Capítulo 0011
—No pasa nada, señor Rodríguez. No permitimos a otras personas que se alojen en la suite presidencial, la preparamos solo para amigos —replicó Mía, agitando la mano.

—Si usted encuentra una nueva residencia en Ríomar en el futuro, siempre es bienvenido para alojarse aquí otra vez. El Hotel Paraíso básicamente puede satisfacer cualquier necesidad de usted, como comida, divertimiento, gimnasia.

Miguel se mostró de acuerdo. Solo el lobby del Hotel Paraíso ya ocupó casi quinientos metros cuadrados, ni mencionar su decoración majestuosa.

Tenía de todo, todo lo que se pudiera imaginar.

Después de prepararle a Miguel una suite presidencial, Mía le entregó la tarjeta de la habitación, pero con otra dorada adjunta.

—Esta tarjeta dorada es exclusiva para los Álvarez, con la cual puedes consumir a su gusto en todas nuestras propiedades.

—¿Esta tarjeta también la regala usted a los amigos? —bromeó Miguel.

—No, esta tarjeta es solo para los VIPs de la familia Álvarez.

—Señorita Álvarez, me valora demasiado.

Pasó tres años en matrimonio con Alicia, pero nunca había recibido ningún regalo de ella.

¡Qué irónico que una desconocida que solo conocía un día se hubiera regalado una tarjeta dorada!

—Tomo a usted como amigo y espero que me trate de la misma manera —dijo Mía con una sonrisa.

Sus ojos eran como la luna y su cara inocente la hizo inescrutable.

Metió en su bolsa la tarjeta, mostrando un acuerdo tácito a sus palabras.

Antes de abrir la boca para decir algo, Miguel oyó un grito de espaldas.

—Miguel Rodríguez, hijo de puta.

Se dio la vuelta, descubrió que el que le reprochó era su excuñado, Juan Salamanca.

A su lado, estaba una mujer muy maquillada.

Juan había querido traer a su nueva novia a este hotel para relajarse y descansar.

No pensó que se toparía con este pringado, y su rabia erupcionó.

Sin importar las miradas ajenas, Juan le echó en cara a Miguel, señalando su nariz.

—¿Fuiste tú quien habló mal de mi hermana a sus espaldas e hiciste que el presidente Morales pusiera fin a las cooperaciones con ella?

Miguel le miró y dijo:

—El presidente Morales simplemente se desilusionó de los modales de los Salamanca.

—Mentira, te mataré hoy.

Al levantar la mano Juan, Mía se adelantó para defender a Miguel.

—Señor, por favor, preste atención a su comportamiento, esto es el Hotel Paraíso —advirtió seriamente Mía con las cejas fruncidas.

No sabía qué rencor tenía este hombre contra Miguel, pero Mía se posicionó firmemente en el lado de Miguel.

Juan examinó a Mía y se quedó sorprendido.

Estaba completamente atraído por su belleza.

Desde que la familia Salamanca se había hecho rica, tuvo muchas experiencias amorosas, y por primera vez, vio una mujer muy hermosa.

Mía había salido a toda prisa, por eso, solo llevaba puesto el uniforme de trabajo.

Juan adivinó que era la gerente de recepción del hotel, que logró el ascenso gracias a su cuerpo.

Sacó directamente varios billetes y los metió en las manos de Mía.

—No te metas en nuestros asuntos, hablaré contigo más tarde.

Mía se esforzó en mantener su sonrisa. Este tipo no le confirió ningún respeto. Tirándole el dinero a la cara, Mía le dijo enfadada:

—El señor Rodríguez es mi amigo. Coge tu cochino dinero y lárgate del Hotel Paraíso, no atendemos a gilipollas como tú.

Al oír las palabras de Mía, Juan se convenció más de que ella era la gerente.

Juan hizo especulaciones sobre las relaciones entre Miguel y Mía, rodando los ojos, finalmente sacó una conclusión.

Su mirada se volvió más feroz, señalando a los dos:

—Bien, muy bien. Miguel Rodríguez, la razón por la que te has separado de mi hermana sin ninguna queja, es que ya has encontrado una zorra. ¡Hijo de puta!

Miguel entrecerró ligeramente los ojos y su tono era frío:

—Juan Salamanca, cuida tus palabras. Como eres hermano de Alicia, no quiero discutir contigo. ¡Lárgate!
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