*—Nathan:
Volver a ver a su ex novia, quien fue el amor de su vida por mucho tiempo, hizo que su corazón latiera frenéticamente. Estaba perdiendo el control por los recuerdos que florecían en su mente mientras la miraba, recordando esos bellos momentos que vivieron juntos.
—Es interesante como tu pelo sigue viéndose tan hermoso a pesar de los años, Rosemary —soltó de repente mientras recordaba lo mucho que le gustó en su momento acariciarle el pelo y vio como la mencionada, al escucharlo, se tensaba.
Nathan arqueó las cejas.
Eso sí que fue una reacción.
Lentamente, el rostro de Rosemary Hamilton se giró hacia él y al fin Nathan pudo ver la hermosa cara de esta. La madurez le había sentado bien a aquella mujer. Algo que le encantó es que seguía teniendo esos grandes ojos verdes y sus generosos labios que en esos momentos estaban tintados de un suave tono rosa. Esos mismos ojos verdes se abrieron con sorpresa y lo miró como si hubiera visto un fantasma. Bueno, es lo que podía decirse de él. No había regresado por diez largos años y de la nada aparecía allí. Si, debía de ser sorprendente.
Puso su mejor sonrisa para saludarla después de tanto tiempo.
—Hola —murmuró, pero Rosemary solo se rió como si fuera una psicópata para luego negar con la cabeza mientras retrocedía lejos de él.
—Lo que me faltaba —dijo en voz alta aun riéndose mientras que Nathan solo la veía confundido. ¿Lo que le faltaba? ¿A qué se refería? Rosemary miró hacia el cielo mientras abría los brazos—. ¿Acaso estás jugando conmigo? —preguntó— ¡Ya basta! ¡Deja de jugar conmigo! —le gritó, pero no fue a él, más bien, fue hacia el aire.
Nathan no entendía su reacción. Si, era difícil tragarse la sorpresa de que estuviese allí después de tanto tiempo, pero no había que exagerar. Extendió una mano hacia ella para calmarla.
—Oye —murmuró Nathan.
Rosemary se alejó mientras negaba con la cabeza.
—No eres real, eres producto de mi mente —Rosemary parecía en negación y Nathan comenzaba a comprender porque actuaba así. Lo tenía merecido.
La mujer ante él se agacho a recoger algo del suelo, para después coger su bolso que también estaba sobre el asfalto y caminar hacia la casa oscura frente a ellos.
—Jessie y sus cosas —escuchó que ella murmuraba el nombre de la cual Nathan recordaba que era su vieja amiga.
Aún sorprendido por su reacción, Nathan se quedó mirándola con las cejas arqueadas. ¿Acaso había dicho que no era real? Se pellizcó a sí mismo. Oh si, si lo era. Dio un paso hacia ella, siguiéndola por el camino de entrada lleno de nieve. ¿Por qué no limpiaba el lugar? Si seguía así podía tener otro accidente.
—Rosemary —la llamó y su nombre salió tan grácilmente de su ser. Su mente evocó recuerdos, recuerdos que no quería tener en su mente ahora. Hizo algo muy malo en el pasado y al ver a Rosemary, comenzaba a arrepentirse de ello. Es posible que el sufrimiento vivido con su ex esposa sea debido al karma—. Rosemary —volvió a llamar y extendió un brazo hacia ella en el momento que la misma abría la puerta de su hogar—. Soy real —le dijo con una sonrisa.
Rosemary lo miró con una mueca, una expresión que no pensó en ver en ella, ya que la que chica que recordaba había sido una masita de dulce y esta mujer, esta mujer no parecía ser la misma chica de antes.
—Estaba deseando que no dijeses eso —dijo Rosemary para luego, tirar de su brazo con fuerza y entrar en su hogar. Literalmente le cerró la puerta en las narices, dejándolo allí completamente confundido. rápidamente abriendo la puerta y cerrándosela luego entre las narices cuando él había dado un paso adelante.
Nathan sonrió y bajó la mirada hacia sus zapatos mientras se reía.
Rosemary Hamilton le había cerrado la puerta en las narices, a él, bueno, de seguro estaba enfadada con él. Era de esperarse, habían sido novios en la adolescencia y cuando tuvo que irse del pueblo, le había hecho una promesa de que volvería por ella, algo que no había hecho, más bien, no la cumplió.
Suspiró. Se lo tenía bien merecido.
Miró hacia la puerta cerrada.
Quizás podía retomar la amistad que habían tenido antes de ser novios, se habían llevado bien y además de eso. Nathan no quería regresar a la ciudad después que pasaran las pascuas sabiendo que tenían esa mala relación. Era mejor que arreglaran las cosas y así podía irse en paz.
Nathan se dio la vuelta y se alejó de la casa caminando de nuevo a su vieja casa.
Lo haría, esta sería una de sus metas durante su estadía: arreglar las cosas porque no le gustaba deberle a nadie.
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*—Rosemary:
No podía ser cierto.
Con su espalda pegada a la puerta cerrada de su hogar, Rosemary se decía esto como si fuera un mantra mientras trataba de procesar lo sucedido hace un rato.
Era Nathan. Nathan Rivers. Su ex novio, el primer amor de su vida y el hombre que la había dejado atrás.
¿Qué diablos hacía allí?
Rose se quedó pegada de la puerta hasta que escuchó los pasos resonantes sobre el suelo de su jardín, dando a entender que la persona que había estado del otro lado de la puerta se había marchado.
Soltó todo el aire que había estado conteniendo y se cayó de rodillas.
No podía ser. Era él. No era posible.
Se agarró la cabeza con las manos, la cual le latía con dureza.
Estaba segura de que se había golpeado la cabeza al caer luego de tratar de sacar su bufanda. Si, debía de ser esto. Estaba desmayada sobre la nieve y por culpa de Jessie, quien mencionó a Nathan, se lo estaba imaginando allí.
Rosemary se rió como tonta.
Claro, ¿Qué más podía ser? Nathan Rivers nunca estaría allí. Él era un multimillonario de renombre, estaba casado y tenía una empresa igual de millonaria que él. ¿Qué iba a buscar un hombre como Nathan Rivers en un pueblo tan atrasado como aquel?
Si, debía de ser esto.
Rosemary se levantó lentamente del suelo y caminó nerviosa por la sala.
¿Cuándo se despertará de aquel sueño? ¿Cuándo? ¿Acaso aquello no había sido suficiente para sorprenderla?
Llevó una mano hacia su brazo y con dureza pellizcó un parte de su piel. La acción le dolió mucho y cuando retiró la mano, vio como su piel se enrojecía donde había pellizcado. ¡Oh no! No, no podía ser realidad. No estaba soñando, estaba en la mera realidad.
Nathan había estado frente a ella luego de tantos años sin verse y estaba de regreso en el pueblo.
¿Cómo? ¿Por qué?
Espera.
¿Qué hacía él allí?
*—Rosemary:Se despertó con una jaqueca horrible y con ganas de quedarse en la cama, pero tenía que trabajar y lo peor era que su turno hoy empezaba muy temprano.Bufó molesta. Si no hubiese estado pensando en lo que pasó anoche entonces quizás hubiera dormido un poco, pero su mente se había negado a cooperar.¿Por qué tuvo que salir a esa hora del hospital cuando siempre se quedaba hasta tarde? Si se hubiera quedado más tiempo, no se hubiera encontrado con Nathan Rivers.Gracias a su encuentro de ayer, Rosemary no pudo conciliar el sueño, pues había estado rememorando cosas del pasado, haciéndose preguntas aún sin respuestas y todas giraban a dicho hombre.Rose rodó en la cama, abrazando una de sus almohadas en el proceso.¿Qué hacía Nathan en el pueblo? ¿Por qué había regresado?
*—Nathan: Venir al pueblo, en vez de hacer que olvidara sus problemas y que buscará la relajación que necesitaba, lo que estaba provocando era que recordara el pasado que había dejado atrás y se sintiera peor por dejarlo todo al final.Nathan soltó un pesado suspiró y trató de dejar de mirar por la ventana del pequeño estudio improvisado que había instalado en su casa.El encuentro de anoche con Rosemary, su ex novia, lo tenía muy pensativo, tanto así que no podía concentrarse en el informe que su asistente le había enviado para que revisara. Se supone que estaba de vacaciones navideñas y tomándose un tiempo para él, pero su asistente había insistido en que necesitaba su ayuda y que el subdirector de la compañía no era lo suficiente competente para evaluar el mismo. Con un comentario así su asistente
*—Rosemary:No fue una buena idea salir con la compradora compulsiva que era Jessie.Rosemary se quejó por enésima vez del dolor en sus pies. Habían andado medio pueblo y de tienda en tienda buscando los artículos de la larga lista de compra que tenía su amiga. Y para complicar las cosas, Jessie llamó a viejos amigos para acompañarlas en, como Jessie había apodado aquella salida: “Misión Para Devolverle el Espíritu Navideño a Rosemary”.Tanta gente feliz alrededor de ella le daban ganas de tirarse de un puente, pero maldijo porque no había ninguno cerca. Era estúpido. Y más estúpida era ella por dejarse llevar. Bien podría estar trabajando a esa hora, haciendo lo que disfrutaba hacer, pero no, se había dejado guiar por las palabras de Jessie y ahora estaba sufriendo con creces esta estúpida sali
*—Rosemary:El corazón de Rosemary dio un vuelco y apartó la mirada. De todos los lugares que podía volver a encontrárselo tenía que ser allí y con Jessie a su lado para complicar las cosas. El grito que Jessie tiro no la sorprendió y con este, seguramente llamó la atención de todos, incluyendo la de esa persona.—¡No puedo creerlo! —exclamó Jessie aun en su lugar. Había esperado que se pusiera de pie y que corriera hacia el hombre, pero seguía aun sentaba al lado de Rosemary.—Yo tampoco —continuó Sara riéndose—. Cuando lo vi entrar, pensé que era un modelo viajante que había venido al pueblo para alguna sesión de fotos, pero cuando lo vi de cerca, algo como que conecto y obviamente pregunté —Sara miró hacia el lugar donde estaba Nathan—. La verdad es que no me
*—Nathan:Tenía un mal sabor de boca.La escena de hace un rato lo había dejado sin palabras. Rosemary, la chica dulce que había sido su novia, había actuado como toda una persona diferente.Era cierto que no podían evitar el pasar de los años y los cambios que estos traían en las personas, pero debía de admitir que Rosemary sí que había cambiado. Viéndola a la luz del día, podía decirlo con más certeza ahora: la Rosemary de antes ya no existía.¿Qué le pasaba?¿Por qué estaba siendo así?Miró hacia el grupo. Quizás debería preguntar, pues tenía curiosidad sobre qué era lo que había pasado. Comenzaba a pensar que era por su presencia allí en el pueblo, además de que creía haber escuchado su nombre en medio de la convers
*—Nathan:Su cabeza se ladeó al escuchar a Jessie mencionar aquel recuerdo que le había dejado a Rosemary.Su mente se llenó de recuerdos y si, recordó la dicha pulsera.Había sido para esta época. Había tenido una cita con Rosemary y recordaba que Sean, su hermano mayor, le había acompañado junto con Jessie, quien en ese entonces había sido novia de su hermano.Todo había sido una semana antes de partir hacia la ciudad para un mejor porvenir. Nathan, quien había estado retrasando el momento de la verdad, decidió esa noche sacar al aire la noticia de su partida. Recordaba haberle obsequiado la pulsera de la que hablaba Jessie mientras le prometía que volvería al pueblo. Le había pedido que no se la quitará para que así pudiera volver, solo que Nathan no había regresado hasta diez años despu&eacu
*—Rosemary:Saltó de la cama al escuchar el insistente sonido del timbre de su casa.Rosemary maldijo y miró hacia la mesita de noche. Eran las siete de la noche y todo estaba oscuro.¿Quién venía a molestarla a estas horas?El timbre volvió a escucharse y Rosemary le puso un nombre. Era Jessie. Debía de ser Jessie. Como habían terminado en malos términos aquella tarde, era obvio que venía para que hablaran sobre lo sucedido y tratar de convencerla como siempre.Se bajó de la cama y fue al cuarto de baño a lavarse la cara y los dientes. Cuando terminó, el timbre seguía sonando. Espera. Jessie tenía llave. Ella podía entrar como perro por su casa. Era otra persona.Rosemary decidió salir de las dudas y bajó al primer piso. Cuando se acercó a la puerta vio que tenía los cerrojos, por
*—Rosemary:—No hay un nosotros —murmuró Rosemary cuando Nathan hablo sobre ellos como si fueran todavía un ítem.—Hubo uno y escuchando los comentarios, saber que aun nuestra historia está abierta, me hace sentir triste y quiero ayudarte a avanzar, Rosemary —Nathan sonó muy serio, pero, aun así, Rosemary soltó otra carcajada. Esto era tan divertido.Ahora entendía. Gracias a los chismosos de sus amigos, Nathan había escuchado cosas y había saltado en conclusiones. Debió de ser Jessie a quien se le fue la lengua. Seguro le vino con la idea de que estar allí era un llamado del destino luego de que estuvieran hablando de él el día anterior. Si, debía de ser eso.—Solo le gustan chismorrear, Nate.—Nate —murmuró Nathan y sonrió—. Me gusta que me llames así &