Capítulo 4. Monstruo

LIAM 

El molesto sonido del despertador interrumpe mi sueño, justo cuando estaba por descubrir quién es la hermosa loba blanca con la que llevo fantaseando desde hace un par de días. Sin duda no debe ser de por aquí, jamás la había visto en el territorio de Luna Creciente, hasta esa noche en que la encontré en medio del bosque. Sus preciosos ojos me parecen familiares, pero estoy seguro de que jamás olvidaría a una belleza como ella.

Doy un salto de mi cama al recordar la cita que tengo con el Alfa; hoy por fin asumiré mi puesto como su Gamma y tengo mucho trabajo por hacer. Debo formar un equipo de confianza, entrenarlos y organizarlos de manera que el líder nunca se encuentre desprotegido. Ni él ni su familia.

Me preparo para salir después de haber tomado el desayuno. Hoy me siento algo ansioso, debe ser por la nueva responsabilidad que estoy por afrontar, pero estoy listo para ello; si alguien puede con tal tarea, sin duda soy yo.

Conduzco hacia la cabaña donde reside el líder y la tranquilidad del bosque me deja ver la razón por la que ha elegido vivir aquí. Mi lobo se altera por salir a recorrer la naturaleza, pero no es el momento.

Llego hasta la puerta y me hace pasar, después de haber tocado el timbre.

— A sus órdenes, Alfa — extiendo mi mano en un saludo y él la recibe —. Soy Liam Castillo.

— Lo sé, pasa.

Me dirige hasta su oficina y tomo asiento frente al escritorio.

» Tu padre me ha informado que estás listo para tomar su cargo.

— Así es — afirmo —. Por el momento trabajaré con los hombres de mi padre, en lo que recluto a quienes serán mi propio equipo.

— Por mi está bien — asiente —. Imagino que estás enterado de los últimos acontecimientos en la manada — asume. Sé que se refiere a las huellas que algunos centinelas encontraron sobre los límites del territorio.

— Por supuesto. Pienso reubicar una parte de los centinelas que se encargan de patrullar el pueblo y asegurar las fronteras.

— Estoy de acuerdo, solo no dejes demasiado desprotegido al pueblo. Veremos si solo ha sido un evento aislado o si es necesario tomar otras medidas, incluso llegaremos al toque de queda si fuese necesario.

— Entendido — respondo.

— Eso es todo por el momento, este es mi itinerario —dice poniéndose de pie, me entrega su agenda de hoy y me indica la salida —. Te dejo para que te organices con los hombres, yo te aviso sobre cualquier cambio que haga — de nuevo estrechamos las manos —. Bienvenido, espero poder confiar en ti cómo en tu padre.

— Cuente con ello — me despido.

Nos encaminamos hacia afuera, el Alfa David sube a su auto y se dirige a su trabajo. Reúno a los hombres que recién ayer trabajaban para mi padre y nos organizamos en cuanto a las necesidades del Alfa, los lobos toman sus puestos, de manera que en ningún momento quede sin protección.

Ahora debo ir a la comandancia, donde elegiré a los mejores elementos para la tarea. Tengo en mente a algunos de ellos, los centinelas mejor capacitados, más hábiles, con buenos instintos y algo importante, que sean discretos, ya que en adelante serán como una sombra en la vida del Alfa. La idea es que siempre se encuentre a salvo, sin notar que un equipo de hombres lo vigila en todo momento. 

El camino de vuelta se hace más corto y llego a la central de centinelas en 15 minutos. Aparco junto a la acera y entro al lugar. No es un secreto para nadie que pronto debía tomar este puesto, de hecho, ya me había tardado por obra de mi padre, así que, muchos de los hombres han venido haciendo méritos para formar parte de mi equipo, por lo que no me debería tomar mucho tiempo decidirme si ya tengo algunos nombres en mi cabeza.

Saludo a los hombres y voy directo a la oficina de registros, donde se encuentran los archivos de todos los miembros de la guardia de la manada. Los estudios por un par de horas, observo sus méritos, destrezas, y algunas referencias de sus superiores. Me fijo especialmente en la responsabilidad y disciplina que han demostrado y elijo a los veinte que, a mi parecer, cumplen con el perfil que necesito. 

Los pongo al tanto de la situación y nos reunimos en la sala de juntas para hacer formal el aviso.

— Bueno, como ya deben saber, desde hoy tomo mi cargo como Gamma de la manada — les reitero —. Y los he elegido como mi equipo durante mi estadía en él, ya veremos si en el camino hay cambios. Por el momento espero contar con su mejor disposición y compromiso. Saben que este trabajo es uno de los más importantes en la manada y así como tiene beneficios, exige una gran responsabilidad.

Todos asienten, visiblemente orgullosos de su nuevo ascenso y después se hacen las presentaciones correspondientes. Otorgo a cada uno su puesto y salimos de la central alrededor del mediodía.

— Alex, tú serás mi mano derecha — informo al pelinegro —. Te he estado observando y sé que eres de fiar.

— A tus órdenes — responde.

Es un joven de mi edad, estuvimos en el mismo grupo en el colegio y siempre mostró disciplina.

— Está bien, por ahora cumplan con sus rondas como de costumbre y mañana los espero temprano en la cabaña del Alfa, desde ahí les diré a quién les toca resguardar.

Termino de dar las órdenes a mis hombres y volteo para subir a mi auto, cuando alguien choca contra mí.

— Fíjate por dónde caminas torpe — digo sin ver de quién se trata. Alzo la vista para averiguarlo y la observo. Es ella, la chica que me divierte tanto molestar. Abro la boca para decir algo sobre su torpeza, pero me quedo callado al sentir el correntazo en el pecho que me paraliza.

— No puede ser — murmuro sin fuerza. 

No doy crédito a lo que estoy sintiendo ahora mismo. Nunca he negado que es bella, pero hoy lo que me provoca es indescriptible; su delicado cuerpo, su rostro angelical, su cabello parece resplandecer a la luz del sol, pero... Ese olor... Fresco y dulce a la vez, como la naturaleza misma. Si tuviese que describirlo, en una palabra, sería primavera. 

— Lo siento, yo... Solo quería tomar mi celular — responde apenada bajando nuevamente su rostro y casi ruego por qué no lo haga, quiero seguir viéndola así de cerca. Me abofeteo mentalmente por mis propios pensamientos estúpidos.

— Esto debe ser una jodida broma — expreso sin poder creer lo que acabo de descubrir. 

Me enfurece la m*****a situación al instante. ¿Cómo es posible que de todas las hembras que hay en la manada, incluso en todo el mundo, justamente tenga que ser ella?

Daniela Álvarez... Mi compañera.

— Perdón, ya te dije que...— vuelve a excusarse, pero ya no me interesa escucharla.

Salgo corriendo de ahí, necesito estar solo y asimilar lo que acaba de pasar. Me dirijo al lugar que necesito justo ahora; el bosque me ayudará a sacar mi frustración. 

Al llegar, bajo del auto y apenas lo hago dejo salir a mi lobo, quien corre eufórico y aúlla por haber descubierto a su pareja. Me pregunto si ella se habrá dado cuenta, no mostró ninguna señal de asombro como yo.

¡Maldición! ¿Por qué justo ella?

Yo necesito a mi lado a una mujer fuerte, que pueda con mi carácter y no se deje doblegar por mí. Una mujer que pueda complacerme sin tener que humillarse. No lo entiendo, me jode esta puta decisión de la Luna. No es posible, no lo haré, ella no puede ser mi compañera. No lo acepto.

Debo rechazarla y cuánto antes mejor.

Me pierdo por horas, tratando de calmar a mi lobo, quien lo único que desea es salir en busca de su pareja, pero no tiene más voluntad que yo y termina por aceptar volver a mi interior.

****

Una semana pasa y no he sido capaz de buscarla, me aterra volver a sentirme igual que ese día y terminar reclamándola. El trabajo me ha distraído lo suficiente para no volverme loco y hacer alguna estupidez, pero no sé cuánto más pueda aguantar.

Regreso a casa después de entregar el turno a los hombres que vigilarán de noche esta semana. Paso por su casa, esperando no encontrarme con ella, pero secretamente me muero por verla.

Avanzo despacio por la calle cuando la veo salir de la casa. Lleva un sencillo vestido blanco, con un ligero suéter encima. Es octubre y ya comienza a refrescar el clima, más aún por las noches. 

Me debato entre salir y enfrentarla, o arrancar el motor y alejarme como lo he venido haciendo hasta ahora.

¡A la m****a! Debo terminar con esto de una vez.

Bajo del auto dando un fuerte portazo que la sobresalta. Me permito observarla a detalle, su vestido a mitad de los muslos deja ver sus perfectas piernas, su piel cremosa me hace cosquillear las manos, pero me digo a mí mismo que solo es la absurda atracción por nuestro aparente lazo.

Lleva el cabello rubio suelto y un ligero maquillaje en su rostro. Debe ser alguna ocasión especial, pues nunca antes la había visto tan arreglada. O quizás nunca había puesto suficiente atención.

¡Joder! Es tan preciosa.

— ¡Hey! — llamo su atención cuando está por regresar adentro —. Ven aquí.

— ¿L-Liam? — tartamudea como siempre, convenciéndome de lo mucho que le afecto — ¿Qué haces aquí?

— Sabes bien lo que hago. Y quiero que sepas que nada ha cambiado entre nosotros, para mí siempre serás la tonta ovejita miedosa que eres... Mariela — digo despectivamente.

— N-no sé de qué hablas — pronuncia con voz temblorosa.

Me exaspera su actitud mediocre.

— ¡Deja de fingir que no te has dado cuenta! — la tomo del brazo con enojo, más por lo que me hace sentir, que por ella misma — Sabes lo que somos, pero desde ahora te digo que no lo acepto. Debe haber algún error — la suelto y río como un demente. 

Eso es lo que siento que soy, un loco luchando contra el destino por culpa de sus absurdos antecedentes familiares. 

La veo frotarse el brazo donde antes la sujeté y me arrepiento al instante. Espero no haberle hecho daño. ¡Maldita sea! Esto es precisamente lo que trato de evitar, no quiero convertirme en un monstruo como... Él.

— ¿Qué somos? — pregunta en un hilo de voz y siento que podría quebrarse en cualquier momento.

— ¿De verdad eres tan tonta para no haberte dado cuenta, o solo intentas hacerte la interesante? — inquiero, perdiendo la poca paciencia que me quedaba.

— Yo... No lo sé, Liam... De verdad.

— Usa la única neurona que tienes y piensa ¡JODER!

Me acerco a ella dando golpecitos con mi índice en su sien y su olor adictivo me hace retroceder rápidamente. 

Es horrible luchar contra el propio instinto, no cabe duda que no hay peor enemigo que uno mismo.

Se queda paralizada en su lugar, creo que puedo escuchar el engranaje de su cerebro y el momento justo cuando la verdad hace clic en su cabeza.

— ¿Somos pa... Somos pareja? — pregunta incrédula y blanca como un papel.

— ¡Bravo! — aplaudo dramáticamente —. ¿Qué es eso que sale de tu cabeza? ¿Es humo? — digo con sarcasmo — Ahora que por fin te diste cuenta, espero que no se te ocurra decírselo a nadie, no nos verán juntos ni cambiará nada entre nosotros. Simplemente deja las cosas como están ¿De acuerdo? — amenazo.

Se queda perpleja después de eso y me alejo de su lado regresando a mi auto. Estaba tan enfocado en ella que no me di cuenta que el Alfa ha dejado a su amiga Azul en la acera de enfrente. 

Por suerte no han escuchado nada. Salgo hecho una furia, pero cuando estoy por entrar al vehículo, escucho algo que me hace sentir miserable:

— ¡Feliz cumpleaños Dany! — dice la pelinegra a la persona inocente que acabo de dejar hecha polvo con mis palabras.

¡Mierda!

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