66. UNA TRISTE VERDAD.

Arthur

Mi madre y Adriano estaban cerca, observando todo con expresiones sombrías. Fue mi madre quien rompió el silencio:

—Hijo, juzgamos a Lía, de la peor manera.

—¿Qué está pasando? —pregunté, con la voz quebrada—. Quiero saberlo... Lia estaba ahi y ni siquiera volteó a verme y yo sentí que mi paciencia se agotaba.

—Arthur, Lía está muy débil.— mencionó Adriano.

—Lía, no puedes levantar la voz, pero ¿qué es esto? ¿Tú qué haces aquí?

La madre de Lía, interrumpió con calma, pero su rostro lucía preocupado.

—Tu madre no te explicó nada todavía... Lía está enferma y embarazada, son tus hijos.

Me quedé helado. Mi mirada iba de mi madre a Lía, esperando que alguien desmintiera esas palabras. Pero no fue así. Mi madre habló.

—Así es, hijo. Lía está... muy enferma. Tiene un tumor en la cabeza.

El impacto de esas palabras me dejó sin aire. Mi sistema nervioso parecía colapsar. Me acerqué a Lía, pero ella ni siquiera me quiso mirar. Se tapó el rostro con las manos, como si no soport
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