—¿Qué tonterías está diciendo? Las convulsiones de este hombre no son causadas por nuestro elixir. Señor Martínez, ¿por qué está aquí? Pensaba que estaba muy ocupado con su rueda de prensa —ironizó Mía con voz indiferente.—Señorita Álvarez, espero que vaya al grano. ¿Cómo solucionamos esta situació
—Señor Martínez, comprendemos muy bien que su compañía quería conquistar de todas maneras el mercado de Ríomar con el elixir de belleza. Por supuesto, podemos competir de manera muy justa, pero no toleramos que juegue sucio —comentó Mía con gran sarcasmo, cruzándose de brazos.Todos los periodistas
—¿Qué ideas tienes? —preguntó Íñigo, mirando a Antonio de reojo.—Recuerdo muy bien que la señorita Martínez ya tiene veintiséis años este año. Es hora de que se case, ¿verdad? Si podemos contraer matrimonio con uno de los clanes de Ríomar, podemos establecernos aquí con más facilidad —sugirió Anton
—¿Qué tonterías estás diciendo? —respondió Sofía, abrazando estrecha y amorosamente a Arturo.—No quiero que desaparezcas de mi mundo. Esta fiesta es solo un formalismo. Mi padre no podrá hacer nada si no encuentro a alguien que me guste. ¡Soy su hija!—Lo sé, sé que siempre me tratas bien —Arturo a
—No puedo hacer nada en esta fiesta, ¿verdad? —Alicia le devolvió la pregunta.Aunque no tenía muchas ganas de asistir a una fiesta tan aburrida, de igual manera, no quería ofender a la familia Martínez. Cuando llegara la fecha de la fiesta, pensaba llevar un regalo.Al escuchar las crudas palabras
En ese momento, Victoria apareció con muchos equipajes en las manos.—¡Victoria! ¿Qué haces con tantos equipajes? —preguntó Ana y le dirigió una mirada muy sutil.—Hola, tía. ¿Cómo te va? He hecho algunas compras. Me alegro verte, pero estoy muy ocupada y no puedo quedarme mucho tiempo aquí. Cuando
—Daniel, puedes tratarme de manera más casual. Si quieres, puedes llamarme directamente Miguel —dijo Miguel, tratando de mantener una actitud más sutil y amigable.Sin embargo, cuanto más amable se mostraba, más coaccionado se sentía Daniel, quien pensaba que Miguel solo quería aprovecharse de él. E
El hombre corpulento no podía imaginar lo asustadizo que estaba Daniel.—¿Quieres resolver las cosas solo con un "lo siento"? —el hombre rodó con ironía los ojos.—¿Y qué más quieres que haga? —preguntó muy desconcertado Daniel.—Compénsame con 500 dólares para arreglar el parachoques —exclamó el ho