26. CONFUSA.

Lía.

Cuando la fiesta terminó, subí a la habitación sintiéndome demasiado cansada. Mi cuerpo estaba agotado, y la gripe que había estado intentando ignorar ahora me pesaba más. Mi boca me dolía, y mi cabeza parecía estar a punto de estallar. Me recosté en la cama, buscando algo de alivio, pero ahí estaba el señor Arthur, ocupando mis pensamientos, invadiendo cada rincón de mi mente. Intenté apartar ese sentimiento, no podía seguir sintiendo lo que sentía, no era apropiado, quizá el solo buscaba un rebolcon y adiós Lía, chao.

Me cubrí el rostro con las manos, tratando de ahuyentar cualquier pensamiento que me atara a él, hasta que el sueño me venció. Pero no fue un descanso reparador. Me desperté con el corazón acelerado y la cabeza a punto de explotar. Me levanté de golpe y me metí en la ducha. El agua caliente calmó momentáneamente el frío que sentía, aunque más que físico, era un frío interno. Aquí el agua fría era como un cuchillo, así que agradecí el calor momentáneo.

Me vestí con
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