Dejo el agua correr por todo mi cuerpo, ha pasado una semana en la que luego de que Abel confirmara el embarazo mediante los resultados de una prueba de sangre, no me ha querido dejar sola un solo segundo, me obligó prácticamente a mudarme a su hotel, en donde literalmente lo acondicionó para que pudiera estar cómoda, se adjudicó el ser mi doctor de cabecera, y cada cierto tiempo me revisa, exagera, más aún porque en mis resultados salí con una ligera anemia. Karyne regresó a su casa y no dejó de repetirme que no fuera idiota.
Así que no solo estaba dispuesto a ser mi doctor y mi chicle, sino, a engordarme como vaca, mi tía no deja de avisarle a medio mundo que estoy embarazada y aunque muchos en Alaska lo tomaron mal, llamándome caza fortunas y cuanto más se les ocurría con su lengua viperina, la mayoría lo aceptó y no dejan de felicitarme, también se ha encargado de convencer a Abel de
Sus brazos me envuelven e inspira mi olor con desespero.—Todo está bien.—No me mientas, sé que se trata de Zed, escapó ¿cierto?No nos miramos pero juro que siento su cuerpo estremecerse, se tensa y se aferra más a mi como si fuera un jodido salvavidas.—Escapó de Rusia, no sabemos dónde están pero si lo ha hecho es porque vendrá a Alaska por ti, no pienso dejar que te ponga una sola mano encima, mucho menos ahora que estás esperando un hijo mío —me explica y besa mi nariz—. Solo sigue al pie de la letra mis instrucciones, no te alejes de mis hombres, y no sueltes el celular, tiene un chip de rastreo en el que podré localizarte en todo momento.Son tantas cosas pero asiento.
ABELSeis horas antes del suceso…Cuando cuelgo, siento que todo mi mundo se derrumba, cometer un error dentro de este mundo equivale a perder la vida, me habían avisado que algunos de mis hombres me dieron la espalda y cambiaron de bando, pero no cualquiera, sino, los mismos a los que les confíe la vida de la mujer que más amo, y la vida de Rita, la madre de mi hijo. Zed pagaría caro el haberse metido conmigo cuando le di más de mil advertencias.Prefirió ignorarme, decidió no hacerme casi y ahora aquí estaban las consecuencias de sus actos, iba en camino en donde me dijeron que la tía de Nat estaba echa un mar de lágrimas, no me quisieron dar más detalles, pero algo me decía que se habían llevado a Nat, lo sentía en mi jodido pecho.
El grito de Nat me hace despertar de mi pasivo estado, le ha dado en el brazo y soltándola corre hacia mí, se abalanza y le doy un puñetazo en el rostro que lo hace tambalearse. Suelto tres disparos al aire que es la señal para que mis hombres aparezcan y se desata la puta guerra.—¡Debiste haberte muerto, hijo de perra! —brama dándome un puñetazo nada limpio en las costillas.—Y tú debiste haberte quedado en Rusia, maldito enfermo de mierda.Le doy dos puñetazos seguidos, me abalanzo sobre él y a horcajadas no paro con los golpes hasta dejarlo casi irreconocible. El sudor me empapa, todo a mí alrededor es ruido lejano, veo rojo, su sangre me salpica y quiero más, necesito que pague por arrebatarme muchas cosas, no me detengo, no se queda inconsciente y no deja de reírse.
—Nat, las cosas no son como las piensas —me dice Abel entrando detrás de mí.—¡No me jodas! —Le lanzo el puto anillo de compromiso en la cara—. ¡No pienso casarme contigo!—Lo harás, mierda, claro que lo harás —toma el anillo y yo giro sobre mis talones con la intención de entrar a la habitación.Horas antes…—No estoy seguro de querer ir con ellos, los amigos de Karyne son… algo…Sonrío al verlo indeciso como un niño pequeño, como lo recordaba.—¿Extrovertidos?—Locos, dementes, chiflados, marihuanos, como le quieras llamar, uno incluso dijo que al bar al que me
Los parloteos y de mi tía y de Karyne mientras se dedican a darme los últimos detalles de maquillaje, hacen que mis miedos y la ansiedad que siento porque todo esto acabe, me consuman poco a poco, hace dos días que no veo a Abel, habíamos quedado en mutuo acuerdo que nos tomaríamos ese tiempo, pero sinceramente, moría por verlo, abrazarlo, besarlo. —Tranquila, cuando salgas estará esperándote en el altar —me susurra mi tía con una calidez que me reconforta. —Lo sé, es solo que los nervios me traicionan —respondo mirando mi reflejo en el espejo. —Yo sabía que este día llegaría, desde que eran niños y observé como Abel te miraba, supe que estaban destinados a ser el uno para el otro. —Eso suena muy romántico, muy… cursi —Karyne arru
Los murmullos de la gente hacen eco en el lugar y logro escuchar con nítido enojo los susurros intencionados de las mujeres, soltando cosas hirientes hacia mi persona.Mujerzuela.Zorra.¡Ojalá te mueras por mentirosa!Todas esas exclamaciones provenían de las personas que estaban ciegamente defendiendo a un jodido acosador sexual, el tipo que fue mi jefe cuando trabajaba en su restaurante de comida rápida, y que al verme no tardó ni dos semanas en acosarme, hasta que un día, mientras revisaba el itinerario en la bodega de carnes frías, intentó abusar de mi. Ahora me encuentro bajo las miradas inquisidoras de mis vecinos y de gente del pueblo, de
Llevo más de media hora esperando a que mi tía aparezca en el aeropuerto, afuera no estaba nevando pero la gélida brisa del invierno calaba en los huesos y me obligaba a estremecerme. Veo a la gente pasar y trato de imaginarme cómo es su vida, o los problemas que los aquejan día con día. A lo lejos, a unos cuantos metros de mí, hay una pareja joven reencontrándose, no puedo evitar realizar una mueca de desagrado cuando ella no deja de parlotear que lo ama y él, de exagerar con falsas promesas de amor eterno.Era como estar viendo la escena cliché de una película con muy mal presupuesto y una tirada de actores poco famosos.“Pero tú hubieras dado todo porque Karlo te viera de ese modo”
—No te preocupes, suele pasar, creo que dejaré mi maleta, no tardo —me acerco, le doy un beso en la mejilla y le regalo mi mejor sonrisa a su amigo.—Pero no tardes demasiado —me detiene del brazo—. Quiero decir… apenas te tengo de vuelta y no quiero dejar pasar ni un solo segundo separada de ti.Actuaba raro.—Solo iré al baño un segundo, tranquila tía.—Bueno, confiaré en ti —no parecía muy convencida y no sabía por qué.Sin decir algo más, caminé hasta la puerta y respiré hondo y profundo una vez estando en el corredor. No hacía falta pedir ind