casa, con una taza de té en la mano, charlando con su abuela como si fuera cualquier otro visitante. Pero no lo era. Y él lo sabía.Roman levantó la mirada cuando la vio entrar. Esa sonrisa lenta, arrogante, suya, apareció de inmediato.—Hola, Aylin, ha pasado mucho tiempo. —El estómago se le contrajo. No podía moverse, no podía ni respirar. Roman inclinó la cabeza, estudiándola. —¿No piensas saludarme?Su abuela le sonrió, completamente ajena a la tensión que acababa de inundar la habitación.—Mi ni*ña, ven, el señor Roman ha sido un encanto. Vino hasta aquí solo para verte.Aylin tragó saliva, clavada en el suelo.Roman la observó con tranquilidad, como si disfrutara cada segundo de su reacción. Porque lo hacía.—Lindo lugar. Acogedor.Ella apretó los labios. No podía hablar, no podía procesar nada.Su abuela se puso de pie con una sonrisa.—Voy a traer más té. No te muevas, ni*ña.