Iván Dimitrish Romanov:Esto fue más fácil de lo que imaginé, todo a pedir de boca. Apenas tuve una idea de cómo acercarme sin levantar sospechas y, zas, recibo una solicitud en mi empresa de seguridad para proteger a nada más y nada menos que la ilustre Amira Gutiérrez. Las cosas, cuando están destinadas a suceder, parecen orquestarse solas. No fue necesario que interviniera; la oportunidad llegó como un regalo en bandeja.Esa solicitud, no voy a mandarla a procesar. No quiero que quede ningún registro en nuestros archivos, ninguna evidencia que pueda volverse en mi contra cuando termine con esto. Después de que ella esté muerta, sé que David Stone moverá cielo y tierra para encontrar al culpable, que buscará respuestas sin descanso. Pero eso no me preocupa. Esta vez no dejaré cabos sueltos.Listo, solo tengo un día para prepararme. Bueno, realmente no necesito mucho; esto no es más que un trámite rápido. Hoy en la noche vuelo a Miami, y mañana en la mañana la recibiré en el aeropuer
Amira e Iván llegaron al Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito a las seis de la tarde, cuando ya comenzaba a oscurecer y el frío se hacía más intenso. La ciudad, con sus montañas al fondo, parecía envuelta en una tranquilidad única, pero tanto el cansancio como el estrés acumulado durante el viaje hicieron que decidieran tomar un taxi directo al Hotel Hilton Colón, donde pasarían la noche. La humedad en el aire les daba una sensación de frescura que, aunque bienvenida, no dejaba de sorprenderlos tras el clima cálido de Miami.Al llegar al hotel, Amira estaba demasiado agotada para hacer cualquier tipo de explicación a Iván, así que, con un simple gesto, tomó la llave de su habitación y le dijo en tono cordial:—Que tengas buenas noches, Sr. Dimitrish.Iván contestó a su despedida y se retiró a su habitación. Ya sola, Amira buscó un lugar neutro en la habitación para hacer una videollamada a David, solo para que supiera que estaba bien.—Hola —dijo Amira mostrándose ante su hombre, en un
Iván, sin darse cuenta, reaccionó de manera instintiva al escuchar la confirmación de Amira sobre su embarazo. En el momento en que esas palabras salieron de su boca, un brillo feroz se encendió en los ojos de Iván. Las garras afloraron en la mano que descansaba sobre su pierna, debajo de la mesa, sus oídos se agudizaron al máximo. Un sentimiento profundo de protección, más fuerte de lo que jamás había experimentado, lo invadió por completo.De manera automática, su olfato se intensificó, buscando cualquier indicio de peligro para la Luna y su cría no nacida. Olió el aire, analizando cada rincón del entorno, asegurándose de que no hubiera ninguna amenaza. En ese instante, sin pensarlo, liberó sus propias feromonas, con el fin de disimular el delicado olor de Amira, protegiéndola de cualquier posible adversario o peligro en el aire. Todo lo que estaba sucediendo era completamente nuevo para él, pero no pudo evitarlo.Fue en ese momento cuando comprendió algo: su prioridad no era la mad
En solo dos días, todo estuvo listo, y se mudaron a una bonita villa cerca de la mitad del mundo, un lugar apartado de la carretera, perfecto para la privacidad que Amira necesitaba. La casa era un refugio de paredes blancas y grandes ventanales por los que entraba mucha luz natural, creando un ambiente luminoso y sereno que Amira disfrutó desde el primer momento. Su habitación, la única en la planta baja, tenía acceso directo a los espacios comunes y contaba con todas las comodidades. Iván, en cambio, se instaló en el segundo piso, respetando la privacidad de ambos y permitiendo que, a pesar de compartir el espacio, cada uno pudiera llevar su vida de forma independiente dentro de la casa.—Amira, contacté con una compatriota mía que es obstetra y lleva unos dos años residiendo aquí. ¿Te gustaría atenderte con ella? Si te sirve de garantía, revisé personalmente su currículum profesional. La doctora Miroslava está muy preparada y creo que se llevarán bien —dijo Iván, con un tono seguro
Iván se quedó en silencio, impresionado. La idea de que sus feromonas pudieran ayudar a proteger a Amira y a la cría ahora le parecía tan natural como respirar.—Gracias, doctora, ya sé lo que debo hacer —dijo el Entero, con una determinación inquebrantable en su voz—. Y cuento con su total discreción; seguramente ya se habrá dado cuenta de todo lo que está en juego.La doctora Miroslava mantuvo la compostura, asintiendo con respeto.—Descuide, Su Alteza. Tiene mi total lealtad —respondió, bajando la cabeza en señal de respeto y sumisión ante la velada amenaza del Original—. Solo le pido su autorización para hacer apuntes sobre la evolución del embarazo. Sería invaluable para futuras referencias.Iván la observó un momento, con los ojos llenos de un poder latente, pero luego asintió brevemente.—Autorizada. Pero recuerde, doctora, que este asunto queda entre nosotros.—Lo comprendo bien, Alteza. No será necesario recordarlo —respondió ella, consciente de la magnitud del secreto que es
Amira lo miró en silencio, obligándolo a hablar. Quería conocer la verdad sin hacer preguntas que le dieran a ese ser frente a ella la oportunidad de ocultar algo. Su experiencia en los negocios le había enseñado que: "El primero que habla, pierde". Así que, con una mirada fija y sin decir palabra, dejó claro que esperaba respuestas.Iván, por su parte, la observó detenidamente, buscando en sus ojos algún destello de Zeus. Esa chispa roja de poder que él sabía que pertenecía únicamente a ese Alfa, y que había visto en ella momentos antes. Pero el gesto de Amira, alzando una ceja con exigencia, lo regresó al presente, recordándole su rol en ese instante y la realidad de la situación.Finalmente, Iván rompió el silencio, asumiendo el peso de sus palabras.—Luna de la Manada Luna Dorada, compañera del Alfa David Stone. Ese es tu título verdadero —comenzó, cada palabra impregnada de solemnidad—. Y Zeus, es el nombre de la verdadera esencia de tu compañero, un lobo negro colosal de ojos ro
—Iván, tú conoces a David, y por lo que dices, también conoces al lobo, Zeus —las palabras de Amira sonaron más como una afirmación que como una pregunta—. Dime, ¿qué son en realidad?Iván dudó un instante, pero luego decidió hablar.—Conozco a David prácticamente desde que nació. Su padre y yo mantuvimos una relación cordial durante todo su reinado, así que vi a David crecer. Pero tras la muerte de su padre, me aparté y solo reaparecí en su vida hace unas semanas, a causa de un mensaje de la diosa Selene. Ella me indicó que había llegado la hora de reclamar a mi pareja, así que contacté a David pensando que tú eras esa persona. Mi intención era matarte en cuanto estuvieras cerca —admitió sin rodeos, esbozando una sonrisa ligera—Pero ya sabemos que no fue así, y aquí estoy… cuidándote, y muy bien, además.Amira lo miró como si le hubiese salido otra cabeza. Le resultaba surrealista escuchar que su propio protector había planeado matarla en un principio, pero no lo interrumpió, pues la
Dos meses habían pasado desde aquella conversación entre Amira e Iván en la sala de su casa. Iván, tal como prometió, había estado ayudándola en su intento de recuperar los recuerdos perdidos. Sin embargo, los resultados aparentes eran mínimos. Cada sesión de meditación los llevaba a profundidades insospechadas, y una y otra vez, Iván utilizaba sus poderes para intentar entrar en la mente de Amira, buscando esas piezas perdidas que parecían eludirla.Pero en cada intento se encontraba con algo sorprendente: la mente de Amira era impenetrable, incluso para él. Aquella fortaleza mental lo dejó asombrado. Por primera vez, pudo medir verdaderamente la fuerza y la resistencia de esa mujer. La admiración que había comenzado a sentir por ella solo se acrecentó, y lo que inicialmente fue una promesa de ayuda se transformó en un respeto profundo por la mujer que, sin darse cuenta, había pasado a considerar su primera amiga.Al salir de la mente de Amira, Iván comprendió que todo el trabajo deb