Horas más tarde salgo del hospital y me dirijo a uno de los centros comerciales que recordaba venir como Abel, siempre observábamos con detenimiento los escaparates de dulces entre otras cosas, por lo que pisar el sitio me hacía revivir cosas que removían sentimientos confusos. Hago a un lado todos esos pensamientos y me dedico a ver vestidos y comparar precios. Todos me parecieron de lo más caros, resignada, caminé hasta la última tienda que quedaba, todo iba bien, hasta que comencé a sentirme extraña, como si alguien me estuviera vigilando.
Giré varias veces a todos lados, hacia atrás, a los lados pero no encontré nada.
«Tienes que tranquilizarte, te estás volviendo paranoica»
Las palabras brotan de mi boca, incontrolables y llenas de dardos de veneno, su mirada me dice que no le gusta nada lo que acabo de decir. No habla, no dice nada, solo se acerca unos centímetros más y roza con sus labios la delicada piel de mi cuello, hasta hundir su nariz en mi cabello.—Tu olor siempre me ha gustado —dice con voz ronca—, Me estás volviendo loco, Nat.—Recuerda que tienes novia, no me toques —intento soltarme de su agarre pero me resulta imposible—. Abel…Su dura polla se presiona contra mi trasero.—Me encanta como suena mi nombre en tu boca —su respiración comienza a acelerarse.&md
Me falta el aire cuando veo mi reflejo en el espejo, lo que había hecho con mi persona era lo más parecido a ser una maldita obra de arte. Al menos lo era para mí ante mis ojos, el vestido se cierne a mi cuerpo de un modo que hace resaltar mis curvas y mis pechos se elevan nadando en un perfecto escote, había pensado como primera opción realizarme una coleta pero al final y siguiendo los consejos de mi tía, terminé dejándome el cabello suelto, con ligeras ondas al final de las puntas, haciendo que mi cabello rubio pareciera que cobraba vida con el movimiento de mi cuerpo. El difuminado de mis ojos color negro resaltaba mis ojos azules haciéndolos ver más claros de lo que ya eran. —¡Santo cielo! —Exclama mi tía recargada bajo el umbral de la puerta con una enorme sonrisa que iba de oreja a oreja—. Abel terminará de enamorar
El resto del camino estuvimos dentro de un silencio incómodo, y las palabras de mi tía sobre los rumores que se circulaban acerca de Zed, me rondaban por la mente, giro y lo miro, no parece ser la clase de hombre que lastimaría a una mujer, no le veo así. Simplemente no puedo. No tardamos mucho en llegar a la dichosa reunión, en donde tragué duro al darme cuenta que era en el hotel de Abel.—Ya habías estado aquí ¿cierto?Su pregunta me descoloca y me obliga a apartar la vista del edificio que me hizo recordar cómo me había entregado a él.—¿Yo?—Sí, me comentaste que habías llevado a Abel a su hotel porque estaba
Mis ojos viajan a Abel, quien me ignora y hace como que no existo, y a la pelirroja despampanante que está a su lado, de inmediato mi vestido parece un trapo sucio en comparación al de ella, sus curvas y en general toda su figura es mil veces mejor que yo, Abel la rodea por la cintura y ella se hincha de orgullo, sacando más el pecho y el trasero.—Padre, te presento a Natasha Clover, mi pareja esta noche —dice Zed y su padre voltea a verme con una sonrisa de oreja a oreja.—¡¿La sobrina de Nora?! —pregunta con exceso de entusiasmo.—La misma —asiento—. Es un placer conocerlo, señor Jefferson.—El placer es mío, con todo respeto de mi hijo,
Sus ojos adquieren un brillo lleno de esperanza, de cerca era aún más guapo, se remoja los labios y la intensidad de su mirada es la que me hace rodear su cuello con mis brazos, atrayéndolo más hacia mí.—¿Aceptas ser mía? ¿De verdad? Solo mía y de nadie más…Su voz es ronca y demasiado varonil, tanto que me hace temblar las piernas, no tenía idea de qué terreno estaba pisando, pero quería intentarlo, Zed era no solo un medio de escapatoria para mantenerme lo más lejos posible de Abel, sino, una luz.—Quiero intentarlo, si tú quieres todavía, claro —sonrío y esta vez es en serio.Zed me estrec
Todo a mí alrededor es silencio, luego de la amenaza que me soltó Abel, no pude contener las ganas de querer arrancarle la cabeza, yo era una chica tranquila ¿en qué momento me convertí en la abre piernas de Abel solo por culpa del pasado? Pero peor aún, al salir de la habitación escoltada por el hombre que no hace otra cosa sino follarme con la mirada, Zed intentó acercarse a mí, pero su padre se interpuso y le dijo algo al oído, se veía más que molesto, sus ojos adquirieron un color sombrío en cuanto se dio cuenta que Abel intentó tomarme la mano, lo cual impedí al ver que se acercaba Karola. —Recuerda —Abel se acerca a mí, rodea mi cintura con disimulo y su respiración en mi pido hace que las piernas se me debiliten—. No le digas nada a Zed so
Me sabe mal, pero oculto mi reacción de desazón.—Ya veo —me muerdo el labio inferior.—Karola Hamilthon solo te tiene envidia y…Las luces se encienden y mis ojos observan a detalle el escenario que se presenta frente a mí era como una cabina giratoria en la que en medio estaba una tarima de cristal con luces rosa neón alrededor de la circunferencia, la puerta se abre y sale una de las chicas, que gustosa se pone en medio de todos y comienza a posar como si fuera una súper modelo.—Ya va a empezar —me susurra Eva.Intento no ponerme demasiado cómoda y pongo atención.
Abro los ojos y lo primero que siento es pesadez en todo mi cuerpo, como si no hubiera dormido en miles de años y por fin despertaba de un sueño eterno, es como si cada uno de mis músculos se abrieran en mil pedazos, lo segundo que diviso es un techo blanco con una lámpara que destella con luz blanca chillante, intento mover primero una mano y luego la otra, sigo con las piernas y todo parece ir en orden, intento incorporarme pero me cuesta trabajo.Las imágenes de lo sucedido vienen a mí como vendaval y repaso cada momento, cada palabra en mi mente, no encuentro nada que me sirva de utilidad, pero al escuchar como llaman por alguna bocina a un doctor, confirmo que me encuentro en el hospital. Hago un nuevo intento por incorporarme y la punzada de dolor al lado de mi costado izquierdo no tarda en devolverme a mi primer estado de reposo.