Capítulo 86. Recuerdos... Solo poseía eso. Recuerdos que enviaban corrientes de placer y pena por todo mi cuerpo. ¿Pero? El placer no debía causarme pena o vergüenza. Me colocó unas esposas. Temía que el material fuese a lastimarme pero, sucedió lo contrario, eran suaves, fuertes como sus brazos. Rompió mi vestido en dos trozos largos, Jadeé sorprendida cuando repitió la acción en mi ropa interior. Él ya me había visto desnuda antes, él ya me había tocado antes. Pero jamás estuve consciencia del cambio en su mirada, en su manera de observarme con pasión y deseo. Besó mi cuerpo, succionando entre mis muslos hasta crear pequeños cardenales que dolieran al tacto. No me di cuenta de todo lo que sucedió durante ese tiempo. Hasta hoy por la mañana, cuando se había despedido de mí por asuntos importantes, y dejado a dos sirvientes a mí disposición. Me sentía sumamente cansada, las piernas me dolían, como si el fugaz recuerdo de ellas abiertas abrazando sus caderas me fuese, doloroso. Te
Suspiré tomando el expediente en mis manos. Sabía que algo no andaba bien con Bría desde el momento en qué la rescaté de Anthony. Su terror hacia los hospitales. Había estado internada en un hospital psiquiátrico hace dos años. En estos momentos me estaba dirigiendo al lugar. — Señor. El informante ya dió con uno de los trabajadores. Esta en una bodega. A unos metros del jardín trasero— Asentí con la cabeza. — Asegúrate de que no haya testigos. Llegó en cinco minutos— derrapé sobre el pavimento estacionandome metros atrás. Dónde ninguna cámara de seguridad podía alcanzarme. Solo tuve que hacer un par de llamadas y tenía una breve idea de lo que estaba por descubrir. Después de nuestra noche, se quedó dormida, pero incluso conmigo a su lado. No dejó de temblar. Murmuraba un nombre, una persona que le hizo daño.La revisé, no había sangrado, ella no era virgen. «Si alguien se atrevió a tocaría sin su consentimiento. No vivirá para celebrar el año nuevo» Bajé del auto deportivo colo
— Habla. No quieres saber lo que le hago a los tipos que no me dan, lo que quiero— Amenacé. Sabía perfectamente donde causar dolor. Un dolor inimaginable. — Yo no hice nada. Jeremías nos obligaba a todos. ¡Yo nunca quise tocarla! La defendía cuando podía. Incluso le daba de comer— Apreté los dientes. — Empieza a hablar antes de que te meta plomo por la cabeza. ¡Ahora! — Ella llegó hace dos años. La metieron con exámenes falsos. En realidad no tenía ningún trastorno psicológico. No había nada. — ¿Por qué? ¿Para qué?— Pregunté con enojo. — La herencia. Por lo que sé su abuelo le había dejado una enorme cantidad de dinero y propiedades a su nombre. No lo hizo a sus demás hermanos o padre. Fue a ella. La menor. — ¿Estás diciendo que su padre la olvidó en este estup*ido hospital psiquiátrico? — Sí. Le pagó mucho al director por tenerla aquí. Al mostrarla fuera de sus facultades él... — Se quedó con la herencia— gruñí. El tipo asintió. —Es todo lo que sé. No me mate, no me mate por
Llevaba horas tratando de calmarme. Desde que desperté no había hecho más que temblar y sentir los nervios caminar libremente por todo mi sistema.— ¿Señorita todo bien?— Hoy la casa parecía todo un juego navideño.Giovanny le dio permiso a sus empleados para traer a un invitado para pasar las fiestas. Varias de las chicas del personal, invitaron a sus hijos o seres más cercanos. La mansión contaba con casas muy cercanas en el mismo terreno, pequeños departamentos para su estadía.El menú caía libremente para todos. Platos fuertes, entradas sencillas. Deliciosos postres. Amanda estaba ansiosa por traer sus famosos Cupcakes de frambuesa y vainilla. Por mi parte, hornearía a lado de Daniel una serie de Paes de limón y queso. Eran uno de mis postres favoritos. Ansiaba la llegada de la noche.— Ese corte si que se te ve bien.— Bueno tu también. ¿Y será hoy?— Asentí con la cabeza.—¿Lo pondrás en el regalo?— No te diré. Es una sorpresa. Así que anda. Empieza a sacar las cosas. Tenemos mu
Sera. Respiré profundo. Antes de borrar el correo lo leí dos veces más. Necesitaba impregnarme de sus notas.En definitiva haría cualquier cosa para proteger al hombre que amaba y sobre todo a la comadreja. Giré la cabeza hacia donde estaba. La niña de la cual había hablado era muy bella. Ahora comprendía porque su atención. Me recordó mucho a mi yo de la infancia. Aunque diferente. Su cabello negro liso le caía por debajo de la cintura. Un fleco completo que disminuía su rostro y frente. Era un tanto regordeta pero para nada de que preocuparse, los niños debían crecer, desarrollarse de manera saludable. Sonreí de lado. Tan solo le sobrepasaba unos cuantos centímetros a Daniel. De hecho si el rubio se paraba correctamente parecían de la misma estatura.Ella sonrió al ver los postres en la canasta. Pero aún más cuando el pequeño le entregó el regalo. Casi brinqué en mi asiento. Le dio un abrazo antes de que su mamá saliera. La mujer que era idéntica a la niña, me saludó desde lejos. L
-Sera-—Es hoy— Susurré viéndome al espejo. Sonreí de lado colocando mis manos extendidas en el vientre un poco abultado. Ya no podía ocultarlo más. El vestido me quedaba ceñido al cuerpo, mostrando mis curvas y sobre todo esa línea redondeada.Llevaba el cabello suelto en ondas. Me tomé mi tiempo para maquillarme. Este día había sido vasta te caótico. Recibí una pequeña llamada de atención por parte de Simone. Nos hizo jurar que no volviéramos a arriesgarnos así. A cambio no le diría nada a Giovanny.Después de un baño caliente estaba lista. Lista para muchas y pocas cosas. Lista para recibir a mi “familia” y para confesar la llegada de un nuevo integrante.El miedo aún estaba en mi sistema. No sabía si Giovanny estaría de acuerdo. Ni siquiera pasaba por mí cabeza la idea de que, quizás le hubiese gustado que no naciera fuera del matrimonio.Una vez me coloqué los zapatos, abroche el enorme abrigo que se encargaría de ocultar mi vientre unas últimas horas. La gabardina me quedaba un
Capítulo 93.Bría.Desperté con un poco de calor. Fruncí el ceño. ¿Cómo no sentir calor si tenía un enorme cuerpo a mis espaldas abrazándome? Sonreí de lado. Las manos grandes de Alessandro se envolvían en mi pequeña cintura. Una de ellas descansaba sobre mi pecho.— Tengo que ir al baño— Susurré tratando de salir de sus garras. En respuesta él me apretó más hacia su cuerpo.— Aless. Hablo en serio.— Oh está bien. Pero vuelve a la cama— Me dejó liberada. Con cuidado me levanté corriendo a su baño. Suspiré al llegar. Me dolía un poco la entre pierna, más que nada mi zona sensible. La noche anterior habíamos hecho el amor más del tiempo que creí podría soportar.Después de despertar en el hospital, tuve un ataque de pánico que casi termina provocando que mi corazón se detuviera. Por suerte los médicos de ese lugar eran de los mejores de la ciudad. Lograron estabilizarme. Estuve inconsciente dos días. Aún me estaba recuperando. Me habían retirado los puntos apenas hace un par de noches.
«Recordeis que es el libro que está leyendo para Bría»Sonrió al ver una mariposa parada sobre un árbol, sus alas eran hermosas y singulares. El invierno había terminado hace meses. En la primavera tomó las últimas clases de fotografía que su curso estipulaba. Cogió la cámara de su regazo dispuesta a sacarle una foto a tan majestuoso animal, pero una mueca se formó en su rostro al ver que había empezado a volar, para la buena suerte de Loren está se posó sobre un naranjo un tanto grande al frente de ella, caminó unos pasos y levantó su cámara, la primera fotografía tomada en su nuevo material, le gustó pero quería buscar un diferente ángulo, así que sin pensarlo demasiado y sin espantar al animal, se subió a la primera rama, no estaba tan alto y le daba bastante acceso para una nueva foto ya que antes había quitado el flash pues éste podría hacer volar a su modelo, se inclinó un poco hacía la derecha y pulsó el botón para la última captura, sin embargo al tratar de volver a su postura