Capítulo 2. Colores

DANIELA

Alguna vez te has preguntado ¿Por qué las personas actuamos de manera diferente ante las mismas situaciones? Por ejemplo:

¿Qué harías si ves a un fantasma?, ¿Si conoces a tu cantante favorito? O ¿Si alguien te ataca de alguna forma?

Yo siento que me quedaría congelada ante cualquiera de esas circunstancias.

La razón de que cada persona reaccione de tal manera, creo yo, se debe principalmente a su personalidad. Este conjunto de características que hacen de un individuo, la persona que es. Su forma de ser, de pensar y de relacionarse con los demás.

Hay muchas teorías estructuradas que hablan sobre las diferentes personalidades y lo que las "define". Tenemos la humanística, el conductismo, la evolución, entre otras. Sin embargo, hay algunas más antiguas que se sustentan en la creencia de que "somos energía", la astrología con los signos zodiacales, los chakras, el color del aura, etcétera.

Justo me encuentro en el porche trasero de mi casa, leyendo un artículo sobre "Los tipos de carácter por colores", es de noche y desde aquí puedo ver el bosque que se ilumina por una hermosa luna llena.

Mi madre sale a avisarme que se irá a descansar.

—Mi niña ¿Qué haces?

—Hola mamá, estoy leyendo un poco. ¿Necesitas que te ayude en algo?

—No. Solo salí a avisarte que tu padre y yo nos vamos a descansar. Deberías hacer lo mismo —sugiere dejando escapar un bostezo.

—En un ratito voy mamá, ya casi termino.

—Está bien. No te desveles mucho, mañana tienes que levantarte temprano —me recuerda y se despide.

Siguiendo con mi lectura, voy identificando algunas de las características que se narran en personas que conozco, así como en mí misma.

Por ejemplo: el apartado describe a las personas de color Azul como individuos fríos, analíticos, reflexivos y perfeccionistas, que poseen habilidades de liderazgo. Inmediatamente pienso en el Alfa.

En el color amarillo, se menciona a las personas espontáneas, extrovertidas, comunicativas y sociales; lo cual me lleva a pensar en mi amiga, Azul. Una ironía que se llame de esa forma y sea todo lo contrario a su personalidad.

En el tercer color entro yo. El verde, hace referencia a personas pacientes, comprensivas y tolerantes, pero también dóciles, permisivas y pusilánimes. Todo ello me describe completamente, como si se hubieran basado en mí para escribir el artículo.

Por último se encuentra el color rojo, donde se cataloga a las personas seguras de sí mismas, enérgicas, decididas y competitivas; además de agresivas, dominantes e intolerantes. Lo que más llama mi atención de este color, son las últimas tres características que concuerdan con una sola persona...

Reflexiono un rato más sobre el tema y trato de clasificar a las personas que conozco. De repente siento una punzada  en mi cabeza que me obliga a sujetarme con las manos, algo ruge dentro de mí queriendo salir, siento que me va a desgarrar.

Me levanto agitada y temblando, mis articulaciones duelen, así como mis músculos. Gruño cuando siento como si mis huesos se rompieran uno a uno y, de un momento a otro, mi cuerpo ya no es el mismo; me he transformado por primera vez en loba.

Camino hacia el bosque sintiendo las hojas crujir bajo mis patas blancas, mis sentidos se han vuelto más agudos y puedo escuchar y ver con claridad lo que sucede a mi alrededor.

Llego hasta un claro entre los árboles, admiro la luna que se encuentra en su punto más alto en el cielo, y no puedo evitar el aullido que sale de mí. Me invade una paz inmensa, como si por fin me sintiera completa.

Inesperadamente siento que alguien se acerca a mi espalda, volteo y veo a un imponente lobo gris, con orejas negras y unos hermosos ojos color ambar. Me quedo petrificada en mi sitio sin saber que hacer, cuando noto que se acerca sigilosamente, hago honor a mi verde personalidad y salgo corriendo como la pusilánime que soy.

No detengo mi carrera hasta que me encuentro dentro de mí habitación. Poco a poco, la adrenalina me abandona y me tranquilizo por completo. Me acerco a mi espejo de cuerpo completo y me observo por primera vez en mi forma salvaje.

Soy completamente blanca y mis ojos grises lucen un brillo antinatural asombroso. No sé si mi tamaño sea normal, soy más grande de lo que pensé que sería. Así transformada, no parezco una Omega cualquiera.

Regreso a mi forma humana sin saber bien cómo, tomo una ducha y me recuesto a descansar.

***

Es una mañana de lunes como cualquier otra. Mi jornada de trabajo está por terminar y despido a mis niños con la canción de costumbre:

—“Son las doce, son las doce. Vamos ya, vamos ya. Vamos a casita, vamos a casita, con mamá y con papá. A descansar" —terminamos al unísono y toca la campana que avisa el fin de clases.

Me coloco en la puerta para recibir sus abrazos de despedida y entregarlos personalmente a sus padres.

—¡Adiós, maestla!

—Adiós, cariño, hasta mañana. No olviden hacer su tarea.

Cuando el último de mis alumnos se ha ido, ordeno los materiales que utilizamos, limpio un poco el aula y cierro al terminar.

Voy camino a casa con mis manos llenas como siempre. Aún no reparo mi viejo auto y me toca caminar de nuevo. Atravieso la plaza frente al jardín de niños y llego al otro extremo, me acerco a la comandancia de policía donde se encuentran varios centinelas afuera. Me agacho a sacar mi celular que vibra en mi pantalón, cuando siento un golpe seco contra mi cuerpo que hace que el teléfono caiga al suelo.

—Fíjate por dónde caminas torpe —oigo la voz inconfundible de Liam y evito mirarlo a la cara. Se queda callado por un momento para luego decir:

—No puede ser —su tono abatido me obliga a voltear mi rostro al suyo y, no sé si es que nunca lo miro de cerca, o si me he negado deliberadamente a la realidad, pero, me es imposible negar lo atractivo que es.

¡Mi Diosa! es tan apuesto que casi suspiro. Me agacho de nuevo y me disculpo.

—Lo siento, yo... Solo quería tomar mi celular.

—Esto debe ser una jodida broma —lo miro de nuevo, tiene una expresión en su rostro de total desconcierto.

—Perdón, ya te dije que… —trato de explicarme de nuevo, pero me deja ahí parada, regresa por dónde llegó y sube a su auto. Sale derrapando del lugar como si hubiese visto al diablo.

Algo confundida, sigo mi camino hasta llegar a casa. Azul llega un rato después y le cuento lo que me pasó anoche.

—Fue justo como lo describiste amiga —digo, recordando la sensación de libertad que sentí a través de mi loba—, me sentí libre, en paz y más fuerte que nunca.

—Me alegro mucho Dany, espero que eso te de más seguridad en ti misma.

—¿Y a ti cómo te ha ido con tu "asunto"? —inquiero, haciendo referencia a la situación con su pareja.

—Estoy muy confundida, he querido dejar todo de lado y hacer como que no ha pasado nada. Quiero enfocarme en mi trabajo, pero no logro concentrarme. No puedo dejar de pensar en él. Me intriga demasiado, creo que necesitamos hablar.

—Claro, Azul. No sabrás cómo te sientes hasta que lo enfrentes.

—Lo pensaré un poco más, sabes de mi problema y no es que a mí me importe demasiado, pero no sé si él opine lo mismo después de saber sobre mi condición.

—Esto es un avance, ya te preocupas por lo que él pueda pensar de ti.

—No es eso… ¡por favor! Si ni lo conozco. Lo que piense es la última de mis preocupaciones —bufa restándole importancia a la conversación.

» Cambiemos de tema ¿si?, Tengo tres casas en la mira, debemos ir a verlas para decidirnos por una antes de que nos ganen.

Hablamos sobre nuestra próxima mudanza y me emociona mucho irme a vivir con ella por fin. Hacemos planes para ir a ver nuestras opciones de casa y más tarde se retira.

Es de tarde y estoy de regreso del supermercado, a donde fui por lo necesario para la cena. Me acerco a casa cuando me siento observada. Mis sentidos se ponen alerta, volteo hacia todas direcciones en busca de quién me mira de forma tan intensa.

Acelero el paso, sintiéndome bastante incómoda y hasta que estoy dentro de casa me permito relajarme.

Me estremezco por la sensación y ruego a la Diosa que no sea ningún psicópata al acecho.

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