Miguel bajó del coche y examinó con una mirada asesina a todos los secuaces que estaban su alrededor. Aunque rodeaban a Miguel, nadie se atrevía a dar el primer paso. Pero eso era algo normal para él. La última vez, Miguel había matado a varios de ellos. La mirada de Miguel era tan seria que Leopar
Miguel entrecerró los ojos y pateó a Leopardo. Con un “pum”, Leopardo voló de inmediato por los aires, incluso la mitad de su cuerpo se incrustó en la pared. Escupió una bocanada de sangre sin saber si estaba vivo o muerto. Los secuaces se quedaron blancos, aunque querían avanzar, no se atrevieron e
Alicia se escondía en silencio detrás de Miguel, y en ese momento, nunca se había sentido tan tranquila y segura. Esta sensación de seguridad ni siquiera su madre ni Francisco se la podrían proporcionar. Ante este giro total, Raúl entró en pánico y temblaba mientras señalaba a Miguel con el dedo.—A
El maestro notó la determinación de Miguel y supo en ese momento que su hermano tendría que morir ese día. Se volvió hacia él y dijo:—Todo depende de ti, no deseo presenciar tu muerte.Raúl, muy sorprendido, sintió su corazón hecho añicos. No quería aceptar que su hermano ya había decidido no inter
Alicia preguntó con gran curiosidad.—¿Doctor Gómez, conoce a Miguel?—Por supuesto, Miguel tiene grandes habilidades médicas y lo respeto muchísimo —sonrió con amabilidad Gómez.Al escuchar sus palabras, Alicia se quedó pálida y miró a Miguel con asombro. ¿Habilidades médicas? ¿Incluso el doctor Gó
—¿No descansas un poco más? —preguntó muy sorprendido Miguel.—Está bien, mis heridas no son tan graves —negó Alicia sacudiendo con firmeza la cabeza mientras salía de la habitación.Mía le dirigió una mirada de reojo y apresuró:—La acompañaré, señorita Salamanca.Al escuchar a Mía, Miguel se apres
—Tenemos que esperar hasta que la familia Martínez empiece a vender el suyo —repuso Mía tras pensarlo durante un momento.—¿Por qué necesitamos esperar a la familia Martínez? —preguntó sorprendido Miguel.—Sí. Solo cuando los dos elixires se pongan a la venta, podremos ensombrecerla. Tenemos que gan
Isabel saludo respetuosamente a Miguel y Sandra.—Buenas, soy una de las dependientes. Me llamo Isabel Pérez. ¿En qué puedo servirles?Isabel llevaba trabajando aquí desde hace un mes, pero aún no había logrado vender un solo coche. Si continuaba así, probablemente sería despedida. Sin embargo, nunc