Capítulo 104 —Su DiabloNarrador:Roman la miró. Y por primera vez… no se escondió detrás del poder, del control, del nombre que todos temían.Solo fue él. Con las defensas bajas, con el pecho roto, con el corazón en carne viva.—Lo que me está matando… —murmuró —es la idea de perderte. —Aylin contuvo el aliento. —No es la culpa, no es el miedo, eres… tú. —Avanzó un paso. No la tocó. Solo la sostuvo con los ojos. —Tú, tu voz en mi oido, tus pasos por los pasillos, tu forma de calmar a Sasha. La manera en que me miras cuando crees que no te estoy viendo. El pu*to silencio de esta casa sin ti. —Su voz se quebró apenas. —Me jodiste, Aylin. Y no me arrepiento. —Un instante, solo uno, pero entre ellos… el mundo se detuvo. Aylin no dijo nada. Ni una palabra. Solo lo miraba. Y aunque por fuera no se movía, por dentro… su corazón retumbaba con tanta fuerza que le costaba respirar. Roman lo notó. Notó ese temblor contenido. Ese miedo. Esa pregunta muda. Y entonces, fue él quien rompió el silen
Capítulo 105 —Me diste una hija...Narrador:Aylin tenía la cabeza apoyada en el pecho de Roman, su respiración aún agitada y su cuerpo desnudo, cubierto solo por el calor de él. El aire olía a piel, a se*xo, a deseo satisfecho pero todavía palpitante. Roman le acariciaba la espalda con los dedos, lento, con una ternura que contrastaba con la brutalidad con la que la había amado minutos antes. Era como si ese gesto simple fuera su manera de recordarle que estaba ahí, que no iba a desaparecer, que no iba a huir más.Ninguno de los dos hablaba. No hacía falta. El silencio entre ellos ya no dolía. Ahora era paz. Roman bajó la mirada y la encontró observándolo, con los ojos húmedos, pero en calma. No había reproche. No había rabia. Solo esa forma suya de mirarlo que siempre lo desarmaba.—¿Estás bien? —murmuró él, con voz grave.Aylin asintió y luego dibujó un leve “sí” con los dedos sobre su piel.—Estoy donde quiero estar —susurró, y Roman cerró los ojos como si esas palabras fueran más
Capítulo 106 —No lo correcto, sí lo necesarioNarrador:Aylin giraba la taza entre las manos, en silencio. La comida seguía servida, pero apenas habían probado bocado desde que la conversación tocó el nombre prohibido.Roman no dejaba de observarla. Sabía que ella pensaba algo más, que lo medía en su cabeza antes de soltarlo, que se debatía entre hablar o callar. Hasta que finalmente, sin apartar la mirada del borde de la taza, lo dijo.—¿Puedo opinar sobre Miranda?Roman parpadeó, sorprendido. Se enderezó un poco en la silla y la miró con atención.—Sí. Sobre todo, sobre ella, sobre Sasha, sobre mí, sobre lo que quieras. Desde ahora puedes opinar sobre lo se te dé la gana. No voy a volver a dejarte fuera. No más decisiones por mi cuenta, no más secretos. —No dudó. Le tomó la mano sobre la mesa y la sostuvo firme, como si esa fuera su promesa.Aylin tragó saliva. Subió la mirada. Había algo en sus ojos que lo inquietó: no era rabia ni dolor. Era madurez. Era conciencia. Y eso dolía má
Capítulo 107 —Sobre todo lo malo de miNarrador:Roman se quedó en silencio unos segundos más, observando la puerta cerrada como si todavía pudiera sentir la presencia de Miranda contaminando el aire. Pero en cuanto giró la mirada hacia Aylin, todo su mundo se redujo a ella.Se levantó despacio, sin apuro, como si no quisiera romper la tensión que flotaba en el despacho, y caminó hacia donde ella estaba. Aylin no se movió, lo dejó acercarse, pero sus ojos lo seguían con una mezcla de firmeza y ternura que lo desarmaba.Cuando Roman llegó hasta ella, no dijo nada. Solo alzó la mano y le acarició la mejilla con una delicadeza imposible de imaginar en un hombre como él. Luego la atrajo contra su pecho, envolviéndola con ambos brazos, apretándola como si necesitara fundirse en ella para poder respirar. La besó en la frente... en la sien... en la mejilla.Y luego en los labios. Un beso lento, profundo, lleno de alivio, de gratitud, de amor contenido y desbordado al mismo tiempo.—Te amo —s
Capítulo 108 —El Diablo me da pazNarrador:La noche había caído sobre la mansión Adler con un peso distinto. Afuera, el silencio se estiraba como un susurro, pero dentro del dormitorio principal… se respiraba algo más. Una calma expectante. Un suspiro contenido. Una pausa antes del incendio.Aylin se encontraba de pie junto a la ventana, envuelta en una bata de algodón claro que apenas le rozaba los muslos. Su cabello húmedo aún caía en mechones sobre la espalda. Roman la observaba desde la cama, recostado con el torso desnudo y el pantalón bajo en la cadera. Tenía un codo apoyado contra la almohada y los ojos fijos en ella como si necesitara esculpirla en la memoria.—Ven —dijo él, apenas un murmullo ronco que rompió el aire.Ella se giró despacio, lo miró… y no dijo nada. Caminó hacia él sin prisa, sin ruidos, como si el piso se deshiciera bajo sus pies. Cuando llegó a la cama, Roman estiró la mano y desató el nudo flojo de su bata, dejándola deslizar hasta que la prenda cayó al su
Capítulo 109 —La función estaba a punto de comenzar.Narrador:Amelia sirvió el desayuno en la cocina. Sasha ya estaba sentada junto a Aylin. Roman tomó un sorbo de café, dejó la taza en la mesa y miró a la empleada.—Amelia, déjanos solos un momento.Ella asintió en silencio y salió, cerrando la puerta detrás. Roman los miró a ambas.Roman se inclinó apenas hacia la mesa y dejó la taza de café sobre el plato con un gesto calmo, pero firme. Miró a su hija, que untaba mantequilla en una tostada sin prestarle demasiada atención, y luego dirigió una mirada breve a Aylin, quien ya sabía lo que venía.—En realidad… nosotros queremos hablar contigo, Sasha.La adolescente alzó la vista de inmediato. Se quedó quieta, con el cuchillo suspendido en el aire y los ojos muy abiertos. Parpadeó, como si el aire de repente pesara distinto.—¿Hice algo malo?Su voz salió un poco más aguda, alerta. Miró a uno y a otro, como si esperara un regaño inminente.Roman negó con suavidad.—No —dijo enseguida,
Capítulo 110 —Miranda era Julieta y Julieta era encantadoraNarrador:El trayecto hasta la mansión había sido silencioso. Miranda había pasado la mitad del camino mirando por la ventanilla, como si reconociera cada árbol, cada curva del sendero. Como si nada hubiera cambiado. Como si todo sí lo hubiera hecho.Dominic manejaba con una sola mano sobre el volante, la otra descansando en el apoya brazos. No había música, no la saludó al subir, no le ofreció conversación. Y ahora, mientras el portón neg*ro comenzaba a abrirse frente a ellos, habló por primera vez.—¿Sabes lo que me molesta más de ti, Miranda?Ella giró la cabeza con lentitud, manteniendo la compostura.—Ya vas a sacar tu libreta, imagino —respondió con voz suave.Dominic sonrió, pero sin humor.—No me vengas con ironías... —soltó un resoplo —lo que más me molesta; es cómo te crees tus propias mentiras.Ella no se inmutó.—No he venido a discutir contigo, Dominic.—Claro que no. Has venido a jugar a la madre arrepentida. A
Capítulo 111 —Recuerdos íntimosNarrador:Roman regresó al jardín con el ceño levemente fruncido, como si no hubiera logrado despejar la mente, pero forzándose a retomar el rol de anfitrión. Sus pasos eran firmes, medidos, como siempre. Cuando se acercó a la mesa, Sasha lo miró enseguida.—¿Y el postre?Él parpadeó, un instante descolocado.—¡Ah, perdón! Recibí una llamada y olvidé decirle a Amalia que lo trajera.Sasha lo miró con una ceja levantada, ese gesto que ya empezaba a parecerse demasiado al de él.—¿Te llamaron justo ahora?—Fue algo del trabajo —respondió con naturalidad —Nada importante.Ella no insistió. No era una ni*ña, pero tampoco se detenía mucho cuando algo le interesaba más que una respuesta vaga. Se levantó con agilidad y recogió su vaso.—Voy yo —dijo, ya caminando hacia la casa —Seguro Amalia está en la cocina. Si se olvidó, no va a perdonárselo.—No se lo olvidó —murmuró Aylin, mientras Sasha se alejaba.—Lo sé —respondió Roman, sentándose otra vez, sin tocar