Me buscaron solo para reemplazar a la falsa heredera en un disque matrimonio, pero en realidad lo que no sabían era que yo soy esa verdadera hija que estaba reemplazando.Por eso la noche en que me comprometí con Andrés Castro, él me besó y me prometió:—Verónica, dame un hijo y yo te daré en cambio un dulce hogar.Fue por esa precisa promesa, arriesgué mi vida para dar a luz a su primogénito, Mateito.Soñaba con tener un hogar propio de verdad y ser feliz con una bonita familia.Hasta que años después, se le dio por aparecer a la supuesta falsa hija tomando de la mano a mi mateito mientras él niño le decía:—¡Qué bonito sería si tú señorita Camila fueses mi mamá! —Si ya dejo ser el hijo de la amargada de mi mamá, ¿vendrías tú a ser mi mami entonces?La impostora solo se reía, mientras que Andrés los miraba con ternura desde un lado, como si ellos fueran una verdadera familia, mi familia.......Andrés regreso a casa a media noche con Mateo.Yo sentada en el sofá, solo miré el reloj.D
—¿Andrés te echó de vuelta? —preguntó al verme con mis corotos.No lo negué.Camila se quedó incómoda por un momento y soltó la maleta que sostenía.— Tú y Andrés tuvieron algún malentendido, ¿verdad? —dijo con cierta duda.—Esta tarde lo vi, y parecía estar bien. Se le veía contento, y Mateito también... De pronto, se dio cuenta de que había dicho algo inapropiado y se tapó la boca con la mano, mirándome con cuidado.—Verónica, no fue mi intención ocultarte que fui a ver a Andrés. Es que Mateito me extrañaba, lloraba y quería verme, y no pude decirle que no...Le respondí con una sonrisa forzada. —No es nada, de veras no te preocupes.Mercedes, al escuchar nuestra conversación, entendió más o menos lo que había pasado. Entonces dijo: —Camila, sube rápido al piso de arriba. Quiero hablar a solas con Verónica.Camila respondió suavemente, y doña Rosario la llevó consigo.Ahora en la amplia sala solo quedábamos solo Mercedes y yo.Ella me indicó que me sentara. Me senté en el sofá, bas
Ella llevaba puesto un vestido hermoso de flores, su piel relucía por su delicadeza.Pero en cambio, yo era el patito feo, mi cabello hecho un desastre, mi rostro pálido, y mis manos llenas de callos.De repente, una sensación de inferioridad me invadió, así que me escondí detrás de doña Rosario.Aun así, sentí la mirada de desprecio de mi madre biológica.—Quédate aquí por ahora, si necesitas algo, pues no más me lo dices.Después de decirlo, tomó la mano de Camila y subió con ella al piso de arriba. Desde ese momento, vivir en la casa de los Álvarez fue como caminar sobre cascaras de huevo, cualquier cosa les molestaba.Vivía como si fuera invisible; nadie me prestaba atención, nadie se preocupaba por mí. Para ellas, yo era la intrusa que había roto la paz de su hogar. Pero yo era su hija biológica.¿Por qué me trataban así?Esa pregunta me la hice durante muchos años. Y nunca encontré una respuesta. Ahora, estoy cansada. Si no puedo encontrarle sentido, entonces no lo buscaré más. E
—¿Qué clase de madre eres? ¿Mateito termina en el hospital por alergia al mango y ni siquiera te molestas en verlo?—¿Y por qué no le dijiste a Camila que Mateito es alérgico? ¿Cómo iba a saberlo ella?—¿Sabías que ayer Camila estaba tan preocupada que se echó a llorar? ¿Y tú, así es como actúas como hermana?Sus reproches, tan directos, hicieron que toda la ira que había reprimido en mi interior explotara de golpe.—¿Acaso Mateito no sabe que él mismo que es alérgico al mango? Si insiste en comerlo, ¿qué esperas que haga yo? Además, Mateito también es tu hijo. ¿No era tu responsabilidad decirle a Camila que es alérgico?—Y para colmo de males, estamos a punto de divorciarnos. Tú fuiste quien dijo que ya no tenía que preocuparme más por tu hijo. Andrés, ¿no te acuerdas?A Andrés se le veía con más malgenio.—Eres imposible de tratar.—Pues enhorabuena, por fin te libraste de tu esta imposible.......El proceso fue rápido.Cuando terminamos los trámites, Andrés salió de las oficinas de
Sin importar cuánto gritara Andrés, no me di la vuelta. Después de hablar con el médico encargado sobre la enfermedad de mi madre, él suspiró preocupado:—La enfermedad de tu madre es una de esas enfermedades huérfanas. Hemos hecho todo lo posible. Si no despierta este año... es muy probable que no lo haga nunca.Guardé silencio por un momento. En el fondo, ya sabía que este sería el desenlace. Por eso, al escuchar esta noticia, no sentí demasiado impacto.—¿Este año? —murmuré.Este año todo en mi vida se ha desmoronado. Ahora parece que también estoy a punto de perder lo único que me quedaba en esta vida: mi mama.El médico pensó un momento y, al final, me aconsejó que no hiciera el traslado a Rio Alegre.—La señora López ha conseguido al mejor especialista en Puerto Mar para tratar a tu madre. Si la trasladamos a Rio Alegre, las probabilidades de que mejore serán muy bajas.Acepté su sugerencia. Le di las gracias y me dispuse a salir del hospital. Al cruzar la puerta, vi a la señora
Sonreí con desgana.—Andrés, ya no quiero escuchar ninguna explicación de ninguno de ustedes. Lo único que quiero es que todos desaparezcan de mi vida. Y lo hablo muy en serio.Los labios de Andrés temblaron, al igual que sus manos.—Lo siento mucho, fui yo quien te falló. Ese día acepté el divorcio en un arrebato de enojo. Pensé que no pasaría mucho tiempo antes de que volvieras a mí.—Nunca me detuve a pensar en tus sentimientos. Verónica, te lo juro, siempre he visto a Camila como una hermana, nunca he sentido nada más por ella. Y en cuanto a Mateito, solo ha estado rebelde últimamente, pero en él fondo sigue queriéndote.Sus palabras me provocaron un fuerte rechazo.Lo miré agotada y sin paciencia.—Vete, no quiero escuchar más.—¿Mamá? —una voz infantil rompió la tensión.Una lujosa Maybach se detuvo y de ella bajaron dos personas.Camila caminaba de la mano de Matito.Entonces recordé que está parada de autobús estaba cerca de la escuela de Mateito.El niño mordió su labio, inseg
Pero durante esta, cuando Camila intentó tomar el brazo de Andrés, él se apartó, evitándola deliberadamente.Frente a tanta gente, dejar a Camila en evidencia fue un duro golpe para su orgullo, y sus ojos rápidamente se llenaron de lágrimas.—Quisiera aclararles algo. Mi esposa, Verónica, no ha podido asistir hoy porque está enferma, espero que lo entiendan. En cuanto a los rumores sobre nuestro divorcio, son completamente falsos.Ver semejante farsa me provocó un profundo disgusto.Apagué la televisión y me dormí profundamente.Al día siguiente, después de recoger algunas cosas, me dirigí al hospital.Mientras limpiaba el cuerpo de mamá, escuché golpes urgentes en la puerta de la habitación.Era Andrés de nuevo.Cerré la puerta en su cara, pero él la detuvo con el brazo.—Verónica, escúchame —dijo con desesperación—. ¡Mateito ha tenido un accidente! Está en la habitación de al lado.Fue entonces cuando me percaté de que las manos de Andrés estaban manchadas de sangre.Como madre, no p