Ginebra estaba complemente furiosa había pasado por la habitación de Alfa Luca y él no se encontraba allí. Luego se acercó a la habitación de la traidora de Selene y escucho gemidos provenientes de allí. Ella sabía que ningún Lobo se atrevería a tocarla además de él. Sentía que la rabia la invadía.La noche había caído sobre el bosque, sumiéndolo en una oscuridad casi absoluta. Las nubes tapaban la luna, proyectando sombras inquietantes entre los árboles y apenas permitiendo que algunos haces de luz se filtraran. El silencio solo era interrumpido por el sonido leve de hojas secas crujir bajo patas ligeras. Ginebra, en su forma de loba, se movía con agilidad entre los arbustos, sus músculos tensos y sus sentidos aguzados. Su respiración era constante, mientras sus ojos destellaban con una mezcla de determinación y celos. Desde que Selene se había marchado, había asumido que la posición de Luna de la manada sería suya; sin embargo, Luca nunca había mencionado el asunto, lo que alimentab
En lo profundo del bosque, la noche cubría los árboles como un manto oscuro y espeso, y el aire estaba impregnado de humedad y misterio. La quietud era perturbada solo por un leve crujir de hojas secas. En medio de esta atmósfera tensa, dos figuras se encontraban en secreto. —¿Por qué no la trajiste ese día? —preguntó una voz llena de ira y resentimiento, su tono cortante como un cuchillo que se clava en la oscuridad. Ginebra frunció el ceño, sintiendo la presión en cada palabra de su interlocutor. —¡No te pongas así! —replicó con impaciencia, moviendo las manos en un gesto de defensa—. Ella es más astuta de lo que imaginaba. No confía en mí, así que no es fácil hacer que me siga sin más. La otra figura, oculta entre sombras, soltó una risa despectiva. —Hum, no creo que sea inteligente; simplemente tú nunca haces nada bien —comentó con arrogancia mientras sacaba un pequeño frasco oscuro y se lo extendía a Ginebra—. Toma esto, es un brebaje que compré a la anciana bruja del bosqu
Selene avanzaba entre la espesa oscuridad del bosque, con la respiración agitada y el rostro marcado por los arañazos de las ramas afiladas que se interponían en su camino. No sentía el dolor; cada latido de su corazón era una mezcla de miedo y desesperación, impulsada solo por el amor y la urgencia de salvar a Aron. Al recordar su frágil semblante, sus ojos se llenaron de lágrimas que apenas lograba contener. Entre susurros, elevó una plegaria: "Diosa de la luna, te ofrezco lo que sea necesario... solo por la vida de Aron". De repente, una suave brisa le trajo un aroma peculiar, uno que le resultaba extrañamente familiar y que hizo que se detuviera en seco. Contuvo el aliento, reconociendo ese olor con un estremecimiento involuntario. Su corazón se aceleró cuando, de entre las sombras, emergió una imponente figura de lobo. Al percibir su presencia, el lobo cambió a su forma humana; era Kayden, y la miraba con un desdén que le helaba la sangre. —He oído que me buscas —le dijo con fr
Dicho esto, él tomó a Selene del brazo con fuerza, dispuesto a llevársela. Su mirada era fría, y la determinación en su gesto no admitía réplica. Sin embargo, Kayden, lleno de furia y orgullo herido, lo detuvo. Con una voz profunda que resonó en el silencio del bosque, exclamó: —¡Ella sigue siendo mi Luna! ¡No tienes derecho a decidir su destino! —bramó Kayden, con los ojos llenos de desafío. La tensión creció rápidamente entre ellos, como una tormenta a punto de estallar. Ambos Alfas, incapaces de contener el odio que se tenían, se transformaron en lobos, sus miradas fijas una en la otra mientras se preparaban para un duelo a muerte. No estaba claro quién lanzó el primer ataque, pero en un instante el bosque se llenó del sonido de garras y colmillos, y el olor acre de la sangre impregnó el aire. Al ver a Luca herido, Selene corrió aterrorizada hacia adelante. Ella se interpuso frente a Luca, deteniendo a Kayden con frialdad—¡Basta, Kayden! Después de que tú y Lila me echaron
De regreso en su habitación, Luca seguía consumido por una furia intensa. La imagen de Kayden en el bosque junto a Selene se repetía en su mente como una herida abierta, desgarrando su orgullo y avivando su deseo de venganza. Odiaba la sensación de que otros se atrevieran a codiciar lo que él consideraba suyo. No soportaba pensar en que otro pudiera tocarla, besarla y estar dentro de ella como lo hacia él. Quería marcarla de todas las formas posibles. Apretó los puños y respiró profundamente, intentando controlar la ira que se arremolinaba en su pecho, pero pronto decidió que no podía esperar más. Llamó a su Beta con un tono áspero y decidido, sin dar espacio para objeciones. —No esperaremos a la luna llena para atacar —anunció Luca con voz firme, sus ojos brillando con una determinación peligrosa. El Beta, aunque leal, no pudo evitar expresar su preocupación. —Alfa, actuar ahora sería imprudente. La manada no está en su mejor forma después del duelo de anoche —comentó, con u
Cuando Selene llegó al campo de batalla, una escena desgarradora se desplegó ante sus ojos. La ferocidad del combate impregnaba el aire, y entre el caos, divisó a Shadow, la majestuosa loba negra, desgarrando con furia la garganta de un enemigo. A pesar de su valentía, las patas traseras de Shadow estaban gravemente heridas, sus movimientos se volvían cada vez más lentos, pero aún mantenía una postura desafiante. Selene sintió un nudo en el estómago; la lealtad y el sacrificio de Shadow le recordaban que sus compañeros estaban arriesgando todo en ese enfrentamiento. Intentó acercarse a Luca, su mirada fija en él, quien luchaba con una intensidad incansable. Sin embargo, al observar a su alrededor, no pudo ignorar la cantidad de lobos heridos que yacían en el suelo, algunos jadeando de dolor, otros apenas conscientes. La urgencia la invadió, y sin dudar, canalizó el poder de Aron para sanar a algunos soldados cercanos, sintiendo cómo la energía de su hijo fluía por sus manos. En e
—¡Retirada! —gritó Luca hacia su manada. Kayden, herido y sin fuerzas para seguir luchando, se tambaleaba. Manada Rogue había ganado, pero a un alto precio: Selene había caído. A pesar de sus propias heridas, Luca levantó a Selene y a Aron y los llevó a un lugar seguro. Llamó a los médicos rápidamente. —Hagan todo lo que puedan para salvarla —ordenó, con la voz temblorosa. Los médicos limpiaron y vendaron las heridas de Selene, pero se veía grave. Había perdido mucha sangre, y no sabían si despertaría del coma. Luca miró al médico, desesperado. —¿Y Aron? —preguntó—. ¿No puede hacer algo por su madre? El médico suspiró, dándole una mirada de tristeza. —El poder de Aron está ligado al de Selene. Cuando ella está débil, su fuerza también se ve afectada. Luca cayó de rodillas junto a la cama de Selene, en silencio. Sus compañeros intentaron acercarse para consolarlo, pero él no reaccionó. Incluso Ginebra se mantuvo a distancia, pues Luca, lleno de rabia, lanzó un gruñido amenazado
El peso de su vientre de cinco meses no era lo único que mantenía a Selene despierta aquella noche. Su cabello era largo y oscuro, caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos verdes brillaban. Se sentó en su escritorio, revisando una vez más los libros financieros de la manada Luna Creciente. Sin embargo, las cifras no cuadraban. No importaba cuántas veces repasara los números, algo no estaba bien. Faltaba dinero. Y no era una pequeña cantidad. —¿Cómo es posible? —murmuró para sí misma, pasando una mano sobre su frente, sintiendo la presión acumulándose. Los gastos habían aumentado sin explicación. Había facturas pendientes, reparaciones que no se habían hecho, y aun así, los fondos de la manada parecían desaparecer sin dejar rastro. Selene suspiró, sintiendo que el estrés hacía eco en su vientre, donde su bebé se movía suavemente. No solo era Luna de la manada, sino que también debía velar por el bienestar de su familia. Kayden, su compañero y Alfa, era un hombre imp