Dos semanas despuésComo los dos sabrían donde viviríamos a partir de ahora, no vi problema en que ellos me ayudaran a escoger el lugar donde podríamos mudarnos. Por lo que, he pasado todo este tiempo con los niños, mientras mi brazo y herida en el pecho, sanan en su totalidad.Seok Min, me ha dado cada dos días, medicina para que mi cuerpo sea más fuerte y Terry, me ha dado de sus medicinas amargas que me han ayudado a sanar rápido, al punto de tener pequeñas cicatrices de dicho ataque. — ¿Qué estás haciendo? — pregunta Seok Min en el umbral de la puerta.— Hoy nos vamos a mudar, me imagino que no estás pensando que me quedaré en cama todo el día.— Tengo más de cien hombres que pueden hacer eso. Tu ayuda es innecesaria. — dice Seok Min firme y yo suspiro profundo.— Sé que es así, sin embargo, quiero ayudar. — digo sintiéndome como un objeto decorativo con demasiado valor para tocarlo.— Estaremos bien.— Seok Min, ya estoy cansada de estar encerrada. Por no tomar el sol, me veo co
Estos días había estado mandándome notas a mano con mensajes dulces que incluso me avergonzaba leer delante de Retmus, su mensajero personal. Sé que no está en el castillo, después de la conversación familiar, no había regresado, sino que, se había llevado a los niños los dos días en los que habíamos quedado, pasaría el día con ellos.Por lo que, básicamente no lo he visto desde ese día, pero, la suplica de darle una oportunidad, me la recordaba con las catorce notas que me entregaba Retmus cuando venía por los niños.— Le diré que lo has recibido, para que deje de molestar — dice Carlos al escuchar su teléfono sonar.— Gracias, Carlos. — murmuro mientras saco los zapatos que tienen una nota con la palabra “cómodos”, cremas para que me hidraten bien y un sinfín de cosas para que me sienta relajada durante el embarazo.— Espero que puedas decirle, este regalo es suficiente, no molestes a Carlos porque no quieres entrar al castillo de tu rival amoroso. Con eso demostraras cuan agradecid
Los chicos desaparecen, diciéndome que van a recorrer la casa, mientras yo camino a la parte este del primer piso donde solo se ven dos puertas. La primera, esta al final del pasillo y la segunda, en la pared a la derecha. Desde mi lugar, veo como los chicos suben las escaleras al segundo piso y por ello, camino hacia el pasillo donde el mayordomo ya me espera. Cuando llego a la puerta, deseo que lo que vea no me haga débil. Porque, aunque sé que lo está intentando al enviarme detalles y a los niños, siento que no es suficiente. No lo es si lo que queremos es resolver todas las diferencias que nos han llevado a este punto.— Llámeme si necesita algo, señora. — dice el mayordomo para marcharse.Respiro profundo y como si estuviera el principio de mi fin al otro lado de la puerta, abro lentamente la misma, impregnándome del olor a pintura. Intentando no toser, abro la puerta viendo a mi aun esposo, dibujando sobre la pared blancaSu espalda, con marcas de guerra y tatuajes, me recibe
Sentía que no podía quedarme mucho tiempo aquí o por lo menos, no podía hacerlo si él seguía sin colocarse una camisa. Porque era claro que la causa de mi excitación, era su cuerpo. Su excitante cuerpo.— ¿Estas segura que solo era eso? Porque algo me dice que me estas ocultando algo. — dice Curthwulf y yo trago duro.Que piense lo que sea, excepto, que llegue a la verdad. No quiero que piense que soy una lujuriosa y menos, que voy a ignorar las reglas que hemos dejado claras. — También me sorprendió encontrarte aquí.— Lo siento, quería dejar los dibujos listos antes que te fueras, pero, no me gustaron y terminé borrándolos al menos cinco veces.— ¿Todos? — pregunto deseando que fuera una broma, pero, él asiente tan serio que no da espacio para la burla o duda.— Sí, quiero que las cosas queden bien con los bebés, pero, lamentablemente las cosas no están resultando como se esperan y por eso, he perdido bastante tiempo en hacerlos.>> Pero, no te preocupes, ya me marcho. Enviaré a al
Necesitaba calmarme un poco o estaría en graves problemas. Por lo que, intenté alejarme de él. Pero, paso que retrocedía, él lo daba para acercarse a mí, provocando que yo quedara contra la pared y su cuerpo. Dios, ¿Por qué siento que estoy delante de un depredador demasiado peligroso para mi corazón? Siento que está latiendo demasiado rápido. — digo mentalmente.— Bueno, creo que dejaré que sigas en tus cosas.— Podemos hacerlo juntos. Me sirve que estes aquí, para que me digas que estoy haciendo mal. — dice Curthwulf y algo me dice que no está hablando de los dibujos.— No soy una experta en los dibujos. Así que, lo mejor es que no haga parte de lo que desconozco.— Quédate, por favor. Te aseguro que no te haré algo. — promete y en mi mente me quejo.¿Cómo es posible que no quiera hacerme algo? Yo quiero siquiera un poco de toques excitantes. Pero, no puedo empezar yo. Si lo hago, no serán solo toques. — Por favor, aléjate un poco de mí. Estas invadiendo mi espacio personal. — dig
El beso era ardiente, incluso más de los besos ardientes que he soñado antes y eso, solo me hace gemir. Estaba feliz, estaba en mi lugar favorito; debajo de él. Como en sueños anteriores, él siguió mi beso y lo profundizo de una forma que no pude evitar gemir.Ese hombre me enloquecía y por eso, siempre soñaba con él y nunca me cansaba. Sin embargo, no podía fingir que también me había decepcionado. En pocas palabras, era adicta al sexo que me daba, aunque en su forma de ser, no me satisfacía con la misma intensidad. Sus manos viajaron a mi cintura, la cual, apretó con fuerzas, mientras dejaba caer su cuerpo sobre el mío. Su dureza, se sentía magníficamente y eso, me hacía enloquecer. Era como si su pelvis presionara un botón oculto que me calentaba, mientras sus labios amaestrados, me domaban y me hacían sumisa. Era jodidamente excitante este sueño y lo mejor es que no iba a tener remordimientos porque solo estaba en mi mente. Con deseo, lo besé mientras acariciaba sus brazos y esp
Era evidente que lo había molestado, se sentía en el beso que había empezado a darme y como sus toques eran bruscos. Algo que me enojaba. Me molestaba que él sabiendo que no era un sueño, me mintiera.Me enojaba que dejara que me besará y yo le confesara que tenía sueños húmedos con él, solo por no diferenciar el sueño de la realidad. Me molesta la brusquedad con la que me toca y besa, pero mi molestia mayor es conmigo.Porque incluso cuando me ha engañado y yo he caído en su engaño, sus toques violentos, me enloquecen. Me calientan de una manera, que me hace perder la fuerza para intentar empujarlo y solo hace que yo quiera seguir el ritmo violento de su placentero ataque.— Eres un malnacido. ¡Aléjate de mí! — grito cuando nos separamos para recuperar el oxígeno que hemos perdido.— No lo haré. Eres mía, Charlotte y hoy voy a recordártelo — dice Curthwulf firme y de inmediato, intenta besarme, pero, yo giro mi rostro a un lado para impedirlo.— Si que has caído demasiado bajo. No so
No había marcha atrás. No había forma que retrocediera o impidiera sentir más placer. Porque con el simple contacto de nuestra intimidad, comprobé que era lo que más extrañaba de él; lo bien que nos vemos y sentimos al estar juntos.Los gemidos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes, mientras nos tocábamos con brusquedad y besábamos con intensidad. El tiempo fuera que habíamos acordado, no nos iba a dar el reposo después de un partido, sino, el agotamiento de una buena jugada.Él se sentía en casa y yo también, sus gemidos, era la música orgásmica que tanto había extrañado, sus besos, era el toque que tanto anhelaba y las sensaciones que experimentaba, eran más placenteras que todo lo que en mis sueños había creado. Estaba en la gloria y sus expresiones y gruñidos, me decían que él también.— Dios…— susurro mientras me aferro a su espalda. Justo cuando creo que un orgasmo estaba por invadirme, él me toma las manos y las coloca a cada costado de mi cuerpo, sin detener su ataque