Luca entró en la habitación, sus ojos grises llenos de furia mientras observaba a Selene, quien estaba conversando con uno de los lobos de la manada, un doctor. La sonrisa en el rostro de Selene y la mirada que el médico le dirigía lo llenaron de celos, y su mandíbula se tensó al máximo. —¿Qué demonios está pasando aquí? —gruñó Luca con voz grave, dirigiendo su mirada al doctor—. ¿Qué haces aquí? El doctor, sorprendido, intentó mantener la calma. —Alfa, solo estaba revisando a Selene. Uno de sus súbditos me llamó porque ella se sintió mal. —¿Enferma? —Luca dirigió su mirada afilada hacia Selene, visiblemente molesto. Selene, con una expresión de cansancio, se cruzó de brazos. —Sí, Alfa Luca. Me sentí mal y uno de tus lobos tuvo la decencia de llamarlo. ¿O acaso eso también está prohibido? El doctor intervino antes de que la tensión aumentara. —No es nada grave, Alfa. Solo son dolores normales, considerando que Selene dio a luz hace poco tiempo. Pero si lo desea, puedo revisa
Alfa Luca reunió a toda la manada de los Rogué en el claro principal, donde la luna llena iluminaba cada rincón y los susurros de los lobos resonaban como un eco constante de hostilidad. Selene estaba allí, parada frente a todos, soportando las miradas de desprecio y las burlas apenas disimuladas de los miembros de la manada. Para ellos, era una intrusa, una loba caída en desgracia que se atrevía a volver después de haber traicionado su confianza.Uno de los lobos más jóvenes, llamado Raik, no disimuló su desdén mientras murmuraba a otro lobo cercano:—¿Cómo espera ganarse nuestro respeto después de todo lo que hizo? Se fue, traicionó a los Rogué y ahora regresa como si nada.—Es una deshonra para la manada —murmuró otro lobo de pelaje oscuro llamado Eryk—. Alfa Luca debería deshacerse de ella y de ese cachorro inútil que trajo consigo.Selene sintió sus palabras como cuchillos, pero mantuvo la cabeza en alto, intentando no mostrar el dolor que aquellas palabras le causaban. Sabía que
La batalla en el claro continuaba con intensidad, los gruñidos y aullidos de los lobos resonaban bajo la luna llena, iluminando cada movimiento de la pelea. Luca, en su forma de lobo, conocido como Sombra, atacaba con ferocidad, sus colmillos aferrándose a sus enemigos y sus garras dejando profundas marcas en los invasores de la manada Luna Creciente. Era una bestia imponente, un Alfa luchando sin piedad por su territorio.Del otro lado, Selene, transformada en Lira, su forma de loba, atacaba con la misma intensidad, lanzándose contra los lobos enemigos con una precisión y fuerza que sorprendió incluso a algunos de los suyos. Pero en un momento de distracción, mientras Luca giraba para observarla, uno de los lobos enemigos aprovechó su descuido y le enterró los colmillos en el costado.Sombra dejó escapar un gruñido profundo de dolor, y Lira, al verlo, lanzó un aullido feroz, embistiendo con furia al atacante de Luca hasta hacerlo retroceder y huir. Los Rogué, al ver la herida de su A
Alfa Luca despertó de un profundo sueño, confundido al principio. Al mirar hacia su abdomen, se dio cuenta de que no había rastro de la herida que había sentido antes. Sus ojos se movieron a su alrededor y vio a Selene y al pequeño Aron dormidos a su lado, acurrucados. Una oleada de desprecio lo invadió. Se sintió un imbécil por haber permitido que Selene se acercara tanto, abrazando a la madre del niño que consideraba una traición. Pensar en cómo había expuesto su debilidad ante la manada lo llenaba de rabia. —¡Arriba, Selene! —gritó, su voz resonando en la cabaña—. No seas floja. Selene despertó de golpe, sorprendida y preocupada. Aron se movió un poco, pero no despertó. —¿Ya te sientes bien, Luca? —preguntó ella—. Deberías descansar. Luca soltó una risa burlona. —¿Ahora te importo, traidora? —se mofó—. No creas que te agradeceré ni a ese cachorro. Es lo menos que pueden hacer por mí. Las palabras de Luca fueron un golpe para Selene. Se sintió vulnerable y enojada, per
Ginebra estaba complemente furiosa había pasado por la habitación de Alfa Luca y él no se encontraba allí. Luego se acercó a la habitación de la traidora de Selene y escucho gemidos provenientes de allí. Ella sabía que ningún Lobo se atrevería a tocarla además de él. Sentía que la rabia la invadía.La noche había caído sobre el bosque, sumiéndolo en una oscuridad casi absoluta. Las nubes tapaban la luna, proyectando sombras inquietantes entre los árboles y apenas permitiendo que algunos haces de luz se filtraran. El silencio solo era interrumpido por el sonido leve de hojas secas crujir bajo patas ligeras. Ginebra, en su forma de loba, se movía con agilidad entre los arbustos, sus músculos tensos y sus sentidos aguzados. Su respiración era constante, mientras sus ojos destellaban con una mezcla de determinación y celos. Desde que Selene se había marchado, había asumido que la posición de Luna de la manada sería suya; sin embargo, Luca nunca había mencionado el asunto, lo que alimentab
En lo profundo del bosque, la noche cubría los árboles como un manto oscuro y espeso, y el aire estaba impregnado de humedad y misterio. La quietud era perturbada solo por un leve crujir de hojas secas. En medio de esta atmósfera tensa, dos figuras se encontraban en secreto. —¿Por qué no la trajiste ese día? —preguntó una voz llena de ira y resentimiento, su tono cortante como un cuchillo que se clava en la oscuridad. Ginebra frunció el ceño, sintiendo la presión en cada palabra de su interlocutor. —¡No te pongas así! —replicó con impaciencia, moviendo las manos en un gesto de defensa—. Ella es más astuta de lo que imaginaba. No confía en mí, así que no es fácil hacer que me siga sin más. La otra figura, oculta entre sombras, soltó una risa despectiva. —Hum, no creo que sea inteligente; simplemente tú nunca haces nada bien —comentó con arrogancia mientras sacaba un pequeño frasco oscuro y se lo extendía a Ginebra—. Toma esto, es un brebaje que compré a la anciana bruja del bosqu
Selene avanzaba entre la espesa oscuridad del bosque, con la respiración agitada y el rostro marcado por los arañazos de las ramas afiladas que se interponían en su camino. No sentía el dolor; cada latido de su corazón era una mezcla de miedo y desesperación, impulsada solo por el amor y la urgencia de salvar a Aron. Al recordar su frágil semblante, sus ojos se llenaron de lágrimas que apenas lograba contener. Entre susurros, elevó una plegaria: "Diosa de la luna, te ofrezco lo que sea necesario... solo por la vida de Aron". De repente, una suave brisa le trajo un aroma peculiar, uno que le resultaba extrañamente familiar y que hizo que se detuviera en seco. Contuvo el aliento, reconociendo ese olor con un estremecimiento involuntario. Su corazón se aceleró cuando, de entre las sombras, emergió una imponente figura de lobo. Al percibir su presencia, el lobo cambió a su forma humana; era Kayden, y la miraba con un desdén que le helaba la sangre. —He oído que me buscas —le dijo con fr
Dicho esto, él tomó a Selene del brazo con fuerza, dispuesto a llevársela. Su mirada era fría, y la determinación en su gesto no admitía réplica. Sin embargo, Kayden, lleno de furia y orgullo herido, lo detuvo. Con una voz profunda que resonó en el silencio del bosque, exclamó: —¡Ella sigue siendo mi Luna! ¡No tienes derecho a decidir su destino! —bramó Kayden, con los ojos llenos de desafío. La tensión creció rápidamente entre ellos, como una tormenta a punto de estallar. Ambos Alfas, incapaces de contener el odio que se tenían, se transformaron en lobos, sus miradas fijas una en la otra mientras se preparaban para un duelo a muerte. No estaba claro quién lanzó el primer ataque, pero en un instante el bosque se llenó del sonido de garras y colmillos, y el olor acre de la sangre impregnó el aire. Al ver a Luca herido, Selene corrió aterrorizada hacia adelante. Ella se interpuso frente a Luca, deteniendo a Kayden con frialdad—¡Basta, Kayden! Después de que tú y Lila me echaron