Capítulo 40 —Te dio, papáNarrador:Roman entró a su despacho en la mansión como un huracán. Se quitó el abrigo y lo lanzó sobre el sofá de cuero con un gesto brusco, antes de servirse un trago de whisky y vaciarlo de un solo golpe.Dominic, que estaba sentado en el sillón frente al escritorio, lo observó en silencio, dejando que el jefe procesara su frustración antes de hablar.—¿Y bien?Roman apoyó las manos sobre la mesa, exhaló despacio y, sin mirarlo, murmuró:—Dorian dice que no puede hacer nada.Dominic enarcó una ceja.—¿Nada de nada?Roman negó con la cabeza, echándose contra el respaldo de la silla con los ojos cerrados.—Dice que es tarde. Que al ser deportada, no podrá volver.Dominic tamborileó los dedos en el apoya brazos, observándolo con atención.—Pero...Roman abrió los ojos, oscuros y afilados.—Pero podría quedarse si se casa con un ciudadano.Dominic soltó un silbido bajo y cruzó los brazos.—¿Y qué vas a hacer?Roman tomó la botella de whisky y se sirvió otro tra
Capítulo 41 —Solo por SashaNarrador:Días después…Roman estaba sentado en su despacho, el vaso de whisky intacto en su mano, la mandíbula apretada con una tensión peligrosa.—Dime que tienes buenas noticias —su voz era un filo de acero.Al otro lado del teléfono, el contacto que había conseguido dentro del centro de reclusión exhaló con incomodidad.—Hicimos todo lo posible, señor Adler. Usamos cada contacto, cada recurso… pero ya es tarde.Roman sintió un vacío abrirse en su pecho, un vacío que odiaba sentir.—¿Qué significa eso? —preguntó, aunque en el fondo ya lo sabía.El silencio al otro lado fue más elocuente que cualquier palabra.Finalmente, la respuesta llegó como una sentencia.—Significa que ya no está aquí. Se la llevaron hace dos días.El whisky se derramó sobre sus dedos cuando Roman apretó el vaso con fuerza.—Dos días, dos mald*itos días. —Había estado moviendo cielo y tierra para sacarla de ese infierno, y ella ya ni siquiera estaba allí. —¿Por qué nadie me avisó?—
Capítulo 42 —Bienvenidos al infierno.Narrador:El movimiento en la mansión fue inmediato.Dominic tenía todo bajo control. Llamadas, logística, tiempos. Estaba todo listo en menos de 48 horas. Pero la noticia se filtró antes de lo previsto.Sasha entró al despacho de su padre como un huracán, con los ojos brillando de emoción, con la energía que no había tenido en semanas.—¿Es cierto?Roman levantó la vista de la pantalla de su móvil, mirándola con calma.—¿Qué cosa?Sasha dio un paso más, con la respiración agitada, como si temiera que su ilusión se rompiera en cualquier momento.—Que vas a buscar a Aylin.Roman no respondió de inmediato. Esa chispa en los ojos de su hija, la que había desaparecido en las últimas semanas, estaba de vuelta y lo jodía saber que, tal vez, no podía sostenerla. Apoyó los codos en el escritorio, entrelazando los dedos, y la miró con la seriedad calculada de siempre.—Sí.Sasha soltó una risa entrecortada, casi un sollozo de alivio.Se llevó las manos a l
Capítulo 43 —Los coches ne*grosNarrador:El calor pegajoso la golpeó en cuanto bajó del avión.El aire denso, lleno de polvo y humedad, se coló en sus pulmones con la primera bocanada de realidad. Había vuelto. Pero no como lo imaginó. No con la frente en alto, con éxito, con un futuro brillante por delante. Regresaba con las manos vacías. Como una fracasada.Caminó por el aeropuerto sin mirar a nadie. Solo quería salir de allí, desaparecer.La bolsa con sus pocas pertenencias pesaba en su hombro, pero el verdadero peso estaba en su pecho.El auto de su familia no la esperaba. No había nadie para recogerla.Su abuela estaba demasiado enferma para moverse, su hermano… ¿Sabía siquiera que ella llegaba hoy?Apretó los dientes, avanzando entre la multitud. La gente hablaba, reía, se reencontraba con sus seres queridos.Aylin estaba sola. Cerró los puños, sintiendo la rabia en la garganta.No iba a llorar, no aquí, no en este mal*dito aeropuerto que la escupía de vuelta como si nunca hubi
Capítulo 44 —CasaNarrador:Aylin seguía sin moverse. Era irreal. Roman Adler, sentado a la mesa de su casa, con una taza de té en la mano, charlando con su abuela como si fuera cualquier otro visitante. Pero no lo era. Y él lo sabía.Roman levantó la mirada cuando la vio entrar. Esa sonrisa lenta, arrogante, suya, apareció de inmediato.—Hola, Aylin, ha pasado mucho tiempo. —El estómago se le contrajo. No podía moverse, no podía ni respirar. Roman inclinó la cabeza, estudiándola. —¿No piensas saludarme?Su abuela le sonrió, completamente ajena a la tensión que acababa de inundar la habitación.—Mi ni*ña, ven, el señor Roman ha sido un encanto. Vino hasta aquí solo para verte.Aylin tragó saliva, clavada en el suelo.Roman la observó con tranquilidad, como si disfrutara cada segundo de su reacción. Porque lo hacía.—Lindo lugar. Acogedor.Ella apretó los labios. No podía hablar, no podía procesar nada.Su abuela se puso de pie con una sonrisa.—Voy a traer más té. No te muevas, ni*ña.
Capítulo 45 —No es vida, es supervivenciaNarrador:Aylin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El ruido lejano de la calle, el leve silbido del ventilador moviendo es espeso aire de la habitación, incluso el sonido de su propia respiración… todo se apagó con esas dos palabras. Su lengua se pegó al paladar. No podía haber escuchado bien. No podía. Tragó saliva, sintiendo su propia voz temblar cuando habló.—¿Qué dijiste?Roman se acomodó en la silla con esa calma letal que la desesperaba, que la desarmaba. La miró directo a los ojos y, sin una pizca de duda, lo repitió.—Nos casaremos.Aylin se puso de pie de golpe, casi volcando la silla en su impulso.Roman no se movió. Solo la siguió con la mirada mientras ella comenzaba a caminar por la habitación, cruzándose de brazos, apretando los labios, negando una y otra vez con la cabeza.—¿Te volviste loco? —soltó, con una risa nerviosa, incrédula—. ¿Casarnos? ¡Eso es una locura!Roman inclinó la cabeza apenas, apoyando un codo en el
Capítulo 46 —No voy a rendirmeNarrador:El aire entre ellos se volvió denso, irrespirable.Los ojos de Roman ardían con algo oscuro, algo salvaje, algo peligroso.—Pues mala suerte, Escalante… porque ya lo haces.Y sin darle tiempo a reaccionar, la tomó del rostro con ambas manos y la besó.No fue un beso dulce, no fue un beso paciente.Fue un choque de cuerpos, de respiraciones, de alientos mezclados con rabia y deseo.Aylin soltó un jadeo contra sus labios, intentando apartarlo, pero él la sujetó con más fuerza, haciéndola retroceder hasta que su espalda chocó contra la pared.Forcejeó, con las manos apretadas contra su pecho, sintiendo el calor abrasador de su piel, sintiendo cada fibra de su cuerpo arder al contacto. Pero él no se detuvo.Su lengua se deslizó en su boca con la misma arrogancia que tenía al hablar, con la misma intensidad con la que la miraba. La devoró, la reclamó. Y Aylin se rindió.Porque maldita sea, él tenía razón, ya le pertenecía.Sus manos dejaron de empu
Capítulo 47 —No quier amarloNarrador:Roman salió de la ducha y tomó una toalla para secarse el cabello. Se vistió con calma, optando por unos pantalones oscuros y una camisa ne*gra con las mangas dobladas hasta los codos. No era un hombre de ceremonias, pero tampoco uno que se presentara desarreglado, ni siquiera en un lugar tan apartado como aquel.Cuando bajó al comedor, sus hombres ya estaban allí, esperando. La mesa estaba llena de comida casera, abundante y bien servida, preparada por la esposa de Santiago. Ella, una mujer de figura robusta y mirada aguda, le sonrió con respeto y le sirvió un plato sin que tuviera que pedirlo.—Bienvenido a mi hogar, jefe. —dijo con calidez—. Espero que la comida sea de su agrado.Roman asintió con un gesto breve.—Lo será.Santiago se sentó frente a él, mientras los demás hombres tomaban su lugar en la mesa. La conversación comenzó con temas triviales, pero poco a poco, la atención se centró en él.—Es un honor tenerlo aquí. —dijo uno de los h