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Capitulo 5: Mi pareja destinada

Selene fingía llorar mientras caminaba hacia el despacho con Armand, el anciano del consejo. Kayden, ya vestido, llegó a los pocos minutos. La rabia se apoderaba de él, y sin pensarlo, jaló el brazo de Selene con fuerza.

—Tú lo planeaste todo, ¿verdad? —gruñó, con los ojos encendidos de furia.

Selene lo miró con desafío.

—¡Suéltame! —exigió, intentando zafarse de su agarre.

Kayden apretó los dientes, su cuerpo temblando de ira.Armand, con su voz grave y llena de autoridad, intervino al ver la escena.

—¡Suéltala ahora mismo, Kayden! —exigió, su mirada dura—. Eres una vergüenza para tu apellido, para la manada. No puedo creer lo que has hecho.

Kayden soltó el brazo de Selene bruscamente y se volvió hacia Armand, con una sonrisa arrogante en el rostro.

—¿Vergüenza? —respondió Kayden con desdén—. Yo soy el Alfa, y hago lo que debo. No me darás lecciones, viejo.

—Eres una vergüenza para tu manada —dijo Armand con voz firme, señalando a Kayden con un dedo tembloroso de ira—. Ahora comprendo por qué me han reportado la fuga de dinero. ¡Claro, tú te lo has gastado con tu amante!

Kayden frunció el ceño, pero Armand continuó, sin darle oportunidad de interrumpirlo.

—Los lobos están sufriendo. Los huérfanos están muriendo de hambre y a ti no te importa —gritó, su voz resonando en la habitación.

—No sé de qué estás hablando —respondió Kayden, su tono defensivo y arrogante—. Yo no me he gastado dinero en nada.

Armand lo miró con desprecio, sintiendo que la rabia lo consumía. Selene, a su lado, comenzó a finge sollozos, agregando dramatismo a la escena.

—Kayden, ¿cómo has podido hacer esto? —dijo Selene entre lágrimas, su voz temblorosa—. ¿Te importa tan poco tu manada?

Kayden iba a explotar de ira. La rabia burbujeaba en su interior al darse cuenta de que todo era un plan de Selene.

—¡Es todo culpa de Selene! —gritó Kayden, furioso—. La cuenta no se concilió porque ella ha estado gastando el dinero en secreto, apoyando al enemigo.

Lila ya vestida entró en la sala con un gesto decidido. Arrojó un montón de cartas sobre la mesa, frente al anciano Armand.

—Esto es evidencia —afirmó Kayden con voz grave—. Selene está colaborando con el enemigo. Ha estado pasando información a Alfa Luca.

Los ojos de Selene se abrieron con sorpresa. Este giro inesperado la tomó desprevenida; sabía que en su vida anterior fue incriminada, pero no tan pronto. Sintió el sudor en las palmas de sus manos y el temor de que Kayden estaba a punto de matarla nuevamente.

—¡No es cierto! —protestó Selene, mirando desesperadamente a Kayden—. ¡Esto es un plan para arruinarme!

—¿Y tú piensas que te van a creer? —replicó Kayden, sus ojos ardían con rabia—. Has traicionado a tu propia manada.

Armand, el anciano lobo, intervino, su voz serena pero firme.—Kayden, debes controlarte

—¿Controlarme? —exclamó Kayden, incredulidad en su tono—. Ella está en el lado del enemigo.

La tensión en la sala era palpable. Kayden, con el rostro enrojecido por la ira, señaló a Selene con un dedo tembloroso.

—¡Tú, Selene! Eres una traidora —exclamó, su voz resonando como un trueno en el silencio—. Has conspirado contra mí, y esto no lo voy a permitir.

Selene, sintiendo el peso de su mirada, intentó mantener la calma, pero su corazón latía desbocado.

—No soy una traidora, Kayden. —dijo, tratando de que su voz no temblara.

Armand, el anciano y respetado miembro del consejo, se puso de pie, su mirada dura y decidida.

—Kayden, por favor, considera que Selene está embarazada. —intervino, su tono grave resonando en la sala.

Kayden despreció las palabras de Armand, su arrogancia evidente.

—¿Embarazada? —repitió con desdén—. ¿Y quién te dice que ese hijo es mío? Podría ser el hijo de otro, y me ofendes al sugerir lo contrario.

Selene sintió que las lágrimas amenazaban con brotar. Se mordió el labio para contenerse.

—Eso no es justo, Kayden. Yo...

—¡Silencio! —gritó Kayden, levantando la mano—. No quiero oír más mentiras.

A pesar de sus protestas, Selene fue condenada. Su voz quedó ahogada en un mar de confusión y desesperación.

—Selene, te sentencio a permanecer detenida temporalmente en prisión hasta que des a luz —anunció Armand con pesar, mientras su rostro reflejaba la tristeza por la decisión que debió tomar.

Kayden se cruzó de brazos, satisfecho.

—Quizás así aprendas lo que significa traicionar a tu Alfa —añadió con una sonrisa fría.

—Y tú, Kayden, durante el embarazo de tu Luna, estuviste en la cama con otra. No tengo el poder para ejecutarte, ¡pero decreto que Lila no podrá acercarse a ti por un tiempo! —dijo Armand mirando a Kayden.

Selene, llevada hacia la camioneta de la prisión, sentía que su mundo se desmoronaba. Cuando finalmente la llevaron al calabozo, un escalofrío recorrió su espalda al ver que los lobos responsables de escoltarla yacían muertos, sus cuerpos sin vida esparcidos en el suelo.

Un lobo alto, imponente y de aire amenazante, apareció frente a ella, atrayendo su atención. Se acercó, su presencia era casi abrumadora. 

El lobo abrió la puerta de la camioneta con facilidad, usando sus garras. Su mirada fija en Selene revelaba su furia latente. Su pelaje era oscuro y poseía un tono de ojos color ámbar, él no tardo en transformarse y convertirse en un hombre alto de cabello oscuro y ojos grises que ella conocía a la perfección, era Alfa Luca.

—He venido a reclamar lo que es mío — Alfa Luca la miro a los ojos—. ¿Cómo te atreves a llevar en tu vientre al hijo de otro?

Selene sintió que su corazón se encogía.

—Luca... —murmuró Selene—, soy la Luna de Alfa Kayden, eso es mi deber...

Él se acercó más, su mirada fija y penetrante.

—Estás embarazada de otro hombre, no de tu pareja destinada —afirmó con desdén.

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