DAXLa luna colgaba en el cielo como un faro helado, su luz plateada filtrándose a través de las copas de los árboles en el bosque. Caminaba en silencio, acompañado de Nadav y los gemelos, quienes llevaban a Melisa entre ellos, su cuerpo herido y débil. La noche era oscura y el aire estaba impregnado de un frío que calaba hasta los huesos, un eco del desasosiego que me invadía. Cada paso que daba resonaba en mi mente, y mi corazón latía descontroladamente, preocupado por Leni.No podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo, es decir, ella me apuñaló, pero solo porque estaba tratando de matar a su hijo, no es como suelo actuar, sin embargo, era lo mejor que se me ocurrió debido a que si ella tiene a ese bebé, muere, y lo que menos necesito en estos momentos es pensar en que ella va a morir en cuanto de a luz al hijo de Ardian. La sangre se me pudre de solo pensar en que él la hizo suya antes de que yo tuviese esa oportunidad, pero sobre todo, me enardece el hecho de que ell
TATIAEl aire era frío y la oscuridad envolvía el bosque como un manto pesado. Abrí los ojos lentamente, sintiendo el roce del suelo húmedo bajo mi espalda. Al principio, todo era confusión y desorientación; el murmullo de las hojas susurrando al viento me resultaba ajeno y distante. Era un terreno conocido, el bosque que había recorrido tantas veces, pero esta noche se sentía diferente, amenazante. La niebla se deslizaba entre los árboles como un espectro, y la luz de la luna apenas lograba atravesar el denso dosel que se alzaba sobre mí.La fogata chisporroteaba a mi lado, sus llamas danzando con un brillo anaranjado que iluminaba fugazmente los rostros de dos figuras familiares: Ardian y Reinhold. Estaban sentados en la tierra, rodeados por un círculo de piedras grises y desgastadas. Sus miradas estaban fijas en mí, llenas de una mezcla de sorpresa y preocupación. Me incorporé con esfuerzo, el dolor punzante en mi costado me hizo recordar lo sucedido antes de cruzar la barrera. Rec
LENILa lluvia caía a torrentes, como si el cielo mismo llorara mi desdicha. Las gotas golpeaban el pavimento con una furia desenfrenada, formando charcos que reflejaban las luces parpadeantes de la ciudad. El sonido del agua cayendo era ensordecedor, un rugido constante que se mezclaba con el eco de mis pasos apresurados. Corría entre las calles empapadas, mis pies descalzos resbalando en el asfalto slick. El frío se filtraba en mi piel, pero el dolor punzante en mi brazo me mantenía alerta, recordándome la mordedura del lobo Stardark que había dejado su marca indeleble en mi carne. La herida ardía, y cada movimiento que hacía amplificaba el sufrimiento.La noche era oscura, y las sombras parecían alargarse, danzando a su antojo mientras me adentraba en el laberinto urbano. Las calles estaban desiertas, pero mi mente estaba llena de recuerdos de la batalla que había dejado atrás. Viktor, mi hermano, luchando con valentía, enfrentando a esos seres aterradores con una ferocidad que jam
ARDIAN La cabaña era un refugio en medio de un caos que parecía no tener fin. El aroma a madera quemada se mezclaba con la humedad del bosque que la rodeaba, creando una atmósfera densa y opresiva. Había pasado más de un mes desde que decidí esconderme aquí, lejos de la vida que había conocido. El reino, antaño vibrante, ahora se desmoronaba, y con él, la esperanza de encontrar a Leni. Mis pensamientos giraban en torno a su ausencia, como un eco que no cesaba, un recordatorio constante de lo que había perdido. Nueve meses habían pasado desde que la vi por última vez. La imagen de su rostro, iluminado por esa luz especial que solo ella poseía, era lo único que me mantenía con vida. Miraba por la ventana, donde el cielo nublado parecía llorar sobre el bosque, como si la naturaleza misma compartiera mi desesperación. Leni debería estar a punto de dar a luz; el pensamiento me atravesaba como un puñal. Cada día que pasaba sin noticias de ella era una tortura. La búsqueda de Rihannon por
LENI El frío penetrante de la mañana londinense se colaba sigilosamente a través de las rendijas de las ventanas del pequeño departamento que habíamos alquilado. La decoración era escasa y austera, con paredes que necesitaban una mano de pintura y muebles viejos y desgastados que parecían contar historias de tiempos mejores, épocas que parecían pertenecer a otra vida, a un mundo que ya no existía. Me encontraba sentada en el borde de la cama, con la mirada perdida en la neblina que cubría la ciudad, sintiendo cómo la tristeza y la nostalgia se entrelazaban en mi pecho. Cada día que pasaba, la sensación de ser un fugitivo se hacía más pesada, como una losa que oprimía mis hombros. Había transcurrido tanto tiempo desde que tuvimos que dejarlo todo atrás, desde que la vida que conocíamos se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, aquí estaba, con un enorme vientre que se movía suavemente, recordándome que, a pesar de todo, la vida aún podía florecer en medio del caos. Acari
NARRADOR OMNISCIENTE Rihannon se encontraba en la sala del consejo lunar, un espacio tan antiguo como el tiempo mismo, donde las paredes estaban adornadas con frescos que narraban historias de civilizaciones pasadas y de héroes olvidados. La atmósfera era densa, llena de murmullos reverberantes que se mezclaban con el sonido del viento que susurraba por las rendijas. Los ancianos milenarios del consejo, con sus largas túnicas plateadas que brillaban bajo la tenue luz de las antorchas, discutían acaloradamente sobre las propuestas de alianzas con otras facciones. Sin embargo, Rihannon no podía concentrarse. —La unión con los clanes del norte podría reforzar nuestra posición —decía uno de los ancianos, su voz resonando con una autoridad que hacía eco en las paredes de piedra. Pero Rihannon, sentada en la parte central de la mesa, sentía que el tiempo se desvanecía a su alrededor. Un mal presentimiento comenzó a formarse en su pecho, como si un oscuro presagio se estuviera gestando e
DAX El cielo estaba cubierto de nubes grises, y aunque era de día, la luz parecía escabullirse entre las sombras. Me encontraba de pie, en un claro del bosque, mirando el paisaje que había sido testigo de tantos momentos importantes de mi vida. Pero hoy, su belleza era opacada por la angustia que me consumía. Desde que Leni había desaparecido, cada día se había convertido en una lucha constante entre la esperanza y la desesperación. Sentía que un vacío se había instalado en mi pecho, un eco del amor que una vez compartimos. Recordaba claramente la última vez que la vi. Su mirada llena de determinación me había dejado sin aliento, y el recuerdo de su voz resonaba en mi mente como un canto lejano. Pero después de su partida, la herida que me infligió se había convertido en una cicatriz. Pasé mis dedos sobre ella, recorriendo la línea que había dejado el cuchillo. Era un recordatorio de la valentía de Leni, de su lucha y de su espíritu indomable. A pesar de la rabia que sentía hacia el
ARDIAN El día comenzaba con una luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de la habitación. El aire olía a hospital, a desinfectante y a algo indefinido que nunca lograba identificar. Mientras sostenía a mi hijo en brazos, observaba su rostro pequeño y perfecto, con esas mejillas sonrojadas que invitaban a ser acariciadas. —Eres hermoso —murmuré, sintiendo cómo la calidez de su cuerpo se transfería al mío. Cada pequeño movimiento suyo, cada respiración, era un recordatorio de lo frágil que era la vida. En ese instante, no podía comprender cómo un ser tan indefenso podría convertirse en una amenaza. —Leni siempre decía que los bebés son nuestra esperanza —dijo Viktor, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz era grave, pero había una dulzura en ella que contrastaba con la dureza de su mirada. Miraba al pequeño Argos con una mezcla de amor y tristeza, como si el simple hecho de verlo lo recordara constantemente lo que había perdido. —¿Qué pasó aquel día? —pregunté, sintiend