El Alfa Luca estaba completamente enojado. Su furia crecía a medida que sus lobos se quejaban por el territorio que el infeliz de Kayden le había robado. Él jamás entendío porque ese infeliz le había entregado esos territorios a su padre hace años, pero eran suyos, eran de la manada Rogue.La tensión en la sala era palpable, y la presión de sus súbditos por una solución lo abrumaba. Sabía que estaban ansiosos por una respuesta, pero Luca no quería arriesgar a su manada en una guerra prematura. Sin embargo, la idea de atacar a Kayden comenzaba a seducirlo. Cuando finalmente terminó la audiencia, su mirada se dirigió hacia Selene, que estaba en el suelo limpiando, esforzándose por ignorar las miradas despectivas de los otros lobos. El carrito donde dormía su bebé, Aron, estaba cerca, y Selene lo observaba con un amor feroz, decidida a protegerlo de cualquier amenaza. Pero su momento de paz fue interrumpido cuando Luca se acercó, su ira palpable. —Suéltame... —gritó Selene, tratando
Lira había dejado a Aron en la habitación, descansando en paz, mientras ella se alejaba silenciosamente de la mansión del Alfa Luca. No se atrevía a alejarse demasiado; su instinto como madre le impedía separarse del cachorro por mucho tiempo, pero necesitaba espacio para respirar, para pensar. El aire fresco de la noche le daba un breve consuelo, aunque sabía que los problemas la rodeaban. Su pelaje plateado brillaba bajo la luz de la luna mientras avanzaba entre los árboles, siempre atenta. Sin embargo, algo en el ambiente cambió de inmediato. Dos lobos, súbditos de la manada del Alfa Luca, emergieron de entre las sombras, sus ojos llenos de hostilidad. Los conocía, eran leales al Alfa, y con solo una mirada entendió sus intenciones. —Mira lo que tenemos aquí —gruñó uno de los lobos, mostrando los colmillos mientras se acercaba peligrosamente a Lira—. La traidora , vagando sola. —Una oportunidad perfecta para demostrar nuestra lealtad —añadió el otro lobo, con una sonrisa crue
Selene se despertó muy desconcertada por lo que había pasado la noche anterior. Aún recordaba cómo su loba y Sombra habían tenido un encuentro apasionado; la intensidad de aquel momento aún resonaba en su mente. Mientras arrullaba a Aron, que se veía más tranquilo y recuperado, se sintió aliviada al ver que su pequeño había comenzado a tomar fuerzas. Por suerte, ya no había mostrado signos de agresividad, lo que indicaba que el bebé no se sentía en peligro.Ella se encargaba de darle el pecho mientras él se amamantaba. Miraba alrededor de la pequeña habitación en la que ambos dormían, reflexionando sobre las circunstancias que los habían llevado allí, y deseando que las cosas pudieran ser diferentes.De repente, su concentración se rompió cuando alguien entró en la habitación: era el Alfa Luca. Inmediatamente, Selene cubrió su seno, sintiendo una mezcla de incomodidad y desafío ante su presencia. Luca la observaba con desprecio, su mirada llena de odio y arrogancia.—Deja de mirarme l
Selene se encontraba limpiando las escaleras de la mansión, un ritual diario que había adoptado para mantener su mente ocupada. Su bebé, Aron, dormía plácidamente en una manta cercana, y el suave sonido de su respiración le daba un sentido de paz. Sin embargo, esa calma se rompió cuando, en medio del silencio, comenzaron a llegar a sus oídos gemidos provenientes del despacho de Alfa Luca. Intrigada y, al mismo tiempo, perturbada, Selene sintió que su corazón se aceleraba. Se acercó sigilosamente a la puerta entreabierta, conteniendo la respiración. Al mirar dentro, la escena que encontró la dejó paralizada. Luca estaba allí, entregado a una loba de cabello rubio que se retorcía bajo su toque. La sonrisa en el rostro de Luca era de pura satisfacción, y su arrogancia brillaba con cada risa que besaba q su amante. El aire se volvió denso y pesado a su alrededor. Selene sintió una oleada de desprecio y dolor, como si la hubieran golpeado en el pecho. Le estaba doliendo mucho verlos de
Selene estaba completamente enojada, ella no podía creer que el miserable de Alfa Luca hubiera cruzado los límites él ya no era el hombre que amo hace tantos años, si no fuera por su bebé la hubiese lastimando. Apretó con fuerza el collar en forma de media luna que colgaba de su cuello, sintiendo la suave energía que siempre le transmitía. Miró hacia el cielo, donde la Luna brillaba alta y poderosa, la única que siempre la había protegido.—Gran Luna, gracias por darme la fuerza para sobrevivir esta noche —murmuró con voz baja, aunque cada palabra cargaba un peso enorme—. Gracias por darme el regalo más hermoso, mi pequeño Aron.Aron, que dormía plácidamente en sus brazos, le daba la calma que tanto necesitaba. Su piel brillaba tenuemente bajo la luz lunar, y Selene sabía que, a pesar de su fragilidad, su hijo tenía un poder inimaginable. Él era su escudo, su razón para seguir adelante.—Te pido... —susurró, levantando el collar hacia la Luna—, que este símbolo me proteja de ellos. Qu
Luca entró en la habitación, sus ojos grises llenos de furia mientras observaba a Selene, quien estaba conversando con uno de los lobos de la manada, un doctor. La sonrisa en el rostro de Selene y la mirada que el médico le dirigía lo llenaron de celos, y su mandíbula se tensó al máximo. —¿Qué demonios está pasando aquí? —gruñó Luca con voz grave, dirigiendo su mirada al doctor—. ¿Qué haces aquí? El doctor, sorprendido, intentó mantener la calma. —Alfa, solo estaba revisando a Selene. Uno de sus súbditos me llamó porque ella se sintió mal. —¿Enferma? —Luca dirigió su mirada afilada hacia Selene, visiblemente molesto. Selene, con una expresión de cansancio, se cruzó de brazos. —Sí, Alfa Luca. Me sentí mal y uno de tus lobos tuvo la decencia de llamarlo. ¿O acaso eso también está prohibido? El doctor intervino antes de que la tensión aumentara. —No es nada grave, Alfa. Solo son dolores normales, considerando que Selene dio a luz hace poco tiempo. Pero si lo desea, puedo revisa
Alfa Luca reunió a toda la manada de los Rogué en el claro principal, donde la luna llena iluminaba cada rincón y los susurros de los lobos resonaban como un eco constante de hostilidad. Selene estaba allí, parada frente a todos, soportando las miradas de desprecio y las burlas apenas disimuladas de los miembros de la manada. Para ellos, era una intrusa, una loba caída en desgracia que se atrevía a volver después de haber traicionado su confianza.Uno de los lobos más jóvenes, llamado Raik, no disimuló su desdén mientras murmuraba a otro lobo cercano:—¿Cómo espera ganarse nuestro respeto después de todo lo que hizo? Se fue, traicionó a los Rogué y ahora regresa como si nada.—Es una deshonra para la manada —murmuró otro lobo de pelaje oscuro llamado Eryk—. Alfa Luca debería deshacerse de ella y de ese cachorro inútil que trajo consigo.Selene sintió sus palabras como cuchillos, pero mantuvo la cabeza en alto, intentando no mostrar el dolor que aquellas palabras le causaban. Sabía que
La batalla en el claro continuaba con intensidad, los gruñidos y aullidos de los lobos resonaban bajo la luna llena, iluminando cada movimiento de la pelea. Luca, en su forma de lobo, conocido como Sombra, atacaba con ferocidad, sus colmillos aferrándose a sus enemigos y sus garras dejando profundas marcas en los invasores de la manada Luna Creciente. Era una bestia imponente, un Alfa luchando sin piedad por su territorio.Del otro lado, Selene, transformada en Lira, su forma de loba, atacaba con la misma intensidad, lanzándose contra los lobos enemigos con una precisión y fuerza que sorprendió incluso a algunos de los suyos. Pero en un momento de distracción, mientras Luca giraba para observarla, uno de los lobos enemigos aprovechó su descuido y le enterró los colmillos en el costado.Sombra dejó escapar un gruñido profundo de dolor, y Lira, al verlo, lanzó un aullido feroz, embistiendo con furia al atacante de Luca hasta hacerlo retroceder y huir. Los Rogué, al ver la herida de su A