Cuando Leopardo escuchaba la conversación entre ellos, finalmente entendió que Miguel era el sugar baby de Mía.¡Vaya desafortunada situación! ¿Cómo era posible que un sugar baby actuara con tanta arrogancia ante él?—¿Todavía están aquí? ¿Acaso quieren que los acompañe hasta la puerta? —preguntó Le
Al fin y al cabo, Miguel no dio un “sí” rotundo.Raúl no pudo evitar fruncir el ceño y corregir:—Señor Rodríguez, un solo árbol no puede sostenerse. Usted sabe lo difícil que es resistir situaciones difíciles sin apoyo o colaboración. Por más fuerte que sea, no puede luchar contra una secta.—¡Ja,
Raúl se apresuró:—Señor Rodríguez... Lo de hoy es un malentendido. Por favor, olvide todo lo que he dicho.—¿Acaso no quieres mi sangre? ¿Cómo puede ser esto un malentendido?Miguel se puso de pie de inmediato delante de Raúl sin ninguna expresión en la cara.—No, no la quiero ahora... Por favor, o
—¿Raúl, quién te ha roto el brazo? —preguntó el Maestro con gran preocupación.—Hermano, ¡fue Miguel! A pesar de haberle regalado el loto, en lugar de agradecerme, me rompió el brazo —se quejó Raúl indignado.Para hacer la historia más creíble, Raúl continuó con las lágrimas en los ojos:—Nos pidió
—Si logramos atraparla para usarla como amenaza contra Miguel, confío en obtener el elixir dorado.Raúl escuchó atentamente las palabras de Leopardo y entrecerró los ojos. El plan propuesto por Leopardo parecía ser una estrategia muy sólida.—¿Cómo puedes estar seguro de que Miguel vendrá a rescatar
Alicia no se atrevió a perder ni un solo minuto y llegó corriendo al bar El Despechado. Sin embargo, al entrar, fue detenida por dos guardaespaldas corpulentos, que imposibilitaron su movimiento.—¿Qué están haciendo? ¡Suéltenme! —forcejeó Alicia en el suelo con el ceño fruncido.En ese momento, Leo
—Si vuelve a ofenderlo a usted, le romperé la pierna personalmente.Ambos trataban de persuadir a Miguel sucesivamente. De hecho, Miguel conocía muy bien sus intenciones: venían a interceder por Raúl. Considerando la relación entre Pedro, el maestro y Ríomar, Miguel decidió ayudarles.—Han venido en
Miguel bajó del coche y examinó con una mirada asesina a todos los secuaces que estaban su alrededor. Aunque rodeaban a Miguel, nadie se atrevía a dar el primer paso. Pero eso era algo normal para él. La última vez, Miguel había matado a varios de ellos. La mirada de Miguel era tan seria que Leopar