Ahora se podía comprender por qué Pedro estuvo tan enojado ayer. Se podía imaginar que Rosendo ni decía quién iría a participar en la cita.—Si la señorita Álvarez sabe que fuiste quien Rosendo quería presentar a Sandra, te dará una patada fuerte.—Cierra la boca, Miguel —exclamó Juan, señalando su
De hecho, los tres ya se habían conocido. El primer encuentro tuvo lugar en el Hotel Paraíso; en aquel entonces, Juan pensaba que Mía era la amante de Miguel. Sin embargo, hubo tantos giros que Miguel resultó ser el sugarbaby de ella. Bueno, todo eso ya quedó en el pasado. Ahora, Juan necesitaba
Juan trató de forcejear a gritos. Sin embargo, dos policías giraron los ojos hacia arriba y dijeron:—¿Qué demonios es la empresa Salamanca? Nunca la hemos escuchado.—Lárgate. Si te atreves a causar más problemas, no vamos a tratarte con generosidad.Los dos policías agitaron la porra antidisturbio
Al escuchar sus palabras, Lucía meditó con el ceño fruncido.—Creo que el objetivo principal de ellos debe ser el maestro Pérez, pero lo que están haciendo ahora no tiene ningún sentido.David se dio la vuelta y vio al agonizante Pérez.—Pienso que tenemos que romper el cerco cuanto antes.Por supue
Sin embargo, Lucía pensó durante mucho tiempo sin lograr recordar a nadie. No conocía a alguien en Ríomar tan imponente que pudiera convocar a cientos de asesinos.—Por supuesto, todo el mundo conoce a la señorita del gobernador.—Es muy lamentable que una señorita del gobernador se conforme con tr
En este momento, el hombre con máscara se adelantó y se fijó en Miguel.—Señor Rodríguez, es verdad que es muy fuerte. Sin embargo, tengo a cien asesinos a mi lado, ¿piensa que puede salir vivo?—¿Por qué no se une a nosotros? Podemos disfrutar la riqueza juntos.—¿Qué clase de tipo eres? —preguntó
Sin embargo, Miguel no le dio oportunidad de descansar; se precipitó hacia él.—¡Muere! —exclamó el hombre con todas sus fuerzas.Agarró la solapa de Miguel con la mano izquierda; de repente, se podía sentir una energía sospechosa emanando de su chaqueta.Al siguiente instante, las agujas de plata,
David no sentía miedo alguno y declaró:—No me importa nada. Sin embargo, hoy es el día de tu muerte.Miguel sacudió con la cabeza con piedad.—Muchacho, te recomiendo que no me dispares. Si lo haces, nadie podrá salvarte, ni siquiera el más poderoso de la familia Álvarez.—Además, quizás tu pistola