Cuando Miguel salió de la puerta de la villa de los Álvarez, se paró un Rolls-Royce al lado.Se abrieron las puertas, y bajó Mía.—Señor Rodríguez, ¿dónde vive usted? Si quiere, lo acerco.—Por ahora, no tengo una residencia fija, me hospedaré en un hotel.No tenía propiedad en Ríomar, tras su divor
—No pasa nada, señor Rodríguez. No permitimos a otras personas que se alojen en la suite presidencial, la preparamos solo para amigos —replicó Mía, agitando la mano.—Si usted encuentra una nueva residencia en Ríomar en el futuro, siempre es bienvenido para alojarse aquí otra vez. El Hotel Paraíso b
Juan no tenía ningún miedo en su corazón y gritó:—¿Un pringado como tú se atreve a criticarme? Hoy mismo, te enseñaré una lección en nombre de mi hermana.Miguel le dio una patada en su vientre.Al siguiente instante, Juan fue lanzado como un proyectil.—¡Ah!La novia de Juan se sobrecogió.Acudió
Por la tarde, Miguel llegó en coche a la casa ancestral de la familia Salamanca.No imaginaba que Ana ya llevaba mucho tiempo esperándole en la puerta.Al ver la llegada de Miguel, se adelantó para advertirle.—Miguel. Cuando nos veamos con el abuelito, cuida tus palabras. No digas lo que no debes d
Miguel miró el pobre de Patricio.Aunque lo aceptara, no lo aceptaría la familia Salamanca.El matrimonio no era asunto de dos personas, sino de dos familias.—Los lazos que tengo con los Salamanca ya no existen, abuelo.Al terminar las frases, se fue Miguel sin darse la vuelta.Patricios se tambale
—No soy uno de ellos, ¿por qué me envidian? —sonrió Miguel.—Aunque no lo es, Mía está comprometida, ¿puede usted asegurar que a su prometido no le importa?Lucía suspiró y dijo:—El prometido de Mía es el señorito de la familia Sánchez de la capital. Este hombre es malicioso. Todos los hombres que
Miguel subió al coche con las manos metidas en los bolsillos.En el asiento del conductor, Mía no dejó de mirarlo.—Señor Rodríguez, ¿quién es Juan?—Es el hermano de mi exmujer —dijo sin reservas.—Ya veo. Y por eso, Alicia Salamanca es su exmujer.Miguel asintió.—Parece que no se llevaba muy bien
—Hermosa, me subestimas demasiado.Las palabras de Mía le irritaron.¿Cómo podían ser comparados un señorito de la familia Ramos y un pringado?—Es verdad que no mereces respeto.Francisco crispó las comisuras y se le abultaron las venas en las manos.—Hermosa, te digo la verdad. Hasta ahora, este t